Capítulo 9: Llegada al 11

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Tres niñas pequeñas se acercan a nosotros con tres inmensos ramos de flores. Nos los entregan y amablemente se lo agradecemos, las niñas se van con una muy feliz sonrisa en su rostro.

Peeta comienza con su parte del discurso y en ved de sacar la tarjeta donde ha escrito sus comentarios personales, improvisa con naturalidad, con un estilo sencillo y encantador como solo él sabe hacer. Habla sobre Thresh y Rue, de cómo llegaron a estar entre los ocho finalistas, sobre como ambos nos mantuvieron con vida a mí y a Katniss y sin saberlo, manteniéndolo con vida también a él. Se lo agradece y alega que es una deuda que nunca podremos pagar. Le veo vacilar antes de añadir algo que no está escrito ni en sus comentarios personales ni en el guion del Capitolio. Tal vez, porque sabía que si se lo enseñaba ella se lo hubiera hecho borrar. Lo que no sabe es que con eso está cometiendo un gran error y avivando algo que ni siquiera está en su conocimiento.

Peeta: - Sé que no puedo substituir vuestras pérdidas, pero como prueba de nuestro agradecimiento, nos gustaría que cada una de las familias de los tributos del Distrito 11 reciban un mes de nuestras ganancias cada año durante el resto de nuestras vidas. –

La multitud responde con gritos ahogados y murmullos. No hay vuelta atrás a lo que ha hecho Peeta, ni siquiera sé si eso es legal y tampoco sé si él tiene conocimiento de ello.

Ambas familias se nos quedan mirando en estado de shock. Sus vidas, cambiaron para siempre tras la muerte de Rue y Thresh, pero este regalo se las hará cambiar de nuevo. Un mes de ganancias de un tributo puede proporcionar fácilmente sustento a una familia durante un año. Mientras nosotros vivamos, ellos no volverán a pasar hambre.

Miro a Peeta el cual me dirige una triste sonrisa. Es un regalo perfecto. El alcalde avanza hasta nosotros para entregarnos una placa a cada uno que es tan grande que he de dejar mi ramo en el suelo ya que no puedo con ambas cosas.

La ceremonia está por terminar, pero no puedo sacar mi vista de una de las hermanas de Rue, la cual me mira fijamente. Debe de tener unos nueve años aproximadamente y es prácticamente una réplica de Rue. Desde aquí, soy capaz de percibir que, a pesar del regalo, no es feliz. De hecho, soy capaz de distinguir un cierto reproche en su mirada. ¿Quizá porque no salve a Rue? ¿Por qué tardé demasiado en ir a su encuentro? No lo sé, pero una ola de vergüenza me recorre de pies a cabeza al darme cuenta que ni yo ni Katniss se lo hemos agradecido. Y tiene toda la razón, puedo decir a ciencia cierta, que, si hubiera sido a la inversa, ella se hubiera encargado de que nuestra muerte hubiera sido recordada y seguro que hubiera cantado una canción. No puedo evitar no acordarme del trabajo que hicimos Katniss y yo para cubrirla de flores y así no dejar que su muerte pasara desapercibida. Yo estoy bastante afectada, pero Katniss la llegó a querer como a su propia hermana y sé que ella no va a ser capaz de decir nada sin desmoronarse delante de todos, puedo apreciar sus ojos acuosos y que trata de eludir todo contacto con ambas familias. No me veo capaz de cantar una canción en su honor, pero sí que se merece que hable.

(TN): - Esperen!! Esperen, por favor. – Me planto delante del micro. No sé cómo empezar, pero una vez comienzo, las palabras fluyen por sí solas. - Quiero ofrecerles mis agradecimientos a ambos tributos del distrito 11. – Miro a la pareja de mujeres situada en la tarima con la imagen de Thresh. – Sólo hablé una vez con Thresh, tan solo lo bastante como para que me perdonara la vida. No lo conocía, pero siempre le tuve respeto, por su poder, por su negación a jugar los Juegos con las reglas de nadie salvo por las suyas propias. Desde el principio los tributos profesionales le querían como aliado, pero él siempre se abstuvo. También le respetaba por eso. – La que supongo es su abuela, levanta la cabeza y puedo apreciar la sombra de una sonrisa en sus labios. La multitud se encuentra totalmente en silencio, tanto que me pregunto como lo hacen. Ahora miro hacia la familia de Rue. – Rue, la pequeña Rue siempre estará conmigo. La veo en las flores amarillas que crecen en la pradera junto a mi casa, también en los Sinsajos que cantan en los árboles. – Mi voz tiembla. – gracias por vuestros hijos. -Digo dirigiéndome a ambas familias. – Y gracias a todos por el pan.

Me quedo de pie, sintiéndome diminuta y dolida. Miles de ojos se encuentran ahora mismo clavados en mí. Se instala una larga y silenciosa pausa. Esta se ve interrumpida desde algún lugar entre la multitud. Alguien silba la canción de Rue de cuatro notas de los sinsajos, aquella que señala el final del día en las huertas y la que significaba que estábamos en peligro en la arena. Tardo un poco en dar con el responsable, pero antes de que termine de sonar la última nota, encuentro entre la multitud a un hombre viejo con ropa gastada y con la mano en alto. 

Lo ocurrido a continuación es imposible que sea fruto de algo espontaneo ya que está muy bien ejecutado

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Lo ocurrido a continuación es imposible que sea fruto de algo espontaneo ya que está muy bien ejecutado. Cada persona de la multitud, presiona los tres dedos centrales de la mano izquierda contra sus labios y los extiende hacia nosotros imitando al hombre. Es el signo del distrito 12, aquel que utilizamos Katniss y yo para el último adiós de Rue en la arena. En otra situación, ese gesto hubiera causado que me derrumbara en llanto peor tras la charla con el presidente esta mañana y sus advertencias, lo único que hace es llenarme de terror. ¿Qué pensará sobre este gesto tan público hacia la chica que desafió al Capitolio?

En ningún momento mi intención ha sido que esto ocurra, únicamente quería expresar mi agradecimiento, pero lo único que he logrado es provocar algo peligroso. Precisamente esto, es la clase de cosas que debería estar mitigando.

Trato de pensar algo con rapidez que pueda decir para quitarle importancia a lo que acaba de ocurrir, pero la pequeña explosión estática que indica que ambos micrófonos, tanto el que llevo en el pecho como el que hay de pie, ha sido apagado y el alcalde que toma la palabra, lo evitan. Revuelo comienza entre la multitud y puedo distinguir al hombre que silbó siendo arrastrado a la fuerza hacia delante.

 Un agente de la paz me agarra bruscamente del brazo y comienza a arrastrarme hacia el interior del edificio de la Justicia

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 Un agente de la paz me agarra bruscamente del brazo y comienza a arrastrarme hacia el interior del edificio de la Justicia.

 Me muevo tratando de liberarme y llegar hacia el hombre para evitar lo que creo que va a ocurrir, pero el agente me agarra con más fuerza, haciéndome daño

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 Me muevo tratando de liberarme y llegar hacia el hombre para evitar lo que creo que va a ocurrir, pero el agente me agarra con más fuerza, haciéndome daño. Lo último que veo antes de que la puerta se cierre es al hombre obligado a arrodillarse en la parte alta de las escaleras ante toda la multitud y...

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Where stories live. Discover now