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Caminé de regreso a casa con el skate en la mano, arrastrando los pies, como si el cuerpo se negara a moverse con la ligereza de antes. Hundida en mis pensamientos.

Si alguien me hubiera dicho que crecer era así,  hubiera dejado que un auto me atropellara.

No lloré,no porque no quisiera.
Es solo que había algo más fuerte que las lágrimas: esa sensación densa, esa que se instala en el pecho y lo aprieta sin avisar.

El camino se sintió corto, quizás porque JiHyun no salía de mi cabeza. Ya hasta pensarlo me cansaba.

Abrí la puerta despacio. Entré sin hacer mucho ruido cuando de pronto el olor dulce me golpeó de inmediato, como un abrazo inesperado.

Llegue a la cocina, allí estaba mamá con esa alegría que siempre le caracteriza.

—¿Galletas? —pregunté en voz alta, dejando la tabla al costado de la entrada.

—¡Estás justo a tiempo! —respondió mamá desde su lugar, con esa voz suya que siempre me hacía sentir menos sola.

Ella estaba allí con el delantal lleno de harina y una bandeja en las manos. La cocina estaba envuelta en un aroma tibio a vainilla, mantequilla y a chocolate

Mi madre era el tipo de persona que hacía galletas incluso en verano, solo porque le traía paz. Y también porque seguramente desea dársela a alguien.

—Te ves cansada —me dijo, dejando la bandeja sobre el mármol mientras ese delicioso aroma invade el lugar.

—Fui al parque —murmuré, sacándome las zapatillas. Podía sentir los piecitos frescos y posiblemente el olor a queso se camuflaba con el olor a mantequilla.

Ella me miró de reojo juzgando tal vez mientras empezaba a acomodar la siguiente tanda.

—¿Y? — exigió, para continuar.

—Vi a JiNi… con JiHyun.

No hizo falta que dijera mucho más. Mamá tenía esa habilidad de leerme sin que le diera un solo detalle.

Ella escuchaba atenta.
Con esa misma atención que pone cuando una vecina viene con un chisme nuevo.

—Estaban… muy juntos. Riendo. Comiendo helado. Como si fueran pareja.

Me senté en la mesa de la cocina, hundiendo la frente entre mis brazos. No lloré, otra vez. Pero mis palabras sonaban rotas. Me sentía agotada.

—No fue solo la risa, mamá. Fue cómo la miraba. Esa forma... Esa que antes era para mí.

Ella se acercó y me acarició el cabello con cuidado, con ese gesto lento que usaba desde que era niña, cuando me caía o cuando TaeHyung no respondía mis mensajes

—Ji-Shin, te dije que esa amiga tuya era media rara —dijo en voz baja—. El amor cambia cielo, a veces se transforma, y a veces se va. Lo importante es no irte tú con él.

Si, mi madre anteriormente me comentó que JiNi actuaba "rara" cuando JiHyun estaba conmigo. Pero quise hacerme la de oídos sordos.

"Solo se llevan bien, mamá " dije evitando el tema.

Levanté la cabeza, mirándola a los ojos. Siempre encontraba las palabras justas. No dulces, no falsas. Reales.

—No quiero perderlo. Pero tampoco quiero convertirme en alguien que no soy solo para que me siga mirando.

—Entonces no lo hagas —dijo, sin dudar—. El amor de verdad no te pide que cambies tu esencia. Te acompaña, incluso cuando no entiendes todo lo que sientes.

Different ➜[k.th.] /Editando/Where stories live. Discover now