¡Clarissa! — alguien la llamó.

Ella se volteó hacía la voz del niño que la había llamado y que ahora saludaba con una mano. Ella saludó en respuesta, haciendo que su sonrisa se ampliara un poco.

Clarissa.

Ese era el nombre con el que la llamaban sólo los niños, pues cada vez que usaba su primer nombre, recibía muchas burlas y aunque estaba aprendiendo a ignorarlas, todavía la molestaban. Así que había creado una regla que decía: "Sólo las niñas pueden llamarme por mi nombre (Edie) y los chicos están obligados a llamarme Clarissa, o tendrán que afrontar las consecuencias. Cassie pondrá el castigo."

Sí. Esa niña era yo.


La escena cambió.

Clarissa cubrió su boca con una mano, intentando ocultar la risa que luchaba por escapar de sus labios apretados.

Llevaban jugando las escondidas desde el momento que el niño la había llamado y ahora ella estaba oculta en un callejón, detrás de un enorme contenedor de basura. El lugar apestaba a rancio, podrido y otro tipo de olores combinados y estaba asquerosamente sucio, pero servía para sus propósitos.

¿Clarissa, dónde estás? — la llamaron. La voz sonaba bastante cerca y bastante frustrada también. Llevaban ratos buscándola y nada que la encontraban. — Bien, iré a buscar a Cass. — Ella escuchó que el niño se alejaba corriendo y sólo fue hasta que supo que estaba sola, que dejó escapar una risita.

Se levantó, alisando las arrugas de su falda e inspeccionando que nada hubiera manchado la tela blanca de su vestido mientras había estado agachada. Se tocó el cabello para comprobar que todavía estaba presentable y estaba por dar un paso para salir de su escondite cuando sintió la presencia de alguien detrás de ella.

¡Rayos! La habían encontrado.

Se dio la vuelta tan rápido como le fue posible, que hasta su cabello golpeó su rostro y se encontró cara a cara con un chico, que aunque lo había visto rondando las calles, nunca le había hablado. No conocía su nombre, ni sus padres, ni nada.

Su rostro quedaba a tan solo unos centímetros del suyo, pues aunque todavía no había desarrollado y era más plana que una tabla, era alta. Él la aprisionó con un brazo alrededor de su cintura y la presionó contra su pecho con una fuerza que la sorprendió y sacó el aire de sus pulmones.

Te encontré, cariño — susurró él, con su aliento golpeando contra su frente.

Ella se quedó sin palabras. Su corazón comenzó a golpetear con fuerza en su pecho y estaba segura que él podía sentirlo. La sonrisa maliciosa que le ofreció fue signo suficiente para ella.

No sabía qué hacer. Estaba aterrada y aún no terminaba de comprender la situación del todo. Ella era una niña inocente —quizás demasiado ingenua—, no sabía nada sobre los chicos y sus necesidades o lo que podían hacer un chico y una chica cuando se encontraban solos y eran pareja. Ella desconocía todo eso, pues nunca había estado interesada. Clarissa —como había preferido llamarla— todavía se cubría los ojos cuando una pareja se daba un beso en los labios y ni hablar del sexo. La palabra incluso sonaba extranjera en sus oídos.

Pero en ese momento, un chico la estaba sosteniendo de una manera íntima y la mirada en su rostro era una que nunca había visto.

¿Qué debía hacer?

Él levantó la mano libre y en ella sostenía una navaja. ¿Por qué? ¿Qué planeaba hacer con ella?

La presionó contra su cuello con firmeza y ella sintió el frio metal contrastando con lo caliente que estaba su piel. Él sonrió, una sonrisa malévola, divertida y lasciva. La maldad pura se veía reflejada en sus ojos grises. — ¿Quieres jugar conmigo?

¡Ed! — Cassie estaba cerca y Clarissa no sabía si alegrarse o asustarse por su mejor amiga.

La niña empujó contra su pecho, recobrando la compostura y el movimiento de sus miembros congelados. Él ya había soltado su agarre en la cintura, haciéndole más fácil la tarea de librarse de él. Sin embargo, su mano con la navaja todavía se encontraba cerca de ella y la brusca acción de poner distancia entre los dos cuerpos hizo que la cuchilla hiciera un pequeño corte en la unión de su cuello y hombro, justamente donde comenzaba la manga de su vestido.

Ella sintió el escozor primero y lo caliente de la sangre después. Se llevó una mano al hombro y cuando vio el líquido carmesí, lanzó una mirada en dirección al chico que la miraba un tanto horrorizado y bastante fascinado.

¡Mierda! — gritó, al mismo tiempo que una Cassie sorprendida rodeaba el contenedor y los veía ahí.


Desperté con un fuerte jadeo y con gruesas lágrimas corriendo por los costados de mi rostro. Me encontraba boca arriba y sentía que me faltaba el aire. La sensación de manos tocándome era tan intensa que poco me faltó para rascarme y arrancarme la piel, pero sabía que había sido un sueño —un recuerdo y nunca más volvería a pasar.

Ahora era más fuerte, conocía más sobre todo y no era tan estúpida como lo había sido en ese tiempo. Además... Clarissa había muerto ese día. Nunca más dejé ni pedí que me llamaran por ese nombre. Prefería recibir las burlas constantes, que tener que recordar siempre el temor que ese chico me había causado.

Cassie, mamá y esa inmunda cicatriz eran mis únicos recordatorios de lo que había pasado y aunque Jayden me había asustado como el infierno esa tarde, ahora estaba segura que no se había sentido igual. Él no se había visto igual. Sus ojos azules habían sido cálidos y me miraban preocupados a diferencia de la mirada que me había dado ese chico años atrás.

Me senté en la cama, limpiando mis lágrimas cuando una suave canción comenzó a sonar al otro lado de mi ventana. Jayden había puesto música a las... Vi mi teléfono con el ceño fruncido. ¿Una? ¿Acaso lo había hecho por mí? ¿Qué otra cosa podía estar haciendo a esa hora?

También noté que tenía un nuevo mensaje de esa página de citas.

Abrí el buzón de entrada y no sólo era un mensaje, sino varios, con todos diciendo lo mismo sobre encontrarse y tener sexo casual o pidiendo mi número de teléfono o Skype. Borré todos y cada uno hasta que sólo quedo uno.

Contenía una sola palabra y por alguna extraña e inexplicable razón, respondí.


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Pido disculpas por no haber publicado antes. Este capítulo me costó bastante (ya lo tenía escrito pero no me gustaba y lo borré XD), tanto que casi casi obtengo el inmundo bloqueo mental. T_T

¡Pero aquí está!

Espero les guste. Recuerden votar y comentar para hacérmelo saber. :3

También pido disculpas si ven que repito mucho alguna palabra o si no entienden algo. Ya cuando termine todo, me daré el tiempo de editar esos errores porque me gustaría publicarla. :3

Y sin más, disfruten el capítulo.

¿Piensan que el trauma de Edie es demasiado exagerado? 

¡Besos!

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