El recorrido desde mi habitación hasta la cocina fue el camino más largo y silencioso que he experimentado en toda mi vida. Cada paso por las escaleras resonaba con el eco de las palabras de mi madre, grabadas a fuego en mi memoria. TaeHyung, caminando a mi lado, parecía perfectamente despreocupado, como si aquel momento bochornoso nunca hubiera sucedido. Yo, en cambio, sentía el calor de la vergüenza subiéndome por el cuello, una marea roja que me impedía siquiera mirarlo de reojo. ¿Cómo podía actuar con tanta normalidad después de eso?
Al entrar al comedor, el aroma a café y tostadas apenas logró distraerme. Hasta que lo vi. Allí, en el centro de la mesa, junto a los platos, estaban los huevos fritos. Pero no eran unos huevos cualquiera. No. Mi madre, con una creatividad que en ese momento maldije mentalmente, los había cocinado con molde, dándoles la forma perfecta e inconfundible de un corazón.
"Quiero que la tierra me trague. Ahora mismo", fue el único pensamiento coherente que logró formarse en mi mente, paralizada por la vergüenza.
TaeHyung los vio al instante. Una sonrisa lenta y amplia se dibujó en sus labios, y por un segundo terrorífico, temí que fuera a hacer un comentario. Se sentó con una tranquilidad exasperante.
—Tu mamá es divertida —comentó, y su voz sonó tan natural y amable que solo logró que mis mejillas ardieran con más fuerza.
No pude responder. Solo un hilillo de aire atrapado en mi garganta, que espero haya sonado como un leve suspiro y no como el grito de frustración interna que era. En ese preciso instante, mi madre irrumpió de nuevo en la sala, llevando una jarra de jugo de naranja y una sonrisa que brillaba más que el sol de la mañana. Su mirada cómplice y risueña hacia TaeHyung lo decía todo: le caído bien. Demasiado bien.
Logramos sobrevivir al desayuno. O, más bien, ellos sobrevivieron. Yo solo empujé la comida alrededor de mi plato, escuchando cómo mi madre le hacía preguntas a TaeHyung sobre su antigua vida en la gran ciudad de Seúl, sobre sus amigos y hasta la novia que tuvo… cada respuesta suya, amable y medida, parecía hundirme más en mi asiento.
—¡Y luego! —dice mamá entre risas— ¡Resulta que la profesora de arte me dice que Ji-Shin escondía los pinceles para que nadie más pudiera pintar contigo, TaeHyung! ¡Eso no me lo contaste nunca, hija!
—¡Mamá! —respondo con una mueca, ocultando la cara tras el vaso.
TaeHyung se ríe otra vez. Tiene los ojos entrecerrados por la luz de la mañana que entra desde la ventana de la cocina, y el cabello aún revuelto. Se nota cómodo, pero hay algo en su postura que no deja de ser cuidadosa, como si siempre estuviera a punto de pararse e irse.
—Eso explica por qué siempre me tocaba pintar contigo —dice él, dándome una mirada ladeada—. Me preguntaba por qué me mirabas feo si me cambiaban de grupo.
—No te miraba feo —refunfuño.
—Sí que lo hacías —continuó él —. Pero era tierno, Ji-Shin — ¡pum! Esas palabras me hicieron recordar al TaeHyung de ocho años. Ese niño llorón que era.
Nos reímos todos. Por unos minutos, el ambiente se siente liviano, fácil. Casi como antes, TaeHyung habla despacio dejando que la conversación fluya sin mucha intervención suya. Solo responde con frases breves, algún gesto, y esa sonrisa de medio lado que lo acompaña siempre.
Hasta que de repente…
Se detiene.
Un segundo.
Dos.
Su mano se apoya en el borde de la mesa. Cierra los ojos con fuerza, el color se esfumó de su rostro. Lo vi tambalearse levemente en la silla, una mano volando hacia su sien como si el mundo hubiera girado demasiado rápido. Mi corazón dio un vuelco brutal en el pecho, olvidándose por completo de mi vergüenza.
YOU ARE READING
Different ➜[k.th.] /Editando/
Fanfiction-TaeHyung, me gustas. -Pero estoy chiquito. # Historia resubido. # Historia en proceso. Si el contenido o el desarrollo de la historia no es de tu agrado, por favor te pido que te retires, así evitamos comentarios desagradables y ofensivos. ¡Gracias...
![Different ➜[k.th.] /Editando/](https://img.wattpad.com/cover/276836005-64-k157930.jpg)