-La marca de la que habla Orochimaru-sama ¿Es acaso una Luna y un Sol unidos?

Tras escuchar lo que su subordinado decía, las rendijas que tenía como ojos, le brillaron con avaricia. Si la chica era una Hikari, él saldría más beneficiado de lo que alguna vez imaginó. Tendría bajo su cuidado a dos de los clanes más codiciados... Hasta podía utilizar a la joven como siguiente contenedor, dejando al peli-negro vivir unos años más, los suficientes como para hacerse fuerte y matar a Itachi.

Kabuto al percibir la intensa mirada de su Lord, se acercó a la camilla y sin más preámbulos, apartó los largos cabellos de Yumi dejando al descubierto el símbolo del que su maestro había hablado. El astro rey y la Luna refulgían en su cuello.

-No la dejes ir cuando despierte -soltó de pronto, saliendo de la habitación regocijándose por su suerte. Debía agradecerle a Sasuke por traerla, y porque sin saberlo, la chica había comprado más años de vida al peli-negro.

***

El lugar lleno de frascos con raros objetos dentro y líquidos de todos los colores, le dio la bienvenida una vez abrió los ojos. La cabeza le palpitaba y el sonido de algunos objetos metálicos chocar entre ellos, no hacía más que empeorar su desorientación. No sabía dónde estaba, ni porqué sus tobillos y muñecas estaban atadas, mucho menos reconocía al hombre de cabellos blancos y anteojos que vaciaba el contenido de un tubo de ensayo a otro. Un escalofrío la recorrió. ¿Qué pensaban hacer con ella? ¡Su padre le había advertido millones de veces que no se acercara a extraños! Y era lo primero que había hecho... Lo siento, padre, se disculpó arrepentida, Tal parece que no podré liberarlos de Ryuto como querías. Hikari Ryuto era el actual líder de su pequeño clan, un hombre agresivo y avaro que había asumido el cargo que su padre dejó al morir, y entrenaba a los más jóvenes sin descanso, con una sola comida al día y casi nada de agua.

Yumi pensó entonces en su hermana pequeña, a la cual había prometido proteger de ese bribón y cualquier idea de rendirse desapareció. Si había algo que amaba más que a nada en el mundo, era a Sorato. ¡No podía morir! No sabiendo que él podría hacerle daño... Tal y como alguna vez su padre le había enseñado, hizo los sellos con una mano y pronto, su muñeca se vio rodeada de fuego que quemó las esposas de cuero que la unían a ese incómodo lecho.

El olor a quemado hizo girar al albino, sorprendido de encontrarse con la chica de pie y mirándolo con dureza.

-Muéstrame la salida -pidió aparentando tranquilidad.

-Lo siento chica del clan Hikaru, pero no puedes abandonar el lugar.

Yumi tembló ante el apellido que había usado, y el cual era la razón por la que muchas personas de su entorno habían muerto. No solía dar su nombre completo a cualquiera... pero con aquel chico herido lo había hecho, porque se trataba de un Uchiha y según las leyendas de su pueblo, ellos eran gente en la que se podía confiar. Eran familia... y se negaba a creer que él fuera el responsable de esto.

-Lo diré una última vez...

El hombre formó con sus manos unos bisturíes de chakra y apuntó hacia ella.

-Puede que no sea gran rival para alguien como tú, pero al menos te detendré hasta que Orochimaru-sama haya masacrado toda tu aldea.

Yumi se quedó de piedra. Había escuchado ese aterrador nombre en muchas ocasiones bajo la luz de una fogata, pero jamás creyó en él y tampoco en las hazañas que se le atribuían. Hazañas que en su mayor parte, eran terribles y crueles.

-No... no puede hacerlo. Ellos no han hecho nada... Por favor -rogó, asustada.

Su madre y hermana estaban ahí, probablemente cenando, preguntándose dónde se habría metido...

Kabuto sonrió en dirección a las sombras, en donde su Lord hizo su reaparición, haciendo que la muchacha girara sobre sus tobillos y chocara miradas con él.

-No Kabuto, no seas grosero con nuestra ilustre invitada. Ten en cuenta de quién se trata y de lo que podría hacerte si quisiera, o si pudiera... -Esos ojos, ese porte y esa cantidad de poder que emanaba de él, le decía que se trataba de uno de los tres conocidos sannin. El traidor de Konoha. Yumi tragó saliva disimuladamente-, Hagamos algo mejor. ¿Qué tal si apostamos, eh?

La chica tenía todas las de perder, pero aun así optó por aceptar. Si huía o replicaba, su aldea corría más riesgos.

-¿Qué es lo que propone?

-Si me ganas en una pelea, te dejaré libre y no daré un paso cerca a donde habita tu clan. Pero si pierdes, te quedarás conmigo y serás mi nuevo contenedor.

-¿Qué hay con mi familia? -quiso saber- Si pierdo... ¿Qué pasará con ellos?

-Siempre y cuando aceptes quedarte aquí una vez hayas perdido, no les haré daño.

Yumi suspiró, no tenía salida. Debía ganar, si no... jamás los volvería a ver, y no habría nadie que cuide a Sorato. Debía ganar por el pueblo que una vez su papá deseó confiarle... Por la gente que creía en su fuerza. Porque ella era el arma de los Hikari.

Orochimaru vio a tiempo la resolución de la muchacha, y antes de que ella aceptara, ya estaba caminando rumbo al exterior donde Sasuke entrenaba con su katana.

El azabache sintió la presencia del viejo que intentaba hacerse con su cuerpo y se volteó listo para dedicarle una mirada cargada de frialdad si se atrevía a saludarlo, pero este ni siquiera se acercó. Sasuke giró un momento, viendo cómo Kabuto le entregaba a Yumi su kunai y Orochimaru, al otro lado, se relamía repetidas veces los labios. La situación no pintaba bien. Algo iba mal.

-Las condiciones ya han sido fijadas, que comience la pelea -recitó el albino dando un paso atrás y dejando libre la pista a los dos combatientes.

Tal y como lo había pensado, esto no lucía nada bien.

Un capítulo más de Kimi ga Suki, con mucho cariño para todos ustedes.

Saludos de Maii-sempai y Miri! :)


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