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[Reunión con el consejo]

Llegué al sitio acordado caminando con las muletas.

Mi padre me había avisado de que la reunión era en uno de los clubes que tenían más alejados del centro de la ciudad, es por eso que había tardado por lo menos media hora a manos de su chófer. Era un hombre serio, más que Bosco, con el que yo no tenía tanta confianza.

Estaba dirigiéndome a la mesa donde estaba el consejo sentado cuando recibí un mensaje de Bosco.

"CJ está en la biblioteca con tu madre."

Volví a guardar el móvil sonriendo cuando mi padre me recibió con un abrazo, el resto de presentes inclinó la cabeza, todos levantándose antes de volver a sentarse. Eran en total diez personas, conmigo inclusive, entre ellas los más importantes somos mi padre que dirige las relaciones con otras mafias, Mijail Vasíliev un empresario que tiene en su poder varias aerolíneas con las que se asegura el transporte de armas que contrata papá, mi abuela Ekaterina quien se encarga de los medios de comunicación en Rusia desde que tengo memoria, lo cual es bastante importante y yo, que relevaría a papá. El resto son importantes, pero prescindibles, porque nosotros somos el sustento.

-Buenos días a todos.-saludé acercándome a mi abuela, dejé un beso en su sien antes de sentarme.- Lamento el aplazamiento de esta reunión, han sido las circunstancias.

-Bien, ahora que Fiodor está presente, he de deciros que mi hijo ha estado pensando en asumir mi cargo.-comentó mi padre haciendo que mi abuela sonriera asintiendo. Mantuve la compostura sonriendo hacia la palabras de mi padre.- Mi hijo ya es mayor, ha crecido y yo estoy ya mayor también, aunque no tanto.- comentó mientras encendía un cigarro, le dió una calada antes sujetarlo con la mano.- Nos enfrentamos a una nueva amenaza y mi hijo es mi esperanza en estos momentos.

-¿Qué amenaza es esa?- preguntó Denis, un petrolero de la zona. Mi abuela hizo un sonido de desprecio antes de hablar.

-Las hijas de Aguirre.-sentenció haciendo que varios la mirasen curiosos.- Ese malnacido les ha llenado de cucarachas la cabeza a sus hijas, nos robó la confianza de los nuestros, nos traicionó y cuando le perdonamos la vida a cambio de que se fuera, llenó de odio el corazón de sus hijas.

-Han atacado la mafia de los Kunetsov al atacar a mi hijo.-sentenció mi padre haciendo que frunciera los labios. Me miró asintiendo ligeramente dándome permiso para hablar.

-Soy consciente de que debería haber tomado este cargo hace mucho, era responsabilidad mía y lamento haberos hecho esperar. No era consciente de lo que estaba en juego.-comenté haciendo que Artur, un amigo íntimo de Ilya y su padre me señalase divertido. Solíamos jugar juntos los tres, pero siempre había elegido a Ilya como mejor amigo.

-¿Y cómo vamos a creerte?- preguntó sembrando la duda en los rostros de los presentes, mi padre incluido.- Te has casado con una policía, aunque la quieras y ella a ti, no deja de ser policía, hemos hecho los deberes Fiodor, sabemos que era militar, trabajó para el FBI, para la Interpol y para la policía. Alguien así no abandonará su trabajo por mucho que quiera a alguien.-advirtió llevándose la mano a la barbilla, esperando una respuesta de mi parte.

En primer lugar me gustaría apreciar y celebrar el detalle de que no sabían que era agente de la CIA actualmente. Sino la acusarían aquí de traición a Rusia al mismo tiempo que la acusaban de traición en Estados Unidos. Y eso sería terrible.

En segundo lugar, me dolía admitirlo, pero en eso Artur tenía toda la razón, CJ seguía siendo policía y por mucho que yo me fiase de ella, ya me la jugó una vez y pude librarme. Esta vez había más en juego si estaba aceptando liderar la mafia: mi reputación y la toda mi familia.

Todos en la mesa esperaron que yo dijera algo, pero simplemente me bloquée unos segundos antes de saber qué decir.

-Bueno, confiar en mi esposa debería ser fácil, igual que confiamos en mi tío Vadim y en Ilya.-dije mirándolo.-¿O desconfías de ellos? ¿Les haces estas preguntas también?

Artur guardó silencio mirandome desafiante, demostrando que mi respuesta no le gustó, pero que no diría nada más.

-Espero que ninguno más quiera cuestionar mis decisiones ya tomadas. Mi vida personal está lejos de tener que ver con todo esto, espero que quede claro.-dije mirando a cada presente en esa mesa, incluidos mi abuela y mi padre. Nadie más dijo nada así que mi abuela se levantó y dejó una daga sobre la mesa.

-Me parece sensato que actuemos con su jura y el pacto.-sentenció sacando la daga de su estuche.- Levántate, hijo.

Hice lo que me pidió y extendí la mano derecha sobre la mesa, ella colocó la daga sobre la palma de mi mano y me miró.

-Haz la jura por la mafia rusa.- indicó haciendo que suspirase. Aquel párrafo me lo habían grabado a fuego en la cabeza y el corazón cuando estudiaba en el instituto. Para mí padre era vital que el hijo de un Kunetsov se lo supiera entero y lo comprendiera sin replicar. Que fuera capaz de defenderlo con dientes y uñas si hacía falta.

Era un matar o morir por aquella jura.

- Yo, Fiodor Kunetsov Vradimsya juro por Rusia patria, la mafia y la familia, que no antepondré mis deseos y placeres ante mis deberes y obligaciones. Cumpliré con mis funciones como el líder de la Bratva. Está en mi sangre, en mi linaje y mi destino, siendo así la prueba de que ejerceré este cargo solo hasta que la muerte me separe de él.- dije permitiendo que mi abuela deslizarse la daga por mi palma, dejando a su paso una herida de la que brotaron un par de gotas de color carmesí, estas cayeron sobre el papel en el que debería firmar tiempo después.

-Fiodor, has completado tu jura, y es para mí un orgullo decir que eres oficialmente el jefe de este gran negocio. Me parece que no es necesario hablar de esto, pero hay una cierta petición que no podíamos ignorar en esta ocasión.- dijo echando una mirada rápida a Artur.- Te recordamos que la traición en la Bratva se paga con la muerte, el honor se defiende hasta la muerte y por encima de la sangre, y que por último pero no por ello menos importante, la venganza de los nuestros no termina mas que con la muerte. Confiamos en ti y en tu juicio, hijo.

Mi abuela me tendió una pluma con la que poder firmar el documento, titubeé al tratar de trazar mi ya conocido garabato, pero suspiré sintiendo una extraña oleada de placer y poder al deslizar la pluma sobre el papel.

Era Fiodor Kunetsov Vradimsya, hijo de Aleksander Kunetsov y ya no sucesor, sino responsable de la mafia.

Por alguna razón no podía dejar de sonreír, era como su tuviera una sensación de liberación mental y física detonada por ese contrato que acaba de firmar.

🆆︎🅰︎🅽︎🆃︎🅴︎🅳︎ (𝙇𝙄𝘽𝙍𝙊 𝙄 𝙮 𝙄𝙄)Where stories live. Discover now