CAPITULO 24

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El silencio siguió reinando en la línea mientras mi impaciencia y mis conclusiones estúpidas se amontonaban en mi mente.

-Sí. ¿Por qué lo pregunta?- le pregunté.

-Quisiera hablar esto en persona.- comentó, lo que me temía.- Si puedes, podíamos quedar en algún lugar y hablar sobre...-calló, y escuché un ligero aire a través de la línea.

Yo también suspiré, sintiendo que me estaba sumergiendo demasiado en el asunto. Estaba totalmente segura que a Andrew no le gustaría si supiera que yo seguía hablando con su madre. Si supiera que me estaba planteando su sugerencia sobre vernos,... si supiera que seguí hincando en la herida.

-Vale, sí.- afirmé, algo insegura. No creía que era lo correcto, no creía que debía hacerlo...- Cuando usted pueda...

Otro suspiro de su parte, haciendo que mi mirada caiga sobre el suelo y me mordí el labio, dudosa sobre lo que debía hacer realmente.

-Bien,... Creo que me vendría genial para hablar sobre Andrew,...además quiero conocerte y necesitas una explicación sobre,...sobre esto.-habló, lentamente. Dibujé una sonrisa ligera en mis labios y suspiré, nuevamente, al saber que había reaccionado mejor de lo que pensaba.

-Claro. -dije.- A mí también me vendría bien... Su hijo es imposible. -volví a hablar, y escuché una suave risa. - No hay quien le haga cambiar de opinión,...es,...es...

-Lo sé.-me interrumpió, y sonreí.

Andrew era como una masa de hielo frío y duro cuando creía en algo y, me molestaba que no fuera capaz de hablar del tema. Era cabezota pero, sabía que si no lo fuera, no fuera él...

-¿Te parece que nos veamos en Freiche?- preguntó después de unos segundos. Fruncí el ceño, repasando los nombres de las cafeterías más conocidas de la zona pero, no di con ninguna que se llamara así.

-Lo siento pero, no sé donde es.- le dije, apoyándome en la pared lateral de ladrillos, distinguiendo un trocito de cielo azul, el cual fue lentamente, tapado por las nubes grises que inundaban Seattle. ¿Era algún tipo de metáfora? ¿Venía ahora lo peor?

Su risa me despertó y sonreí, sin sentido al escucharla.

-No sé si todavía sigue existiendo, pero supongo que sí.- comentó de una forma normal.-Era muy conocido en la ciudad para que ahora no esté abierto...

La escuché atentamente, mientras mi mente deambulaba por las tantas calles buscando un sitio conocido y transitado que ella pudiera conocer...

-¿Conoce Waterfront Park?- le pregunté, interrumpiendo el silencio que se había formado. Miré instantáneamente el reloj de mi muñeca, para saber cuánto tiempo me quedaba para empezar mi turno.

-Sí, lo conozco. -Afirmó, de repente.- Es un sitio fantástico para hablar.

-Sí, lo es.- dije, sonriendo, y sin pensar en las consecuencias.

-¿Mañana, miércoles te viene bien?- preguntó, sigilosa, mientras yo repasaba mentalmente mi horario en Delicious.

-Uy, no.- dije, disculpándome. Pasé mi mano por la frente, apartándome el pelo. -No puedo. Es que trabajo hasta tarde y...- me interrumpió.

-No pasa nada. Entiendo.-habló, suavemente.- ¿Cuándo puedes?

-El jueves. Pasado mañana no tengo que trabajar y sería perfecto.

-Genial, Lea. Estaré allí a las cuatro de la tarde. Cuando lo esté te llamo y me dices donde te encuentras.- dijo, rápidamente.

-Vale.- le respondí, alegre.

Durmiendo a su ladoWhere stories live. Discover now