Capítulo 25

155K 7.8K 1.4K
                                    

Al llegar al portal de mi edificio me quito los tacones quedando descalza, pero me da igual.
Me elevando matando los pies desde hace rato y ya no aguanto más.
Los pies me duelen y tengo el frío metido aún en el cuerpo. Y por mucho que Eric me haya dejado la chaqueta, el estar casi una hora bajo la fría noche en plena intemperie, el frío he hecho que se cuele en mis huesos.

Al llegar a casa, camino hacia mi habitación para cambiarme y ponerme ropa algo más abrigada. Entiendo la luz y de repente veo a alguien sentado en mi cama. Es él. ¿Qué mierda hace aquí?


—¿Qué mierda haces aquí y cómo has entrado?
–digo asustada– ¡No puedes entrar así a casas ajenas, esto es delito!
–digo alzando la voz.


—No has cerrado con llave, cualquiera puede entrar hasta con un clip. Te sorprendería lo fácil que es. Y segundo, yo puedo entrar a donde quiera sin permiso de nadie.




Se cree el rey del mundo y no lo es, para nada lo es.

Frunzo el ceño y me cruzo de brazos. Si ya estaba enfadada, ahora estoy el doble. ¿Cómo se atreve a entrar así a una casa ajena? Tengo que llamar a la policía.

Se levanta de golpe y se acerca hacia mi, mirándome con esos ojos intimidantes puestos sobre los míos con esa mirada intensa que apenas pestañea. Su gran cuerpo se detiene enfrente de mí y sus manos me empujan de una manera suave pero firme para pegarme contra la pared. Lleva una mano a la pared dejándola a un lado de mi rostro, y mirándome fijamente a los ojos, esconde con su otra mano el mechón de pelo que cae sobre mi rostro detrás de mi oreja.
Las comisuras de sus labios carnosos se elevan mostrando una sonrisa de unos hoyuelos no muy marcados porque esta sonriendo poco, y acerca sus labios hacia mi cuello. 

No quiero hacer nada con él. No soy una cualquiera que se acuesta con cualquier desconocido, yo no soy así. Y menos, después de haberme dejado tirada casi una hora en la calle; así que le empujo por los hombros y lo aparto. Él da unos pasos hacia atrás.



—Te equívocas conmigo. Yo no soy como con las que te sueles acostar.


Grayson sonríe arrogante y eleva una ceja;


—Y no quiero que lo seas.
–murmura.



No le creas, Sophie.
No le creas, no caigas en su red.
Tú no eres así, no lo hagas.
Te esta engañando, solo quiere utilizarte.



—Esas palabras con otras quizá pueda funcionar, pero conmigo no. Y mucho menos después de lo ocurrido esta noche. Me has dejado tirada, ¿se te ha olvidado? –digo con el ceño fruncido.


—No. Sé que lo he hecho mal, pero te puedo compensar...


Hace el amago de acercar su boca a la mía, pero aparto mi rostro antes de que pueda juntar nuestras bocas.


—Si quieres tener sexo, llama a tu amiguita de antes. De todas formas ya habías quedado con ella para hacerlo, ¿no?


—Ella es una cualquiera. Tú eres diferente, Barbie. Te prefiero a ti.




Cualquiera caería en sus redes si tienes a un chico como él: guapo, con un cuerpo increíble y tatuado frente a ti. Hablándote con esa voz ronca y murmurante y diciéndote esas cosas.
Pero yo no.
Yo no porque se que es mentira, porque sé que intenta endulzarme el oído para obtener lo que él quiere, y yo no quiero esto.




—No soy ningún objeto para saciar tu deseo sexual. Si estás cachondo, ve a tocártela tus solo a tu casa. O llama a... ¿como era? Ah si, Melannie. Pero conmigo no vas a hacer nada. Vete de mi casa ahora mismo o llamo a la policía.


¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora