CAPITULO 10

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Con el sonido de mis tacones negros nos condujeron hasta la mesa que había reservado Simon.

El restaurante estaba decorado con todos los tonos de grises existentes. Al principio del pasillo bordeado de mesas había una mini barra. Las butacas también eran grises pero el tono de gris no te producía tristeza.

Cuando llegamos a la mesa, el camarero canoso me separo la silla de la mesa y me permitió sentarme. Sacó una libreta pequeña de su delantal negro muy parecido al del Delicious.

-¿Qué se les ofrece de bebida?- dijo aclarándose la garganta pero eso no evito que su voz sonara ronca.

Eché una ojeada rápida a la carta y fruncí el ceño cuando leí lo que ofrecían para tomar. Todo eran vinos con nombres desconocidos. Seguí con la mirada los puntos suspensivos, buscando el precio. Casi me dejo caer de la silla. 

Tragué varias veces seguidas y pestañeé, asegurándome que mis ojos no me engañaban.

-¿Y usted?- dijo el camarero dirigiéndose a mí. Levanté la cabeza y me mordí el labio sin saber que pedir.

-Lea ya pedí el vino, no te preocupes. El que pedí es uno de los mejores. –dijo Simon poniéndose la servilleta de tela en los muslos.

-Una botella de agua, por favor.- le pedí al camarero después de unos segundos. Él lo apuntó y antes de darse la vuelta e irse dijo:

-Enseguida les traigo las bebidas.

Cuando perdimos de vista al camarero Simon tomó la palabra.

-¿Te gusta?- me preguntó tocando el borde del plato brillante.

Le sonreí ampliamente.

-Claro, ¿Cómo no me va a gustar? Es alucinante. –recorrí con la mirada el restaurante y era precioso. -¿Cuándo planeaste todo esto?

Él soltó una carcajada suave antes de responderme.

-Se me ocurrió esta tardé. Hacía tiempo que no salíamos así y me apetecía. –dijo, sonriendo. Me hizo sonrojarme, bajando la mirada avergonzada con él. 

Lo había engañado. Él no se merecía eso. Él no se merecía que yo estuviera pensando en otro chico y que ese chico alterara mis sentidos.

-Gracias.- le dije devolviéndole la sonrisa. La de él aumentó y quería lazarme sobre él por ser tan bueno.

-¿Por qué?- preguntó con su ceño fruncido.

-¿Realmente no lo sabes?- le pregunté, sonriendo levemente. Él negó con la cabeza.- por esto, Simon. Eres tan delicado conmigo y detallista que llega a un punto en que me da vergüenza contigo. Yo no soy para nada detallista y no se me ocurren este tipo de cosas tan agradables y románticas.

-Lea, no me tienes que dar las gracias por nada. Te quiero, por eso lo hago.

El camarero volvió cuando iba a contestarle. Se lo agradecí mentalmente porque, realmente, no sabía que iba a decir. 

Me sentí fatal al no poder responderle con un 'yo también' pero, pensé que me sentiría el doble de mal si le dijera eso sabiendo que no estaba totalmente segura.

El camarero apuntó en su libretita lo que pedimos y otra vez desapareció por la puerta.

La comida tardó más o menos veinte minutos en llegar y cuando lo hizo, estaba deliciosa. Hablamos de todo un poco, sobre las notas que llevábamos por ahora y que íbamos hacer en navidades.

Hasta el momento no había pensado en las vacaciones de Navidad. ¿Iba a regresar a casa? Mi madre no me había dicho o preguntado nada así que podía decir que no había pensado en eso tampoco. Además, actualmente no tenía dinero, ¿cómo iba a ir?

Durmiendo a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora