Capítulo 40

223 32 5
                                    

Llegar a casa nunca me había hecho tan feliz, mi madre estaba en el salón con las piernas estiradas en el elegante sofá de chaise longue, manteniendo el ceño fruncido a la vez en la que un sirviente le lanzaba aire con unos abanicos grandes.

No podía ver a Patrick por ningún lado, incluso me asomé desde el salón para mirar en dirección a su despacho donde estaba la puerta abierta, evidenciando que no se encontraba allí.

Supuse que ese era el motivo por el cual mi madre estaba tan enfadada, incluso le hablaba al sirviente como si fuese el culpable de todos sus problemas, diciéndole "No haces nada bien" o simplemente lo humillaba por su tono de piel.

Al yo hacer aparición, ella con desgana se estiró para tomar unos documentos de la mesita de centro, donde también añadió que había encontrado una propiedad para mí.

—Está a 4 horas de aquí, seguramente también podrás seguir con tu entrenamiento de soldado y demás tonterías— comentó.

—¿Se puede saber por qué estás de mal humor ahora? —pregunté tomando los documentos sólo por curiosidad.

—¡¿Cómo quieres que no esté enojada si estos sirvientes son todos unos inútiles?!— preguntó con enfado.

—Retírate, por favor— le pedí al pobre muchacho que obviamente no tenía la culpa de que mi madre fuese una idiota.

—Los despediré a todos, estoy cansada de tanta incompetencia, además tú tampoco me ayudas a ser un poco más feliz, ¡Siempre estás aquí!

—¿Dónde está Patrick?— pregunté sabiendo perfectamente que él era el causante de todo esto.

—No lo sé, ya es tarde y ni siquiera se digna a llegar— se quejaba— ¿Tú has hablado con él? ¿Te ha dicho algo?

—¿Algo como qué?

—Sobre lo que hace, ¡está todo el día ocupado!

—Bueno, de besos y abrazos la gente no come— le recordé, dejándome caer al sofá frente a ella.

—Pero se levanta muy temprano y se acuesta muy tarde, algo debe estar haciendo, ¿qué tal si tiene a alguien más? No lo sé, quizás a...

—¿A alguien más joven? —pregunté interrumpiéndola— quizás, uno nunca sabe.

—Algo debe estar pasándole— dijo ignorando mi comentario— él no es de personas jóvenes, además sé que me ama, sólo no entiendo qué es aquello que está planeando.

Yo rodeé los ojos frente a ese comentario de amor, sintiéndome celoso de ello, pero obviamente no podía demostrarlo.

—¿Por qué no hablas con él? Tú podrías averiguar que está haciendo, quizás si lo sigues...— me iba diciendo como solución.

—No haré semejante tontería.

—Claro que sí, ¡Me lo debes! —me decía con enfado.

—¿Te lo debo? ¿Y eso por qué?

—Yo te he dado todo, casa, educación, alimentos y vestuarios. Lo mínimo que puedes hacer es ayudarme con esto.

—Primero, si no lo recuerdas, me estás echando y segundo, ¿qué pensabas que iba a pasar si tenías un hijo? Obviamente debes darle cómo mínimo todo eso, no es como si yo te hubiese obligado a embarazarte.

—Seguramente tú sabes lo que está haciendo y tratas de ocultarlo— dedujo levantándose del sofá.

—Ahora mismo estás actuando como una demente psicópata— le aseguré al ver la histeria en sus ojos— supongo que por fin te diste cuenta de que ese hombre no es para ti.

De AlquilerWhere stories live. Discover now