Capítulo 3

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Me desperté sobresaltada. Había tenido una pesadilla, porque sí amigos, soñar con la primera vez que nos vimos Dylan y yo... Eso no podía ser nada bueno. 

Había salido ayer de la cárcel, según los papeles que le cogimos a Malcolm. Abrí las grandes cortinas moradas y vi que hacía sol. Llamarme rara, pero desde hace un tiempo prefiero la lluvia, la oscuridad... La noche. Oculta todo lo que no quieres que otros vean.

Bajé a la gran cocina todavía con mi pijama de seda. Era una camiseta de tirantes con un poco de encaje y un pantalón largo. Mi casa siempre tenía puesta la calefacción, era como vivir en continuo verano, aunque en la calle hiciese dos grados. 

A Dafne la despedí hace mucho tiempo, no me gustaba como se metía en mi vida. Siempre me trató como una hija, y ella para mí no era una madre. Simple y conciso, la dije adiós. Mi padre apenas está en casa, tiene un ático al lado del banco donde se queda constantemente a dormir con su puta, porque sí tenía que estar viendo a alguien. 

En definitiva, vivía en un chalet de tres plantas prácticamente sola. En realidad Lucas me hacía compañía, le contraté como chico para todo. Es un Argentino de muy buen ver, digamos que no solo se ocupa de mi casa.

Me puse un café solo. Mi boca estaba acostumbrada ya a ese sabor amargo y puro. Y me encendí un cigarrillo para fumar y beber a la vez.

Oí pequeñas pisadas encaminarse hacia aquí.

Venía corriendo.

Dama.

Sí yo no era la única con ese nombre. 

De hecho no era mi nombre, en todo caso mi apodo o sobrenombre. 

Y mientras yo pensaba todo ella llegó a la cocina. Se la veía contenta y realmente enérgica para lo que solía ser.

Mi perra es negra completamente, tiene las orejas caídas y es más bien pequeñita. Fue mi última acción de vulnerabilidad, la rescaté por pena. Le falta una pata y digamos que no soporté que la mataran. 

No me arrepiento, no me malinterpretéis, es lo único bueno que queda en mi mundo. Lo único que no he contaminado. 

Me agacho para acariciarla el lomo y ella mueve la cola contenta. Dama es una buena perra, cuando estoy enfada no se me acerca, parece que lo siente. En cambio cuando estoy lo suficiente animada la saco a pasear.

Odio que la gente la mire con pena y lastima. Dama es mejor ser vivo de lo que ellos lo serán en toda su miserable vida y mucho más bonita. Digamos que si intentas encontrarme una debilidad... Ella sería la clave.

- Hoy saldremos a pasear si te portas bien - la comenté mientras la rascaba las orejitas.

Ella ladró de felicidad y se fue hacia su habitación. Estaba en el piso de abajo, por el simple hecho de que la cuesta una vida subir escaleras, sino la tendría más cerca. 

Al acabar el café apagué lo poco que me quedaba del cigarrillo y subí de nuevo a mi cuarto. Entré en el vestidor y miré todas las prendas. 

Me decidí por unos pantalones de cuero que cuando me los ponía parecían una segunda piel y una camisa vaporosa azul clara. La cazadora negra de cuero no podía faltar, me recogí el pelo en un moño, demasiado bien hecho y me puse unas botas altas con un poco de tacón. 

Lo sé, solo iba a sacar a la perra, pero ya que daba un paseo, debería de ir al Viñedo. No, no es un viñedo real, es la zona donde nos reunimos todos si yo lo digo. Llamé al gemelo uno, así es como le añadí a mis contactos y enseguida respondió:

- ¿Qué necesitas?

Les tenía muy bien entrenados, eso me sacó una sonrisa. 

- Viñedo en media hora, que no toquen a la chica. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora