Capítulo 14

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Cómo bien dije que haría, tras levantarme y verificar que la puerta no tenía seguro ni guardias vigilando, salí de la habitación una vez desayuné y me bañé, ¡había agua caliente! Por supuesto, debo aprovechar de bañarme todos los días para gozar al máximo mis últimos días de vida.

Hoy había un hermoso día fuera, quería dar una vuelta por el jardín si es que el Coronel me lo permitía, aunque en realidad sabía la respuesta a esta pregunta.

Llevo mucho tiempo sin tomar un poco de aire fresco bajo la sombra de un árbol, ni tampoco he recibido los rayos del sol chocando contra mi cuerpo, es un poco frustrante sólo observar el maravilloso clima desde los grandes ventanales del palacio.

Entre más miro este lugar, más maravillado me siento, ¡el tapiz es hermoso! Todo se ve muy elegante, además debido a los ventanales que tiene, la iluminación hace que este sitio se vea más llamativo.

Cómo quería aprovechar que el Coronel no estaba cerca, decidí recorrer por mi cuenta su palacio, abriendo todas las puertas que veía, llegando a contar 20 habitaciones de invitados, ¿por qué querría tener tantos invitados? ¿Recibirá muchas visitas?

A mí no me gustaría tener a 20 invitados en mi casa, ¿cómo haría para hablar con todos? Son demasiados y no tendría la oportunidad de hablar tranquilamente con uno, ya que seguramente me sentiría mal por dejar solos a otros.

Esta vida está llena de lujos, pero no es para mí, me agobiaría demasiado rápido.

Yo prefiero algo más pequeño, no necesito sirvientes, quisiera una casa de dos niveles con 4 habitaciones como máximo, de ese modo podría tenerle una habitación a Julieta, Alicia y para la señora Paulina.

No necesitaría tantos lujos, aunque si me gustaría tener un gran jardín, ya sea para flores como para verduras o frutas.

Siento que sería divertido vivir de ese modo, aunque como moriré antes de que eso ocurra, no me queda de otra más que disfrutar de esta comunidad.

Como tardé 2 horas en recorrer el palacio del Coronel, bajé al salón donde él estaba regañando a alguien por mi culpa, ya que nadie sabía dónde estaba.

—Búsquenlo de inmediato, no pudo haber escapado.

—Sí señor— respondió aquella persona con temor.

—No necesitas buscarme, estoy aquí— dije apoyándome en el marco ovalado, aprovechando que las puertas dobles estaban abiertas.

Las puertas me resultaban muy hermosas, tenían varios vidrios, como si fuesen ventanas con un pequeño marco de color blanco, lo que le daba un toque más elegante a mi parecer.

El Coronel miró a la sirviente, dándole indicaciones de que se fuera mientras yo me adentraba, algo que le permitió cerrar la puerta, dejándonos a solas en aquel salón lleno de elegancia y cosas extravagantes.

—¿Dónde estabas? Creí haberte dicho que no podías salir de tu habitación— comenzó diciéndome en un tono de regaño.

—Estaba explorando, no salí de su casa, sino que me quedé en todo momento dentro— respondí— no sabía que tenía una biblioteca, mucho menos una tan grande— añadí, deseando cambiar de tema.

—¿Seguro que no saliste? —preguntó con desconfianza.

—Claro que no, sé que eso lo enfadaría muchísimo, así que no saldré sin su consentimiento— le aseguré.

—¿Y entonces por qué saliste de tu habitación? No tenías mi consentimiento— me continuó diciendo, sin dejarme cambiar de tema.

—Porque le dije que lo haría si no cerraba la puerta— le recordé, acercándome para envolver su cuello con mis brazos, pero como trató de alejarse, al dar un paso hacia atrás, terminó cayéndose sentado en el sofá, conmigo sobre sus piernas.

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