CAPITULO 42

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Nunca me había imaginado ese momento pero, sabía que me podría tocar. Sabía lo que venía después de ver las notas de literatura pero, aunque suena extrañamente raro, nunca me imaginé cómo iba a actuar.

Su sonrisa seguía intacta y sus ojos se estaban achinando cuando su sonrisa iba creciendo.

-Creo que ya he hablado demasiado.- comunicó, levantándose, haciendo que las rueditas de su silla inundasen el lugar.

Todavía sus últimas palabras resonaban en mi mente para comprobar que no era una alucinación. Ni un sueño, ni un invento de mi cerebro, ni una confusión de palabras por su parte. Su expresión me dejaba bien claro que lo había dicho.

-¿Cómo ha dicho?-le pregunté, con mi pecho vibrando. Mi estómago se contraía fuertemente como siempre me pasaba cuando mi corazón estaba demasiado acelerado. Mis piernas temblaban ligeramente, provocando que mi inseguridad aumentase.

El profesor West siguió sonriendo y sus ojos volvieron cuando habló.

-Dije que ya me he ido de la lengua, Sanders.-repitió.- Espero verla mañana en mi clase y la primera en revisar el tablón.

Levantó la mano, indicándome la puerta sin embargo, una sonrisa adornaba su rostro. Tragué pesadamente y mi mente reaccionó.

Le sonreí  antes de salir fuera de su campo de visión. Por el pasillo pasaban dos chicos con sus libros recargados, me sonrieron y les sonreí de vuelta, sintiendo la necesidad de aire. Caminé hasta el final del pasillo, y cuando vi el cartel que señalaba el baño, entré.

Me recosté en el soporte donde estaban los tres lavamanos blancos y respiré. ¿De verdad que el profesor West me había otorgado una plaza? ¿Había dicho que mi nombre aparecería en la lista o quizás me lo imaginé?

No, no. Imposible. Tenía el corazón a mil por hora... eso era una señal de que sus palabras existieron. El modo en que sus palabras resonaban en mis oídos también era una señal de que no fue un invento de mi parte. Sonreí, cuando la imagen de las puertas de la empresa encargada de las prácticas, se abrían ante mí. El profesor West nos había presentado unas diapositivas acerca del edificio. Alto, grande, brilloso y envuelto en cristal...literalmente.

Su fachada era puro reflejo y cristales. Poco era de cemento. Realmente asustaba pero, en el décimo piso de la sede, los trabajadores deberían sentir la adrenalina al mirar por los ventanales y ver toda la ciudad bajo sus pies.

Sonreí y estuve a punto de llamar corriendo a mi madre, a Andrew, Dafne y Louise pero, todavía no estaba segura de que había oído bien. En ese momento creía que mi mente estaba tan insegura que todavía no escuchaba las palabras del profesor West.

Salí del edificio, sintiendo como el sol llegaba a mi piel, nada más al pisar las escaleras. Miré hacia las mesas de madera y sonreí al ver a Andrew y a Louise todavía sentados, riendo de algo. Caminé hacia ellos y Andrew levantó su mirada hacia mí. Aumenté mi sonrisa y se rodó para que me sentara a su lado. Louise me sonrió, cerrando la carpeta que tenía enfrente suya.

-¿Qué te dijeron?-me preguntó Andrew, con su ceño fruncido.

-¿El profesor West?-asintió y Louise me prestó atención.

-Dafne me dijo que mañana dicen la lista.- informó Louise.

Asentí, sintiendo el nerviosismo apoderarse de mi cuerpo.

He dicho tu nombre, he dicho tu nombre...

Suspiré mientras Andrew me miraba con una sonrisa en sus labios y sin previo aviso estampó su boca en mi mejilla. Louise hizo una mueca y se burló de su amigo con la mirada.

Durmiendo a su ladoWhere stories live. Discover now