Capítulo 37

134K 6.6K 685
                                    

Grayson me mira fijamente.

—No lo hago. Solo quería ver que llegabas bien, eso es todo.

—Ya, claro –se aparta de la puerta, camina por mi lado y gira un momento hacia mi antes de seguir hacia delante–. Te invitaría a quedarte, pero tengo asuntos por hacer y negocios que llevar a cabo.




Le miro a los ojos, él me mira fijo.

Tampoco es que me fuera a quedar por mucho que me invitara a hacerlo. Lo último que quiero es quedarme aquí.

Trago saliva, no le digo nada. Retiro la mirada de él y me dirijo hacia la puerta para salir, cuando de repente, su mano agarra mi antebrazo y tira de mi hacia atrás consiguiendo que gire sobre mí misma hacia su dirección.
Le miro asustada y frunzo el ceño después, él me mira serio con la mandíbula apretada y los ojos entrecerrados. Con una mirada muy intensa y escalofriante.




—No digas ni una sola palabra de lo que sabes.
A nadie. Créeme, me enteraré como digas algo. Así que mantén esa preciosa boca cerrada y no te pasará nada malo. ¿De acuerdo?
–habla entre dientes con voz fría y seria, mirando hacia mi boca y después hacia mis ojos fijamente.


—No soy tan tonta como para decírselo a nadie. Prefiero conservar mi vida y no meterme en ningún lío.
–respondo mientras me suelto de su agarre.



—Bien. Porque calladita estás más guapa. Aunque bueno, cuando gimes lo estás aún más.
–suelta con una sonrisa de sorna.



Le miro seria y con el ceño fruncido, sin ningún tipo de humor en mi cara. No me ha hecho ninguna gracia ese comentario.
Ha estado fuera de lugar.



—¿Si? –digo vacilante–, pues mantén ese recuerdo bien presente porque nunca más vas a volverme a escuchar así.



Le miro por última vez y me doy la vuelta para girarme y encaminarme hacia la puerta, pero al escuchar su voz sonar a mis espaldas, me detengo en seco;



—Si yo quisiera podría tenerte cuando quisiera. Pero para tu mala suerte, no quiero volver a repetir. Así que no te hagas la digna. Mira lo fácil que fuiste ayer de engatusar.




Suspiro hondo y aprieto la mandíbula.
Capullo.

¿Qué yo me he dejado engatusar? Posiblemente. Pero él también cayó, no fue solo cosa mía.

Lo peor de todo es que yo dejé que pasara.
Dejé que hubiera algo entre él y yo aún sabiendo que él únicamente me usaría y me trataría como a una más de las tantas que se tira. No sé por qué me he acostado con él, pero ahora mismo me siento sucia y asqueada.
Ese tipo debe de tratar a las mujeres de usar y tirar, como muñecas hinchables, sin importarle lo más mínimo. Para él las mujeres solo deben de ser agujeros donde meterla cuando está caliente. Pero, ¿de qué me sorprende? esperaba que fuera así y me lo que acaba de demostrar diciéndome ese comentario.

Si antes quizá no me arrepentía de lo que había ocurrido entre nosotros, aún sabiendo quién es y a qué se dedica, ahora sí. No entiendo cómo me pude acostar con alguien como él.


—Quizás. Pero tú también te dejaste, no fue solo cosa mía. El sexo no se tiene si las dos personas no quieren, yo quise y tú también. Entonces por esa misma regla, tú también te dejaste engatusar por mi.


—Lo que tú digas. Pero tú te dejaste.




Frunzo el ceño, frustrada y enfadada.
No digo nada, solo le enseño el dedo del medio y él ríe. ¿Qué le causa tanta gracia?



¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Where stories live. Discover now