CAPITULO 25

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Mi teléfono vibró en el bolsillo y tragué saliva, antes de responder como era debido.

-Hola, Lea.- saludó la voz de Gina. Mis dedos se aferraron a la madera mojada y respiré profundamente.

-Gina, hola.- respondí, casi en un susurro.-¿Ya estás aquí?

La espera para escuchar nuevamente su voz, duró tan solo unos segundos pero, me parecieron una eternidad. Su respiración se escuchaba fuertemente en mi oído y me aferré al móvil para controlar la mía.

-Sí. Estoy justamente en la entrada. Em...- suspiró y el viento provocó un sonido raro en el móvil.- Enfrente de mí, está Tully's... ¿Estás muy lejos?

Sonreí, al instante, y me giré, provocando que mi mano cayese desde la barandilla.

-No.- le dije rápidamente.- voy hacia allá.

Colgué, sin escuchar su voz y guardé el móvil.

El paseo estaba abarrotado de gente caminando en todas las direcciones y, esquivé algunos cuerpos, torpemente, mientras mi incertidumbre crecía y crecía. Estaba dividida... completamente dividida. Tenía ganas de llegar hacia ella, de verla, de conocerla pero, no quería saber lo que le continuaba a esta cita. No quería saber nada más que no fuera el momento,...no quería pensar en Andrew.

Caminé hacia la cafetería y me detuve enfrente de ella, tal y como, me había dicho Gina. Repasé mi alrededor, buscando alguna persona desorientada o mirando a su alrededor pero, las personas paseando sobre las tablas de maderas no me dejaban el campo de visión libre.

Segundos más tardes, un pequeño hueco se abrió entre la multitud, permitiéndome admirar algo más allá del paseo colapsado. Fruncí el ceño, dudosa cuando mis ojos se detuvieron en una mujer sentada en uno de los tantos bancos que inundaban el lugar.

Llevaba consigo un paraguas y me fijé que también parecía buscar a alguien en su entorno. Mis ojos no se apartaban de ella y realmente se me pasó por la cabeza acercarme y preguntarle pero, no hizo falta.

Su cabello color cobre se giró hacia mí y tragué saliva, observando como una sonrisa lenta iba tirando de sus labios.

Se levantó y caminó, firmemente. Repasé su cuerpo e inmediatamente, busqué algún parecido con Andrew. Su pantalón de planchar beige, su camiseta blanca, su delicado caminar y su pelo perfectamente peinado me recordaron cómo debía ser frente a ella. Respiré para calmar mis pulsaciones pero, fue algo sin resultado.

-Lea.- dijo, casi exclamando y sonrió.-Encantada... Me alegro tanto de que por fin nos conozcamos...

Su brazo me rodeó la espalda e hizo que me acercara a ella en modo de abrazo. Mi cuerpo estaba rígido y mi voz había desaparecido temporalmente.

-Yo también.- le confesé, suavemente. Me miró y por primera vez veía algo de su hijo. Ese verde que me hacía desear algo que no podía tener...

-¿Te parece si vamos a Freiche? No queda muy lejos de aquí, tal vez a dos o tres calles.

Asentí, comenzando a caminar a su lado. La miré de reojo por puro nerviosismo y su cabeza alta y su media sonrisa, me recordaron que lo que uno siente realmente, está en el interior. ¿Quién diría que la persona sonriente que tenía a mi lado, estaba desesperada por hablar con su hijo?

-¿Llevabas mucho tiempo esperando?- preguntó de repente. Dejamos atrás los tablones de madera y doblamos la esquina, atravesando una de las avenidas más conocidas de Seattle. Tragué saliva y le volví a mirar.

Durmiendo a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora