Capítulo 34

4.7K 436 190
                                    

¿Enserio? ¿Cómo que él no los había mandado? Esto era absurdo, tenía que ser él. Siempre es él, de hecho. 

- ¿Tú no... - no quise ni terminar la pregunta, hacérsela era síntoma de que tenía dudas y le podía creer, pero era muy obvio que fue él. 

- Brooky, eres mi juguete más preciado ahora mismo - que bonito, sí, sus palabras me llegaban al alma - No quiero que te rompan antes de tiempo. 

- Obviaré tu comentario - dije moviendo la mano para quitarle importancia - ¿Y por qué iba a creer que no fuiste tú?

Me miró con el ceño fruncido y al poco tiempo enarcó una ceja.

- Porque yo siempre te aviso de que es mi juego princesita.

Puse los ojos en blanco, pero en realidad llevaba razón. Él dejaba una nota o algo que identificase que era su juego. Era un lunático, pero nunca me había hecho daño a mí, sino a lo que me rodea. 

Le miré detalladamente. Su expresión era neutra, su boca estaba apretada en una fina línea, sus ojos desde aquí eran de un azul extraño. No llegaban a ser del todo azules, pero no sabía que otro color decir sino. Y no me preguntéis, por qué o por qué no, le hice una pregunta: 

- ¿Qué pasó con tu novia?

Sus pupilas se oscurecieron. Sus puños se apretaron tanto, que sus nudillos se tornaron blancos. Su mandíbula estaba en tensión y casi podía oír el chirrido de los dientes apretados. Sus ojos se entrecerraron y me miraron examinándome. 

- La maté - murmuró fríamente. Se puso de pie, se pasó un mano por el pelo y me volvió a mirar para preguntarme - ¿Es eso lo que quieres oír verdad? 

Tragué saliva de forma pesada. Me estaba intimidando un poco verle en este plan de agresividad. Pero respiré hondo y dije lo más tranquila que pude: 

- Quiero oír la verdad.

- Nadie quiere oír la verdad - cerró los ojos con fuerza como si estuviese recordando - Y tú menos. 

Me levanté de mala gana de la cama y le empujé con un dedo en el pecho. Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Vale, solo llevaba una camiseta de tirantes ajustada y unas bragas negras. Pero eso me era indiferente, a mí, nadie me habla así. 

- Yo - dije mientras le volvía a empujar - Yo quiero oír la verdad, me guste o no me guste... - bajé ya mi mano de su pecho y murmuré más para mí misma - Odio las mentiras. 

- Ya somos dos. 

Cuando volví a mirarme era como verme reflejada en él. Había algo que me hacía pensar que él también había sido traicionado de alguna manera. Oh dios, quizá la lunática ahora era yo. 

- Me debes una pregunta - él puso cara de seriedad y asintió con algo de nervios - ¿La mataste?

Me dio la espalda y caminó hacia mi ventana. La cual estaba abierta, seguro que ha entrado por ahí el muy idiota. Se sacó un cigarrillo suelto del bolsillo del pantalón y un mechero. Fumó varias caladas mientras yo esperaba su respuesta. 

Realmente le podía haber preguntado muchas más cosas importantes que no fuese esta. Pero había algo, había algo dentro de mí que me decía que lo tenía que saber. Era como... No sabría explicarlo, pero nunca habéis tenido la necesidad de conocer una respuesta, aunque las demás sean más importantes y esta no. Esta era necesaria. 

Le toqué el hombro. Se tensó un poco, pero enseguida se volvió a relajar. Veía en él a un psicópata, pero un psicópata roto. 

- Gale - dije su nombre como una orden. Tenía que contestarme y ambos lo sabíamos.

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora