CAPITULO 28

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Nuevamente, el despertador hizo que mis oídos doliesen. Me tomé todo el tiempo del mundo para apagarlo, a pesar de que su sonido taladrara mi mente.

Fui hacia el baño y, después de ducharme, me coloqué los vaqueros con una camiseta negra. Agarré el abrigo de botones y la bufanda. Bajé al comedor, donde estaba el buffet. Poco después, volví a subir a la habitación y me cepillé los dientes. Cogí el bolso y los libros y salí.

El metro vino rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos estaba en la universidad, subiendo los grandes escalones. Dafne se encontraba donde siempre, con sus codos apoyados en las rodillas y su mentón en sus manos entrelazadas, me sonrió.

-¿Qué te sucede?- le pregunté, sentándome a su lado y encogiendo mis piernas.

-Nada.- respondió, sencillamente.-estoy cansada y tengo sueño. Ayer en la noche no pude dormir nada por el maldito proyecto de Filosofía. Entre tantos filósofos y frases reflexivas voy a morir...Además leí una frase que no tiene sentido y no puedo dejar de buscárselo...

-¿Cuál?

-Si quieres A, haz B. Immanuel Kant.- soltó, con algo de amargura que me hizo sonreír. Resopló y escondí un mechón de mi pelo.- ¿La entiendes? ¿Crees que alguien la entenderá?

Reí suavemente y sus labios se estiraron.

-A veces creo que estaban algo... tocados, por así decirlo.- dijo, antes de reír. Abiertamente sonreí, otra vez, admirando como el cielo gris se reflejaba en la acera de piedra.

El ambiente era frío pero, no lo suficiente como para que nevara. Mis dedos estaban congelados y los uní, intentado darme el calor que quería que me diera otra persona... Siempre me abrazaba cuando tenía frio, siempre me rodeaba el cuello cuando mis dientes castañeaban, siempre me hundía en su pecho aspirando despacio sin querer que la fragancia se acabara...

-¿Tú ya lo terminaste?- preguntó, interrumpiendo mi repaso a la fachada del gran edificio de enfrente. Giré mi cabeza y cuando sus ojos conectaron con los míos, le sonreí.

-Sí.- afirmé.- resulta que últimamente en mi vida lo que sobra son los tiempos libres así que...- me interrumpió.

-Sabes que puedes acabar con eso cuando quieras ¿verdad?- preguntó haciendo que  mi mirada se despegase del edificio. Fruncí el ceño sin querer entender lo que trataba de decir...

-¿A qué te refieres?-le pregunté, deseando estar equivocada. Apoyé mis codos en las rodillas, al igual que ella y, de reojo vi como se enderezaba.

Algo me decía que venía lo que estaba evitando hace una semana. Por su expresión, pude descifrar que no estaba del todo equivocada y que, aquí y ahora, escucharía lo que no quería escuchar. Pensaría en lo que no debía pensar y reflexionaría sobre lo que no tenía que reflexionar.

Quería que me dijese lo que quisiese sobre Andrew pero, todavía creía que no estaba preparada. Quería escuchar su opinión pero, no quería que viese como mis ojos se cristalizaban, como mi voz cambiaba o como mis dientes eran enterrados en mi labio inferior, reteniendo una explosión en mi interior.

-Hablo del tiempo libre.- rompió el silencio a los segundos.- y no, no hablo de venirte conmigo cada vez que tengas tiempo libre. Hablo de Andrew, del Innombrable que es idiota.

Su color gris me rompió el azul de mis ojos y me perdí en el suelo de piedra. No era la solución, pero en ese momento no quería romper a llorar. No quería que viera lo mucho que le echaba de menos, lo mucho que necesitaba sus besos o sus brazos o, simplemente, lo mucho que deseaba que sus ojos me miraran nuevamente...

Durmiendo a su ladoWhere stories live. Discover now