Capítulo 26

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Se quedó a comer Connor con todos nosotros, pero mi padre ya se había ido cuando bajé de la ducha. No sé por qué esperaba otra cosa, teniendo en cuenta que nunca está en casa a no ser que le interese algo de mí. 

Intenté alejar todos esos pensamientos de mi cabeza mientras me comía unos tallarines a la boloñesa que preparó uno de los gemelos. Thomas ya se levantó de la silla de ruedas, aunque no podía andar mucho tiempo, al menos podía algo y dejó de usarla.

- ¿Qué tal te encuentras? - me preguntó Elena en bajito mientras que los chicos hablaban de deportes. Como no.

- Bien. 

Tengo una extraña manía de contestar siempre igual a esa pregunta. Aunque no lo estuviese, incluso aunque estuviese mejor, siempre era bien. Para todo era bien. 

- ¿Ya estás más estable?

Yo la miré con el ceño fruncido y sin entender. No había dicho que no estuviese estable, en ningún momento. De hecho intenté parecer lo mejor posible, debido a mi padre sobretodo.

- Venga ya Dama, se notaba cuando viniste que no podías ni con tu alma. 

Puse una mueca entre asco y dolor. ¿Todos me lo habían notado? No me gustaba mostrar debilidad y mucho menos mostrar nada que yo no quisiese que se me notase. ¿Mi padre también se había dado cuenta? Quizá culpe al alcohol...

- Ya estoy mejor - intenté sonreirla, pero creo que se notó un poco falso. 

Centré mi vista en el plato dando vueltas a esa casa. Recuerdo que era blanca, como de película, tenía la puerta y el marco de las ventanas azules. Dos pisos y una buhardilla donde tenía todos los juguetes cuando era pequeña. Era mi sitio favorito de esa casa.

Está a unas dos horas de aquí, quizás un poco menos. Decidí que tenía que ir hoy mismo a comprobar si estaba en lo cierto o no. 

- Luego salgo - dije aunque los demás estaban hablando entre ellos.

Entonces se callaron y todos los ojos se centraron en mí. Puse los ojos en blanco, venga ya, ahora todos me hacían caso. Esto era un momento de película.

- ¿A dónde? - preguntó Thomas, que parecía ser el único que le daba igual mi forma de ser.

- A donde me dé la gana - contesté de mal humor.

- Brooke, te han drogado, debes descansar al menos hoy - comentó Connor intentando hacer paz entre todos. 

- Necesito salir he... - me callé, no sabía si contarlo o no.

- ¿Has qué? - preguntó Elena mirándome expectante. 

Solo Thomas sabía de la existencia de esa casa. Y solo él se tomó la energía necesaria para ayudarme, por qué incluir a los demás en esto.

- Tengo que visitar una casa. 

Todos me miraron sin comprender. Menos obviamente, Thomas. Que me miró mal, no entendí por qué la verdad, pero así fue. 

El silencio volvió a reinar en la comida y entonces el príncipe azul lo rompió:

- Te acompaño.

¿Enserio? No se lo cree ni él.

- No - contesté secamente y sin mirarle.

- Estás débil Brooke, no puedes ir a vete tú a saber donde con tipos peligrosos sola y así.

Esa fue la gota que colmó el vaso. Me reí en plan psicópata o como una bruja mala de las películas infantiles. Probablemente parezco una loca ahora mismo.

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora