Capítulo 22

5.5K 419 129
                                    

Mi corazón latía en el pecho a un ritmo bastante desorbitado. Cómo me ha podido traer Thomas aquí sin contarme antes lo que me iba a encontrar.

Volví a mirar al hombre y... Dios, sentí pena. Sí, yo sintiendo pena. Pero es que esto era demasiado retorcido, demasiado horrible hasta para mí.

Me fijé detalladamente en su cara. Tenía una gran cicatriz en la frente, como si le hubiesen restituido la cara entera. Tenía moratones por lo pómulos y los ojos en la profundizad de sus cuencas. La barbilla también la tenía restituida y con una cicatriz importante. 

Sus ojos de un azul oscuro se posaron en mí.

Apreté los puños con fuerza, aunque esta vez no llegué a clavarme las uñas del todo. Me estaba escaneando como si yo fuese una posible amenaza. La furia emanaba de mi cuerpo, quién en su sano juicio le hace esto a una persona. Yo misma mataría a esos desgraciados por hacer esto a alguien.

- ¿Qué le pasó? - le susurré a Thomas ya que estábamos aún en la entrada y el hombre desfigurado en el otro extremo de la habitación. 

- Luego te lo explico - murmuró de mala gana - Jay Jay - gritó de nuevo, dejándome casi sorda. 

- ¿A quién has traído? - la voz del hombre era rasposa como si destilase veneno y le costase no soltarlo todo con las palabras.

Debería de tener unos cuarenta años, pero quizás serían menos, ya que con lo que le han hecho en la cara... No se puede calcular mucho la edad de una persona. 

- Ella es... - Thomas se lo pensó un poco y acabó contestando - Una amiga.

- ¿Y por qué me traes a tu amiga? - volvió a preguntar aún sin mirarle. Me seguía observando como cuando observas a los peces de una pecera. Esperas que hagan algo diferente, pero a la vez sabes  que simplemente se moverán en una dirección. Me sentía enjaulada en su mirada.

Cuando llego a su altura le tiendo la mano. Aunque sea una chica, en este mundo nunca se saluda dando dos besitos. Si das un buen apretón, firme y con fuerza, te trataran con mayor respeto. O al menos eso me parece a mí.

Sonríe de lado y a mi se me hiela la sangre al ver las costuras de su boca moverse hacia arriba. Cuando su mano hace contacto con la mía, mis ojos van directamente a ese punto. Oh dios, normal que notase la mano áspera y abultada. Tiene quemaduras muy graves en las manos y probablemente seguirán por sus brazos, por lo que pude apreciar cuando se le subió la manga de la camiseta.

Aún así no se la quito, aunque fue mi acto reflejo, y aprieto como si quisiese indicar que no me achanto. Eso le hace sonreír más y veo sus blancos dientes que hacen una aparición estelar. Tendría una sonrisa bonita de no ser por esos puntos.

- Es buena - le dice a Thomas ya por fin dejando de mirarme. 

- No se suele saber lo que piensa - contestó éste. 

Yo frunzo el ceño en señal de que les estoy oyendo y hablan de mí como si no estuviera. Vuelve a depositar esos ojos azules que transmiten fuerza en mí y me dice en un suspiro:

- Me recuerdas a alguien.

Yo me encojo de hombros y Jay o como se llame nos conduce a una mesa un poco destartalada, pero limpia con cuatro sillas de plástico. Quita una dejando el hueco pertinente a la silla de ruedas de Thomas.

- Pues queremos saber algo de Gale - el desconocido hace una mueca de disgusto y entonces me planteo que quizá fue él quien le hizo esto - El hijo de puta está jugando con ella, aunque he de reconocer que no va mal la chica, ya sabes... Para lo que son sus juegos - concluye Thomas sonriéndome tímidamente. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora