Capítulo 10

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Pasé 4 días esperando a que regrese, he estado tan preocupado por él que por las noches casi no consigo dormir, he estado trabajando hasta tarde con la esperanza de que llegue y sé que lo hará, sólo que no estoy seguro de por qué aún no lo hace.

Sus soldados están aquí, ellos aún no se han movido, pues no han recibido la orden de hacerlo, además dijeron que mientras el rey no les diera instrucciones, ellos no podían moverse de aquí.

Me dijeron que en cualquier momento iniciarán un viaje que les tomará una semana, así que antes de que deban irse deseo explicarle al Coronel lo que trataba de decir ese día.

No sé qué le diré, sólo sé que debo hablar e intentar explicar la situación...

Mi relación con él era estupenda, disfrutaba su compañía y hasta la espera era mucho más grata cuándo sabía que regresaría para verme, pero como no lo hace me estoy hundiendo en lágrimas y trato de pensar en que todo estará bien, estoy intentando tener fe de que me perdonará, el único problema es que esto es algo demasiado improbable.

Hoy, como cada día me alisté para bajar al bar, me puse un atuendo de tono azul que, según todos, combinaba con el color de mis ojos y me hacía ver "hermosa"

Sus palabras no tenían valor para mí, si no es el Coronel quién me lo dice, siento que son sólo palabras vacías y poco sinceras.

Mi jefa ha dicho que quizás esta ruptura es lo mejor, nosotros sabíamos que tarde o temprano tendría que alejarme, pero esperaba tener más tiempo para darle una despedida adecuada a lo nuestro.

Él se fue sin escucharme y sin decir adiós, por supuesto que esperaba algo diferente, algo que me hiciera recordarlo con una sonrisa y no con un nudo en la garganta.

Para variar, como los rumores se propagan con rapidez, varios guardias del pueblo han estado visitando el bar para disfrutar de la compañía de lo que ellos nombran: El fruto prohibido de aquel Coronel que la desechó.

Por supuesto que los rechazo, mi trabajo actualmente sólo es atender las mesas y hablar un poco con ellos, sin embargo, no ofrezco mi cuerpo como ellos desean que lo haga.

Los soldados del Coronel me observan con regularidad, ellos me mantienen vigilado y cuándo algún sujeto trata de sobrepasarse, ellos le recuerdan que "La señorita dijo que no"

No sé si me cuidan por órdenes del Coronel, pero me alivia saber que están aquí en momentos donde sujetos borrachos no entienden que mis caricias no están a la venta.

Yo debo mantener una sonrisa, el ambiente debe mantenerse agradable y obviamente debido a los soldados mi presencia espanta a muchos de los clientes que solían venir con frecuencia.

No me puedo permitir que las ventas disminuyan, hay muchas que trabajan de esto y al igual que yo, tienen deudas que pagar o aspiraciones para el futuro.

A mí aún me queda mucho por reunir, algo que debido a mi actual posición en el bar se alarga cada vez más.

—Trae cervezas para nosotros— me habló uno de los guardias, rozando su mano por mi cintura y viajaba peligrosamente hacia mi trasero.

—Le diré a una de mis compañeras que las traiga— dije tratando de alejarme.

—He dicho que las trajeras tú— ordenó apegándome contra su cuerpo mientras tomaba fuertemente mi muñeca.

Su respiración, sus ojos, la cercanía de su cuerpo y hasta su vestimenta me molestaba, no podía evitar mirarlo con desprecio, deseaba gritarle y exigirle que me soltara, pero no hizo falta decirle nada, él me soltó voluntariamente y hasta se alejó un par de pasos, viendo por detrás de mí.

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