Capítulo 24

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Notaba una sensación extraña en la boca del estómago, la garganta la tenía seca y como con sabor a bilis. Sentía todo mi cuerpo pesado y me encontraba en una posición incómoda.

Mis párpados subieron pesados y vi mucha luz. Intenté taparme con la mano... Y entonces descubrí que mis manos estaban atadas con una especie de tela suave. ¿Dónde coño estaba y quién me había atado? Ay dios, que dolor de cabeza.

Volví a abrir los ojos, aunque los párpados me pesaban como si fuesen de hormigón. Me encontré mirando un techo blanco y con grietas. Tenía una lámpara algo antigua, la cual estaba apagada. Sentí frío y entonces me di cuenta.

No llevaba puesto mi vestido negro como de lycra, en cambio tenía una camiseta ancha, muy ancha y blanca con unas letras negras. Las examiné y ponía, Harry Potter. Genial me había secuestrado un loco, gordo, porque esta camiseta era una XXL como poco, y que adora a un personaje ficticio. 

Estaba en una cama individual y también tenía los pies atados entre ellos. Quien fuese parecía que no sabía mucho de estos temas, porque o me atas a algo o me puedo mover aunque la tela dificulte mis pasos. 

Me senté en la cama y solté un suave suspiro para que nadie se diese cuenta. No encontré nada mío en ningún lado, aunque en la mesilla tenía un vaso de agua y una pastilla, junto con una nota.

Para la resaca y la droga.

Que maravilla, el que me había drogado ahora pretendía que estuviese bien. Toqué con mis pies desnudos el suelo y vi en ellos mis tacones. Con las dos manos atadas cogí uno como pude y lo examiné. 

Esto podría salvarme la vida. Si le clavaba bien el tacón quizá...

Oí ruidos detrás de la puerta y fui corriendo hacia ella. Se abría hacia dentro así que me escondí en el lado donde quedaría la puerta. El cuerpo me pesaba como si yo fuese obesa, pero probablemente sería mi única oportunidad de escapar. 

Cuando la puerta se abrió lentamente, intentando no causar ruido yo empuñé mi tacón como si fuese una espada o al menos un arma decente. 

Un cuerpo entró y mi arma "letal" se estampó contra su espalda. No le hice nada, ni siquiera perforó un poco su piel, como mucho tendría un moratón. Menuda arma me he buscado... 

Sin comentarios.

Y sí amigos, vi a mi secuestrador y cuando nuestros ojos se encontraron me dijo con tono de diversión y picardía:

- ¿Enserio Brooke?

Yo fruncí el ceño y fui hacia la cama ya que estaba tapando la única salida que había y mi cuerpo estaba hecho un flan. Me encontraba inestable. Así no iba a ir muy lejos ni aunque lo intentase con todas mis fuerzas.

- ¿Qué quieres? - pregunté de mala gana.

Bufó, probablemente como advertencia. Debería de ser más respetuosa, supongo que si te secuestran te tienes que someter levemente, pero a mí este tío no me inspiraba ningún respeto. 

- Toma - en sus manos encontré mi vestido, mi liga, pero no estaba mi navaja. 

Asentí cuando se lo cogí como pude. 

- ¿Por qué no me desatas Dylan? - pregunté poniendo ojos de perrito abandonado.

- Porque no vas a querer hablar conmigo... - murmuró por lo bajo mientras saca de su bolsillo trasero una navaja, mi navaja - Si me prometes una conversación te desato - yo le miré como si me estuviese pidiendo que saltase al vacío. No quería hablar con él de nada - Brooke, sabes que tenemos que hablar. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora