Capítulo 29

140K 7.1K 568
                                    

Sophie

Miro hacia el reloj que cuelga de la pared de la cafetería, ansiosa por acabar y salir del trabajo. Estoy cansada y me apetece ir a casa. Aún me quedan diez minutos. Suspiro hondo y sigo trabajando aunque ya apenas hay clientes a estas horas.
Los minutos pasan rápido y la hora del cierre llega. Así que junto a mis dos compañeras, recogemos todo, cogemos nuestras cosas y nos marchamos.Caminamos por la misma calle mientras que hablamos hasta que nos despedimos y nos separamos para ir cada una por nuestro camino.

Hoy vine andando al trabajo, me apetecía andar y pensé: ¿por qué no? Hacia buena tarde y me apetecía dar un paseo hasta llegar al trabajo. Pero ahora que tengo que ir a casa andando después de una larga tarde trabajando y estando de pie por tantas horas, no me apetece para nada y me arrepiento de no haber venido en coche; no sé en qué momento me pareció buena idea venir andando.
Además, la noche está oscura y solitaria. Apenas pasan personas, por no decir que de momento solamente he visto a dos personas aparte de mí. Por la calle donde voy ahora mismo no transcurre mucha gente y soy la única que está por aquí, y no puedo ocultar que eso me da un poco de mal rollo. Intento calmarme y mentalizarme de que no pasa nada, que no tiene que pasar nada malo y que todo está bien, mientras que aligero el paso por si acaso.

En medio del silencio de la noche, de repente de  escucha ruidos extraños como si fueran disparos, me detengo de golpe y me quedo quieta, intentando averiguar de dónde viene ese ruido. El ruido sigue, tres veces más y entonces mis alarmas se disparan, poniéndome nerviosa y con el corazón empezando a latirme rápido.
No pueden ser disparos, he tenido que interpretarlo mal. Quizá haya sido... no sé que ha sido, pero no puedo pensar en otra idea de ruido porque no se me ocurre.
La calle está despejada y no hay ningún lugar donde pueda esconderme en el caso de que vea algo extraño, aunque de momento no he visto nada fuera de lo común. El silencio aparece y no vuelve a escuchar ningún sonido más ni sospechoso, así que suspiro hondo y vuelva a caminar pero ahora a paso ligero.

Aparece una camioneta negra conduciendo a bastante velocidad, la cual se detiene enfrente de un bar y la puerta de este bar se abre de golpe como si se hubiera puesto de acuerdo con la camioneta, y salen por ella hombres vestidos de negro, armados y arrastrando un cuerpo sin vida entre tres. Están espaldas a mí mientras que llevan al hombre sin vida hacia el maletero.
Así que los ruidos que he escuchado antes han resultado que sí eran disparos y provenían de ese bar y de esos hombres peligrosos.

Veo todo en vivo y en directo. Me quedo en shock, estática sin moverme, mientras que observo la escena que hay frente a mis ojos como si fuera de una película de acción. Como si no fuera real. Y yo, de alguna manera estoy involucrada porque acabo de ver todo en persona, todo ha ocurrido frente a mis ojos.

Mierda.

¿Ahora qué hago? Me van a ver y no hay ningún lado donde pueda esconderme.

Miro hacia todos lados, nerviosa. Y cuando voy a girarme para correr y huir antes de que me pillen, uno de esos tipos comienza a gritar.


—¡Eh! ¡Eh! Esa tía nos ha visto, joder.
–grita uno de ellos.

—¡Cogedla!
–grita otro.




No, no, no, no.

Empiezo a correr tanto como mis piernas pueden, como si la vida se me fuera en ello. Pero ellos son más rápidos y entre dos acaban por atraparme; me agarran de los brazos y me llevan arrastras, intento zafarme de su agarre mientras que grito para que me suelten, aunque no hace efecto, uno de ellos me tapa la boca.
Me llevan hacia la camioneta, abren la puerta de los asientos traseros y me empujan hacia dentro. Uno de ellos entra conmigo y saca una cuerda con la que me ata las manos para inmovilizarme y para que no pueda huir, y con su mano tapa mi boca. Intento morderle o hacer algo, pero no puedo.
Los demás hombres que faltaban se meten en el coche y este empieza a ponerse en marcha.

¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora