CAPITULO 23

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El sonido de sus llaves contra la mesa central del salón hizo que mi cuerpo saltara. El ruido se me pareció al timbre que sonaba siempre en el rin de boxeo y es que así me sentía. Él me había hecho saber que quizás lo que estaba a punto de empezar, lo era.

Vamos a hablarlo mejor en casa, había dicho antes de besarme precisamente para que no replicara. Y lo peor de todo es que no lo hice. No me gustó su forma de actuar pero, tampoco hice nada para que la cambiara. Sus labios me encontraron y la conversación con Gina se había esfumado por tan solo unos segundos.

Su cuerpo estaba tenso. Lo podía notar. Y aunque el mío también lo estaba, me incomodaba su tensión.

Sus pies, me guiaron a seguirlo hasta la cocina, donde se encontraba abriendo la nevera. Alcanzó un vaso y le echó agua para después llevárselo a su boca. Sus ojos conectaron con los míos por encima del borde del vaso y pude sentir como me fulminaba con unos ojos verdes fríos.

Depositó el vaso en el fregadero y después de volver a abrir la nevera y colocar la jarra, pasó por mi lado como si no le hubiera dicho nada sobre su madre. En ese instante, me encontré preguntándome que me molestaba más, su frialdad o su indiferencia...

-¿No íbamos a hablar?- le pregunté, sin necesidad porque sabía que él no tenía que hablar, él estaba obligado a hablar, a darme una explicación sobre lo que sucedía...

Mi voz hizo que sus pies se detuvieran y su espalda quedó enfrente de mí, a unos pocos metros, lo que me hizo saber que sus intenciones en ese momento eran otras, diferentes a las mías.

-¿De qué quieres hablar exactamente?- preguntó, dándose la vuelta. Sus brazos estaban a sus costados y me daban una impresión de cansancio. Estaba cansado pero, eso no le iba a permitir librarse de mí.

-No puedo creer que hayas preguntado eso.- dije acercándome a él. Crucé mis brazos sobre mi pecho y él cambió su apoyo de un pie a otro y miró a Chicle, sin querer mirarme a mí. Eso me molestó y mucho.

No me respondía y eso siguió molestándome. Mis ojos estaban puestos en él y los suyos en todo menos en mí...

-¿Tu madre me llamó y lo único que se te ocurre preguntar es eso?- dije, con amargura.- Alucinante, Andrew.

-Lea, creo que esta conversación ya la hemos tenido antes. ¿Sigues pensando que cambiaré de opinión?- me preguntó, con la misma amargura de mi voz. Ahora sus ojos si estaban puestos en mí y mi rabia, disminuyó.

Mi ceño se frunció inmediatamente al repetir la pregunta en mi cabeza. Esto no iba a ser fácil...

-¿Opinión sobre qué, Andrew?- le pregunté.

-¿Cómo es que mi madre consiguió tu número?- preguntó, ignorando la mía.

¿La discusión iba a ser así? ¿Él ignorando mis preguntas e iba a decir lo que le convenía sin tener un fin? Que ignorara mis preguntas me molestaba pero, en esos momentos eso era a lo que le daba menos importancia.

¿Le decía que Louise se lo había dado? ¿Decirle la verdad haría que su enfado bajase? No lo creía, al contrario. ¿Responder sus pregunta haría que él respondiese las mías?

-Personalmente, creo que en este momento eso es lo de menos.- le dije, suavemente.- pero si quie...- me interrumpió y muy en el fondo se lo agradecí.

-Fue Louise ¿verdad?- su tono era entre afirmación y pregunta. Asentí, escuchando como hacía un ruido con su boca que significaba molestia, además eso solo lo hacía cuando estaba realmente frustrado.

Durmiendo a su ladoWhere stories live. Discover now