Capítulo 39

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Mi madre me quiere fuera de casa, ¡Está siendo muy pesada en cuanto a eso! Me dice que me dará el dinero que me ha dejado mi padre para que pueda comprar una casa e irme.

Ya ha mirado varias, hay unas cerca de donde actualmente vivo, pero ella por lo visto me quiere muy lejos, ¡Quiere tener el camino libre!

Hace poco descubrí que quiere pasar tiempo a solas con Patrick sin ser interrumpidos, ha ordenado a los sirvientes a mantenerse ocultos y las visitas han bajado en un gran número, pero de igual modo Patrick se logra escapar, usando el trabajo de por medio.

Mi madre está furiosa, ella está suplicando un poco de atención y en vez de darme lástima, me divierte que esté detrás de él, ella desea sentirse deseada y joven, pero no asume que ya no tiene la misma capacidad que tenía en el pasado.

Yo planeo irme, ya he elegido el lugar a donde pienso mudarme y a pesar de que ella deseaba enviarme lejos, me quedaré dentro de la zona.

No lo haré sólo para estropear su felicidad, sino que a mí también me gusta vivir aquí, es todo tranquilo y está rodeado de naturaleza, conozco incluso a la gente del pueblo y no planeo irme lejos sólo porque ella quiere obligar a su esposo a que la mire.

Por otro lado, como sentía que ella estaba ocultándome el verdadero monto de mi herencia, hoy al mediodía me acerqué al pueblo para poder hablar con el abogado de mi padre.

Él guarda el testamento, me sugirió ir a casa directamente, pero preferí hablar a solas en el pueblo, sin esperar que justo donde antiguamente había una biblioteca ahora hay un almacén.

Como había llegado temprano quise acercarme para mirar un poco, la entrada era llamativa y pude ver a varias personas entrando y saliendo, lo que me llamó mucho más la atención.

Pensé que seguramente tenía todo lo necesario como para no tener que ir a la ciudad, entré con la intención de mirar únicamente, sin embargo, me sentí sorprendido al ver a la señora Conrad junto a una joven chica de cabello castaño.

—Qué sorpresa— dije al verla, ella enseguida me sonrió y dulcemente me saludó, presentándome de paso a su cuñada— mucho gusto, señorita Arya.

—Tú eras uno de los soldados que esperaba a mi hermano el otro día, ¿verdad? —me preguntó Arya.

—Discúlpeme, había olvidado donde la había visto— me disculpe— ahora entiendo por qué su rostro se me hacía familiar.

—Mi hermano dijo que nos visitarías mañana— comentó.

—Arya— la regañó la señora Dafne— no es correcto que le hables de tú a tú.

—No se preocupe, señora Conrad, para mí es mucho mejor ser tratado sin formalidades— le aseguré riendo.

—¿Ves? Me ha dejado hacerlo— decía la joven con una sonrisa— por supuesto que también puedes hablarme sin formalidades.

—Gracias, será un placer— dije viendo a mi alrededor— quería curiosear un poco, cuando vi que había un almacén pensé en que podría ahorrarme ir a la ciudad, aunque no me imaginé que era atendido por usted.

—Lo hemos terminado hace poco— decía ella con alegría.

—Se ve que ha hecho un excelente trabajo— mencioné— felicidades.

—Gracias, si necesita algo no dude en venir a vernos— me decía amablemente.

—¿Su hermano también le ayudará con la tienda?

—Sí, a veces— respondió.

—Excelente, me agradará saludarlo también— mencioné con sinceridad.

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