—Yo te puedo ayudar a tranquilizarte.


—No. Sé tus intenciones, Grayson. Sé que no vamos a ducharnos y ya está.


—¿Tan guarro y salido me ves?

—Sí.



Grayson ríe a carcajadas ante mi sinceridad; echa la cabeza hace atrás riendo y después me mira a los ojos de nuevo.



—Barbie, sé sincera. ¿Quieres que me quede o quieres que me vaya? Di lo que de verdad sientas, porque tu boca me dice lo contrario que tu cuerpo.




Joder.
¿Qué hago? ¿Qué digo?

Nada.
No digo nada.
Simplemente empujo su pecho hacia atrás para salir de su encierro y me doy la vuelta dándole la espalda, colocándome bajo el agua que cae de la alcachofa; segundos después, escucho la mampara cerrarse: se ha ido.
Siento un ligero alivio, pero después, siento una ligera decepción. No sé por qué la siento, pero la siento.

Agarro el bote de champú y echo un poco en la palma de mi mano para después llevarlo hacia mi cabello; hundo mis dedos y masajeo mi cuero cabelludo mientras que el jabón cae por todo mi cuerpo. Cuando de repente y sin esperarlo, noto a Grayson detrás de mi. Noto su gran cuerpo, el calor que brinda su cuerpo y la tensión que ambos tenemos. Está detrás de mí. Y lo confirmo, cuando sus manos empiezan a masajear mi cabeza. Mi piel se eriza y cierro los ojos para disfrutar del masaje.



—Pensabas que te habías ido.
–murmuro.

—Ya te dije que sé leer el lenguaje corporal, Sophie. –murmura en mi oído, dándome un escalofrío por todo mi cuerpo–. Sé que querías que me quedara aunque no me hubieras dicho nada.



Madre... mía.
Esa voz va a volverme loca.

¿Que está pasando? No, mejor dicho: ¿Qué me está pasando?
De no querer ni verlo ni en pintura a estar en la ducha de su habitación, de su casa, no, de su mansión, con él casi pegado a mi cuerpo mientras estamos desnudos y me masajea la cabeza.

Mierda.
Esto es incómodo de narices. Hay una tensión demasiado fuerte entre los dos que cualquiera podría cortar con un cuchillo. Yo la siento y seguramente, él también la sienta.

Suspiro hondo e intento relajarme, pero no puedo teniéndole desnudo detrás de mi, tan cerca y tocándome tan delicadamente de esa manera.

Grayson se encarga ahora de lavarme el pelo con el agua quitando todo el exceso de champú. Y al acabar, veo como estira su brazo tatuado y agarra el gel de ducha; aparta mi cabello hacia delante dejándolo sobre uno de mis hombros, escucho como abre el tapón del gel y después, acerca sus manos a mis hombros pasando el gel por ahí, masajeando a la vez que sus manos esparcen el jabón por mi piel, pasándolo por todos mis brazos y después mi espalda. Lo hace de una manera suave, sintiendo sus manos tocar y masajear mi piel; notar su piel contra la mía, está provocándome cosquilleos por mi estómago y por todo mi cuerpo.


—Grayson –me aclaro la garganta–, yo puedo lavarme el cuerpo. No hace falta que...


—Cállate y disfruta.



Me quedo callada, obedeciéndole.
No voy a mentir si digo que no me está gustando esto, aunque por otro lado, me tiene nerviosa y ligeramente caliente. Todo esto es demasiado.

¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Where stories live. Discover now