Capítulo 31

5.1K 411 172
                                    


Hace 6 meses

No sabía muy bien a donde me estaba dirigiendo. Solo conducía sin destino aparente a donde me llevase el coche. 

Entonces lo entendí. 

Iba hacia el Viñedo. Por una parte no quería, eso me traía recuerdos realmente malos, pero por otra... Oh dios deseaba tanto arrebatarle todo a Dylan. Quería que me diese su corazón y aplastarlo como si fuese un simple vaso de plástico. Quería que se entregase en cuerpo y alma y dejar cicatrices de mi paso en ambos sitios. Quería destruirle. 

¿Sabéis lo que quería por encima de todo? Dejarle solo, quitarle todo y dejarle sin nada. Porque eso es lo que él me ha hecho a mí. Ahora no confío en mi padre, ahora mi orgullo se ha esfumado, ahora mi corazón lo tiene él. 

Pero sabéis algo que no me ha quitado. La cabeza. Voy a ser más lista de lo que se ha esperado de mí. Voy a jugar a su juego y empezaré por robarle su patético grupo de seguidores.

Aparqué en una zona aún tranquila, no en el mal barrio donde se reunían. Estoy segura de que aún no saben lo que le ha pasado a su maravilloso líder. Que ganes de ser yo la que les de la noticia a esos idiotas que solo saben seguir a un idiota mayor. 

Anduve un tiempo hasta llegar a la puerta. Había un chico que no reconocí. No es que yo conozca a todos, pero sí recuerdo algunas caras. Es alto, no tanto como Dylan, pero a mí me saca al menos quince centímetros o más. Su camisa es ancha, no la típica para marcar músculos, aún así parece que tiene buen cuerpo. Tiene el pelo castaño oscuro o negro, no lo llego a apreciar y bastante corto, tanto que no necesita peinarse. Sus ojos de un intenso azul me examinan. 

Creo que él si me ha reconocido. Supongo que como olvidar a la chica de Dylan que mató a uno de los suyos hace menos de un mes. 

- ¿Qué haces aquí? - preguntó seriamente y mirando a todos lados, como si buscase algo.

- ¿Acaso no puedo? - me quité las gafas para que viese en mi mirada que no me iba a achantar, que o me dejaba pasar o me dejaba. 

- No es tu sitio.

- No tengo ningún sitio - dije enarcando una ceja. Estaba harta de que me tratasen como a una princesa de cuento. Cuando no lo era. 

- Y este no lo será, para alguien como tú es peligroso.

- ¿Y cómo soy yo? - pregunté inquisitivamente. 

Juro por dios que como diga la palabra princesa le mato. No sé con qué, porque no tengo ningún arma a mano, pero no voy a permitir de nuevo tal tontería.

- Buena - murmuró por lo bajo. 

Casi me saca una sonrisa. Creo que siempre fui buena persona, pero ahora, ahora iba a ser la peor pesadilla. Haría lo que hiciese falta para saber qué llevó a Dylan a usarme, y por qué narices se tuvo que acostar conmigo. 

- Mi bondad se ha ido cuando he metido a Dy en la cárcel - dije su apodo con recochineo, iba a empezar a ser fría. 

Me dejarían de llamar princesa, para llamarme reina. La reina del hielo. 

- ¿Qué has hecho qué? - me preguntó con los ojos como platos.

Pude apreciar ahí unas pequeñas motas verdes al rededor de su pupila. Eran unos ojos jodidamente perfectos. 

- Meterle en la cárcel - lo dije lentamente a ver si así me entendía. A ver les consideraba cortitos, pero no tanto. 

Se le escapó una pequeña sonrisa de medio lado y abrió la puerta para dejarme pasar. Me seguía pisándome los talones. De repente sentí su aliento en mi cuello. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora