Capítulo 19

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Si no llega a ser por Lina hubiera estado aburrida toda la noche. Aunque tampoco hablamos demasiado tiempo, estuvo entreteniéndome un gran rato. Si no, hubiese estado sola y bebiendo alcohol para matar mi aburrimiento.

Menos mal que ya no tendré que volver a verlo nunca más y voy a estar lejos de él, esta es la última vez que voy a estar cerca suya.
No pienso acercarme nunca más a él ni quiero tener ningún vínculo ni contacto con este hombre ni que se me relacione con él.

Nick me abre la puerta de copiloto con una sonrisa, y por fin en toda la noche, le devuelvo la sonrisa en modo de agradecimiento y entro al interior del coche. Él cierra la puerta y se asoma por la ventanilla dejando sus brazos apoyados en la ventanilla, la cual está bajada al completo.


—Ya hablamos mañana, Grayson –dice mirando hacia él–. Cuídala, ¿eh?


Grayson asiente con la cabeza y estira su brazo para chocarse los puños.
Nick desvía su mirada hacia mi, centrando su mirada azul océano en la mía oscura.


—Espero verte otro día, Sophie. Ha sido gusto volver a verte. Espero que la próxima vez estés más sonriente.
–ríe y abre la palma de su mano para estrecharme la mía.


—No habrá una próxima. Pero a mí también me ha gustado verte, Nick. –respondo mientras alzo mi mano y estrechamos nuestras manos.



Él ríe, creyendo que lo he dicho en broma, y se despide de mí con un guiño de ojo.

Grayson arranca y nos marchamos de este lugar, de esta mansión y de toda esta gente.

En todo el trayecto no abre la boca para decir nada. Solo se escuchan nuestras respiraciones, ni si quiera ha puesto algo de música. Y es algo incómodo, o al menos yo me siento incómoda y en tensión al haber tanto silencio.

Abro la boca para decir algo, pero la vuelvo a cerrar. No se me ocurre nada que decir para romper el hielo.
Pero decidido callarme callada. Aunque tampoco es que me apetezca demasiado hablar con él, además no es ningún gran conversador. Hay que sacarle las palabras con espátula.


—El vestido te lo puedes quedar, te queda bien.
–dice de repente, en un tono de voz ronco y murmurante.



Asiento con la cabeza mientras miro por la ventanilla, sin si quiera mirarle.

Son ya las cuatro de la madrugada. Estoy cansada y con los pies matándome por haber estado tantas horas con los tacones puestos. Me gusta usarlos, pero cuando llevo muchas horas se empieza a hacer notorio el hecho de llevar tacones tan altos.

Miro la calle por la que estamos yendo, de momento me son conocidas. Así que espero que Grayson me lleve a mi casa y no me lleve a la suya o a ningún otro lado.
No soportaría estar con él ni un minuto más. Tengo ganas de irme a casa y estar lo más lejos que pueda de él.

Recuerdo que llevo el collar que me puso todavía, así que llevo mis manos hacia el collar de diamantes y las llevo hacia la parte trasera de mi cuello para desabrocharlo, y al hacerlo, lo dejo en la guantera del coche.
Grayson desvía su mirada de la carretera hacia donde he dejado el collar y frunce el ceño. Devuelve la mirada hacia la carretera y le miro de reojo; tiene el ceño fruncido y la mandíbula apretada y tensa.


—No lo quiero. Pero gracias por prestármelo.



Grayson no dice nada. Sigue todo el trayecto callado, con el ceño fruncido y su mirada fija y puesta encima de la carretera, concentrado.


—Me puedes dejar por aquí, está cerca de mi casa y ya me voy yo...
–hablo al ver una calle conocida que está cerca de casa.

—Ni hablar. No te voy a dejar sola en medio de la noche.



¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora