2. "Ella me agrada"

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Summer
No suelo darle muchas vueltas a las cosas, pero algo en Alexander Dankworth, me había dejado pensando desde que tuvimos nuestra corta conversación de casi cinco minutos, la cual fue interrumpida por las chicas rubias a las que llamo amigas. Recargo mi barbilla sobre mi mano, como suelo hacer normalmente en situaciones de aburrimiento, o en este caso, para pensar en algo a la hora del almuerzo.

-¿Por qué miras tanto a Alexander?- pregunta una de mis amigas. Y entonces es, cuando me doy cuenta de que mis ojos han estado posados en el ejercitado chico de tatuajes en brazos.

-Para nada, solo pensaba.- dije parpadeando, intentando concentrarme en lo que sea que estuvieran diciendo las chicas de la mesa.- solo creo que me agrada.

-Pues no está nada mal, deberías conquistarlo.- dijo otra de las chicas riendo.

-Bien, es una tontería lo que dicen. Mejor concentrémonos en...

-¿En tu fiesta de cumpleaños?, será magnifico todo, tal y como me lo contaste Summer.

-Claro.- dije al tiempo que tomaba mi bolso y me dirigía a la mesa donde estaba Alex y algunos de sus amigos.

Me paré justo en frente, donde todos pudieran verme, y no fue muy difícil captar la atención de todos, menos de Alex, que seguía contando alguna especie de chiste o suceso divertido a uno de los chicos,
con cabello pelirrojo. Después del silencio instantáneo que se formó en la mesa, Alex por fin volteó para ver cual era el problema, y debo admitir, que sentí como mi cara comenzaba a ponerse un tanto caliente. Magnífico, me he sonrojado.

-¿Ya saben si irán a mi fiesta?- dije sin quitar mi sonrisa de conquista, de siempre.

Todos movieron al unísono sus cabezas para afirmar, como si no tuvieran palabras para poder responderme, o como si hubiesen visto a un fantasma, o tal vez a su madre en traje de baño en frente de todos.

-Pero que poco expresivos son.- dije frunciendo el ceño, haciendo que todos rieran y la situación incómoda se relajara.

-Ya que me invitas iré. Aunque no disfruto mucho de las fiestas.-dijo Alex, algo divertido, al tiempo que cruzaba sus brazos.

-Ya me siento importante.- dije poniendo los ojos en blanco.-Bueno, eso era todo.- dije volviendo a mi tono frío y seco, al cual acostumbro apegarme.

Di la vuelta, y continúe mi camino hacia la mesa en la que estaba, hasta que mi visión y espacio, fue intervenido por un joven atractivo, que ya llevaba mucho tiempo intentando algo conmigo, y con el que ya había tenido algunas citas antes.

-¿Me dejarás pasar, Ian?- dije poniendo mis manos entre nosotros, como si eso fuera a presentar una distancia razonable.

-No quisiera hacerlo, hasta que aceptes una cita conmigo. Tiene tiempo que no salimos, Summer.- dijo pasando un mechón de mi cabello, por detrás de mi oreja. Que haga eso, es detestable.

-Bueno, pues tendría que ver mi agenda para discutir respecto a eso... Y aquí no la tengo así que, si me permites.- terminé de decir, apartándole su mano de manera sutil de mi cabello.

-¿Seguirás haciéndote la difícil? Ya no deberías. Siempre terminas cediendo.- dijo con un típico tono sensual, mientras yo ya me abría paso hacia mi mesa.

-Te mando mensaje.- dije, para finalizar esa absurda conversación lo antes posible.

Alexander
Ella realmente me agrada. Es como una brisa fresca, tomando en cuenta lo fría que puede llegar a ser con las personas. Pero si hay algo que me encanta ver, es como ella va por la vida rechazando a la gente, haciendo lo que a su cabeza se le ocurre, y todos siguen tras de ella buscando una ingenua oportunidad para tenerla, o al menos ganar un poco de empatía de su parte.

-Claro que iremos a su fiesta, ¿cierto?- preguntó Dylan, observándome fijamente buscando una respuesta inmediata.

-No soy muy fanático de las fiestas.... Pero ustedes pueden ir.-dije con tanta seriedad, que parecía que mis palabras iban en serio.-Le dije que iré. Sabes que cumplo mi palabra.

-Menos mal. Quizás tu logres tener una oportunidad con ella.- dijo riendo otro de los chicos.

-No la quiero... Ella me agrada, es linda, pero no es un objeto.

Para mi sorpresa y la de todos, yo me encontraba diciendo esas palabras como si fuese un chico tímido o que solo ve a las mujeres como centro de amistad. Ahora me siento tan nerd, que sigo sin poder creer lo que acaba de salir de mi boca. Es como si por un momento, hubiese dejado de ser hombre. Aunque si lo analizamos bien, podría haber pasado de ser un simple hombre, a un caballero por mi comentario.

Aún recuerdo el primer día que la vi. Ella iba en bicicleta por la calle, cuando no fijó bien su vista en el camino, y a causa de una piedra, salió volando de ella. Yo corrí a revisar como estaba, un tanto preocupado por lo que hubiese podido pasarle a esa chica. Parecía estar bastante mal, hasta que alzó la vista, y me encontré con un par de joyas a punto de llorar, mirando al chico que intentaba ayudarla. Ella al instante sonrió y tomó mi mano para poderse levantar del suelo. Nuestros padres ya se conocían, pero quizás esa fue la primera vez que pude tocar la suavidad de su mano, y poder hablarle sin ningún verdadero tema de conversación obligado de por medio.

Inexplicable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora