Capítulo 2: 100 Monedas

412 60 28
                                    

Combatir contra una persona que tiene habilidades extraordinarias a la hora de besar es una pérdida de tiempo, ¡No puedo ganarle! Sus besos se sienten realmente muy bien, tanto que cualquier mínimo roce de nuestros labios acaba con una desenfrenada batalla entre nuestras lenguas.

Se supone que mi trabajo es provocarlo y seducirlo, he hecho esto durante muchos años, lo que creí me había convertido en un experto, sin embargo, ahora que nos estamos besando no puedo dejar de pensar en lo difícil que es controlarse.

Mi cuerpo está cosquilleando, sus manos las deslizó hacia mi trasero donde comenzó a tocarme levemente, aunque era evidente la clase de intenciones que tenía en mente.

Tenía que pararlo antes de que continuara, no podía dejarme llevar por el deseo de ser tocado por otro hombre, uno que para variar me resultaba muy guapo.

Sus ojos al cortar el beso me provocaban casi tanto como sus labios, aquel carmesí brillante de su mirada me hacía sentir tímido, lo que me motivó a buscar una solución para este problema.

—Debo advertirle una cosa antes de comenzar— anuncié, manteniendo mis manos sobre sus mejillas— el tocarme por delante no es una opción.

—¿Por qué? —preguntó desconfiado.

—Porque es un sitio que estoy guardando para mi futuro esposo— mentí, a lo que él sonrió.

—Bien, por atrás también está bien.

—Ni siquiera con las manos— insistí— además, lo haremos con las lámparas apagadas y sólo me podrá desnudar si así lo deseo.

—Demasiadas reglas, ¿no crees?

—Usted decide— le dije viéndolo directamente a los ojos— puedo irme ahora si lo desea.

—No...—susurró acercándose a mis labios— sigamos.

Sólo me alejé de sus brazos para acercarme a las lámparas de aceite y así logré quitar toda iluminación de la habitación, lo que nos permitía estar en completa oscuridad.

Gracias a esto me quité el velo para que el besarnos fuese más sencillo, lo que también le permitió deslizar su mano a través de mi mejilla y me acarició con gentileza.

Sus manos no eran violentas, usualmente los clientes borrachos buscan tocarme con desesperación, mientras que el Coronel parecía no tener prisa.

Claro que, cuando deslizó sus manos por debajo de mi sostén, me sentí raro cuando comenzó a juguetear con mis pezones.

No parecía importarle que no tuviese busto, él apretaba la zona como si con lo que había fuese suficiente, lo que nuevamente me logró incentivar.

Estoy nervioso, esta es la primera vez que estoy dispuesto a estar con un cliente, al principio pensaba en irme una vez se durmiera, sin embargo, entre más me toca, un deseo incontrolable surge en mi cuerpo impidiendo que pueda pensar con claridad.

Debido a mi inexperiencia no me animo a tocarlo como quisiera, siento que quizás es demasiado pronto como para tocar su entrepierna, aunque el sentirla contra mi trasero es extraño.

Me gusta saber que está caliente, se está frotando contra mi trasero, sin siquiera importarle mi vestuario, uno que terminé apartando para que su erección se pudiese rozar contra mi trasero.

Cuando se rozaba contra mi piel se sentía bien, puede que también los besos hayan tenido la culpa de que mi cuerpo se sintiera cautivado, ¡Estaba ansioso por llegar al final!

No es que quisiera acabar con esto, es sólo que llevo toda mi vida soltero y desde que tuve la suficiente edad como para conocer de estos temas, desee probar lo que se podría sentir hacerlo con un hombre.

De AlquilerWhere stories live. Discover now