41. Un ángel sin alas

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Alexander

Ahora más que nunca, odio a Jason, y no puedo darme el lujo de que me vea en la cama de su hermana, cuando yo casi quería matarlo cuando lo vi en la misma situación. Comienzo a sentir como el cuerpo de Summer se tensa, al grado de que siento como comienza a colapsarse alrededor de mí.

-Summer, cálmate, no entres en pánico.-Digo en voz muy baja, para evitar que Jason logre escuchar algún ruido, mientras intento salir de Summer.-Summer...-Intento sonar tranquilo, pero esto comienza a lastimarme.

-Una.. Una vez... Escuché.. Que un profesor... Contaba una historia, de un par de pacientes que llegaron a urgencias...-Summer ya está perdida, su voz tiembla, y parece ida.-Era una pareja... Ella le era infiel a su esposo... Estaba en la cama con el otro... Un vecino ebrio estaba intentando entrar a la casa equivocada... Ella pensó.. Pensó que era su esposo... Entró en pánico...-De acuerdo, ahora yo estoy entrando en pánico.

-¿Qué fue lo que pasó?-<<Díganme que termina bien la historia>>.

-Ella se puso tan nerviosa... Que el amante no pudo salir de ella.

-¿Qué?, ¿y el final feliz?

-Dije que terminaron en urgencias, ¿qué no me escuchas?

-¿Summer?

Al volver a escuchar la voz de Jason, me estiré como pude, para apagar la lámpara de noche, y cubrirnos a mí y a Summer con una de sus colchas. Escuché como Jason se apuraba a abrir la puerta de la habitación. Y Summer en reflejo, aventó un cojín, que ni siquiera sabía que estaba allí cerca, haciendo que la puerta se le regresara en la cara a Jason. O al menos eso me imaginé cuando escuché que la puerta se cerró.

-Maldita gruñona, te dejo dormir.-<<No. Corrección: Maldito Jason, que no tienes nada mejor que hacer que venir a molestar a estas horas>>.

Una vez que escuchamos los pasos de Jason alejándose por el pasillo, y un cerrar de puerta, volví a estirarme para encender nuevamente la lámpara de noche. Summer parecía un poco más tranquila, y podía notarlo, gracias a que no sentía como mi amigo era estrangulado. Solté un suspiro de alivio, pues no quería que la breve historia que había contado, pasara de la misma forma, o sé que los señores Hathaway se encargarían ellos mismos de castrarme.

En unos cuantos minutos más, pude salir de Summer, y poderme acostar a su lado, donde ella enseguida buscó un hueco y me abrazó. Me siento sumamente cansado, y a pesar de que amo abrazarla, estoy haciendo un esfuerzo enorme para no quedarme dormido. Su mano, comenzó a acariciar mi pecho con suavidad y dulzura, haciéndome más difícil la tarea de quedarme despierto, hasta que tocó un tema, que en realidad me hizo tener todos sentidos activos.

-Alex... ¿Por qué tienes tantas heridas en tu cuerpo?-Me quedé mirando al techo, pues no me sentía capaz de mirarla a los ojos.-No sólo vi las de tu abdomen, o vientre, cómo desees llamarlo... He notado que tus tobillos están igual...-Seguía sin decir palabra.-Jamás te lastimaste con una herramienta, ¿cierto?

-Son marcas de guerra.-No sé que decirle con exactitud.-Summer... Hay demasiadas cosas que no sabes de mí. Un pasado algo turbio, del cual he tratado de salir. Y simplemente no quería que vieras jamás mis marcas, no es algo agradable de mirar.

-Me duelen.-Pasa sus dedos por mi vientre, y siento una electricidad corriendo por mi cuerpo.

-Yo soy quién las tiene.

-Pero al mirarlas, es como si compartiera tu dolor. Me entristece mucho ver esto.-De momento siento, como si un líquido comenzara a correr por mi pecho, ignorando la cantidad de fluidos que hay entre nosotros, sin tomar en cuenta, que no alcancé a correrme. Summer está llorando.

Inexplicable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora