Capítulo 23

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El trayecto es de lo más tranquilo y silencioso.
No es un silencio cómodo, pero tampoco llega a ser incómodo del todo; simplemente cada uno está a su rollo. Supongo que al menos la música de la radio relaja un poco el ambiente tan silencioso que hay. Aunque mi mente no para de pensar en la reunión y en la gente que va a haber, eso me tiene algo nerviosa.
No puedo creer que esté metida otra vez en esto ni que vaya a estar otra maldita vez rodeada de mafiosos, y que esos mafiosos, me quieran conocer. Todo esto me parece muy surrealista.

Estoy tan concentrada en mis pensamientos, que cuando noto la mano de Grayson encima de mi muslo, me sobresalto.
Miro hacia su mano tatuada encima de mi desnudo muslo, después la desvío hacia él, quien conduce tranquilo y con la mirada puesta hacia la carretera. Tiene el ceño ligeramente fruncido, y la mano izquierda encima del volante de una manera demasiado sexy. Espera, ¿he dicho sexy? No sé por qué me está atrayendo tanto verlo así, pero sí, está cañón conduciendo.

¿Por qué no puedo quitar su mano de mi pierna?
Una parte de mí quiere que lo haga, pero a otra parte de mí no le molesta.

Suspiro hondo y en uno de los semáforos él detiene el coche, y entonces me mira. Le aguanto la mirada por unos segundos y con vergüenza retiro la mirada hacia delante, evitando la suya. Después la bajo hacia su mano la cual sigue ahí, en mi pierna, pero ahora está moviéndola suavemente de arriba a abajo. Y unospequeños escalofríos aparecen en mi cuerpo.
Él parece notarlo o intuirlo, porque le veo de reojo cómo asoma por sus labios una sonrisa malévola y pícara.
Quita su mano de repente de mi pierna, pero tras pasarla por su cabello, vuelve a ponerla sobre mi muslo, le da un leve apretón y la quita para ponerla al volante; quito la mirada de él y miro de nuevo por la ventanilla.

Por una parte, agradezco que haya apartado su mano. Pero por otro lado, me gustaba notar su tacto sobre mi piel. Sophie, ¿qué estás diciendo? ¿Te estás escuchando?

Evito seguir pensando en él y en lo que acaba de pasar.

Al llegar al lugar, Grayson baja del coche y me pide que espere. Rodea el coche llegando a mi puerta y para mi sorpresa, abre la puerta y se queda aún lado de esta.
Desabrocho el cinturón y salgo, él tiene una mano tendida para que la tome y eso hago.

¿A qué viene esta actitud tan caballerosa de su parte? ¿Estarán viéndonos y por eso está actuando así para que piensen que somos una pareja de verdad?
No lo sé, pero todo esto es raro y nuevo.

Andamos hacia el restaurante, uno bastante lujoso y caro al que nunca en hubiera podido venir ni trabajando tres años seguidos.
Un hombre de aspecto amable y algo mayor nos sonríe y nos pregunta si tenemos reserva.


—¿Nombre y apellidos?
–dice mirándonos a cada uno.


Grayson frunce el ceño levemente, como si le hubiera molestado que le preguntara su nombre y apellido. Clava la mirada en el señor, una mirada tan seria e intimidante que hasta a mí me ha puesto incómoda.
El señor traga saliva y dirige su mirada hacia las hojas que tiene enfrente de él, evitando la mirada fija de Grayson.

A cualquiera le daría respeto las miradas que da Grayson, son demasiado intimidantes, fijas y serias.


—Grayson Crawford.
–responde después de quince largos segundos en silencio.


Miro la pequeña placa dorada reluciente del traje del señor donde pone su nombre: Charl, quien busca en las hojas el nombre de Grayson, y al encontrarlo, sonríe y da un toque con su dedo índice en la hoja.


—Muy bien. Seguidme.


Charl nos lleva hacia un lugar donde las vistas son realmente increíbles y muy bonitas; dan a toda la ciudad de Nueva York –bueno, parte de ella– y desde aquí la ciudad parece incluso pequeña.

¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora