Capítulo 16

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Que agobio, no tengo ganas ni de moverme, me siento cansado y sin energías, como si hubiese estado trabajando durante largas horas bajo el sol, algo estúpido, pues cada vez mi piel se vuelve más blanca debido al poco contacto que he tenido con el sol.

Si no fuera por los primeros rayos del sol que entran por la mañana, ni siquiera podría verlo.

Ahora mismo me mantengo recostado sobre la cama, con una toalla envolviendo mi cintura, creyendo que vestirme era totalmente innecesario y agotador.

Sé que nadie vendrá, la sirvienta suele venir por última vez a las ocho, justo para retirar mi bandeja, lo que me permitiría dormir desnudo en cualquier lugar de esta habitación.

Tengo un poco de sueño, mi baño me ha dejado somnoliento y debido al calor de la chimenea, estoy pensando seriamente en quitarme la toalla que envuelve mi cintura y dormir sobre la cama.

Estaba cansado, pero no por agotamiento físico, sino que era debido a lo aburrido que estaba dentro de esta habitación.

—Bien— me dije a mí mismo, quitándome la toalla mientras se venía a mi mente la maravillosa idea de tocarme.

Llevo tiempo sin liberar mis deseos carnales, el Coronel era quién me ayudaba con esto, pero como no parece querer venir, decidí deslizar mis dedos a través de mi cuerpo, imaginando en todo momento que sus manos eran las mías.

Quería imaginar que era él quien rozaba mi piel, me estaba tocando como si en realidad fuese el Coronel y bien sé lo que adora de mi cuerpo, así que una vez humedecí mis dedos, los dirigí a mi agujero para rozarlos por dentro a la vez en la que agitaba mi entrepierna.

Me gustaba lo que mi mente era capaz de imaginar, aunque mis dedos no eran casi tan complacientes como lo es el pene del Coronel, quién tiene un tamaño exquisito y un grosor extraordinario.

Cada que lo metía me hacía sentir lleno, aún me sorprende que fuese capaz de meter todo eso en este pequeño agujero de mi cuerpo...

—nnnhg...— gemí moviendo con rapidez mis dedos en mi interior.

Me gusta cómo se siente cuando los rozo en un sitio en particular, hay mucho que yo no conocía de mi propio cuerpo, pues en realidad jamás había sido capaz de encontrar aquel sitio por mi propia cuenta.

Ese sitio hace que tocarme por delante sea totalmente innecesario, se siente muchísimo mejor que cuando me toco sólo por enfrente, así que como me gustaba rozar mis dedos por aquel lugar, mi cuerpo se llenaba de cosquilleos agradables.

Lo que no esperaba fue ver a un guardia con la boca abierta, observándome a los pies de la cama completamente enmudecido.

Mis mejillas se pusieron rojas de inmediato, ¡Se supone que nadie entraría! Lo peor es que, cuando estaba retirando mis dedos, pude ver al Coronel entrar junto a la sirvienta que suele atenderme.

Su sorpresa al verme fue algo evidente, la sirvienta llegó al punto de dejar caer la bandeja con la cena que había rechazado, mientras que yo me quedaba enmudecido frente al horrible y vergonzoso espectáculo que estaba dando.

¡Estoy literalmente con las piernas abiertas, la entrepierna excitada y hay un hombre que no conozco mirándome con la boca abierta!

—¿Qué es esto? —preguntó el Coronel con enfado, acercándose mientras el guardia por fin se atrevía a mirar hacia otro lado y cerrar la boca— ¿Qué clase de relación tienen ustedes dos? —interrogó con furia.

—No, Coronel, esto es un malentendido— hablé con nerviosismo, poniéndome la toalla nuevamente alrededor de mi cintura.

—Retírate— le ordenó al guardia, quién igual de asustado que la sirvienta se retiró de inmediato.

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