Capítulo 35: La dote

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Era difícil poder concentrarse después de lo ocurrido la noche anterior.

Boun miraba las gráficas de cifras en su ordenador sin ser capaz de concentrarse. Aunque no se hubiera atrevido a decirlo en voz alta, hasta la noche anterior no había tenido la absoluta seguridad de que Prem era suyo.

Sabía que lo que sentían era recíproco, que eran almas gemelas, pero incluso las almas gemelas se pierden a veces.  Y había notado siempre esa inseguridad en Prem, ese no terminar de relajarse.  Odiaba que no se sintiera suficiente.

Pero anoche él había tomado la iniciativa de conocerle más y pedirle avanzar juntos.  Ya no se iban a separar más.

Minimizó la pestaña de las gráficas y se puso a mirar salones de bodas.  Si a Prem no le importaba ir con la barriga de embarazado, aún quedaban algunas fechas disponibles antes de que naciera la niña.

La niña.  Sonrío pensando en eso.  De repente el teléfono sonó estridentemente y respondió.

-Hola, amor.

-¿Prem?

-Sé que estás ocupado, pero me preguntaba si puedes venir a buscarme.  Creo que va a llover.

Boun miró el sol radiante que entraba por la ventana.

-Voy.  ¿Dónde estás?

-Vine a hablar con mis padres.  Te envío la ubicación.

Los padres de Prem vivían a unas dos horas, pero en poco más de una Boun llegó.  No le costó localizar a su omega.

Estaba lloviendo y se refugiaba en una cafetería.  Tenía un aspecto triste.  Boun notó automáticamente esa tristeza que le dolia a él.

Estacionó el coche y entró en la cafetería.  Cuando Prem le miró, notó calidez en el pecho.  Estaba esperándolo con ansias.

-Hola, amor. ¿Estás bien? -le besó la frente y luego suavemente los labios.

-Si y no. La niña y yo estamos bien, no me he mojado con la lluvia y no me siento mal físicamente.  Estaba alterado y molesto pero ahora que estás aquí, ya no me siento mal.

Boun pidió café y se fijó en que todos le miraban y cuchicheaban.  A él y a Prem que una vez había llegado él, le había entrado apetito y comía un desayuno tardío.

-¿Qué es lo que ha pasado?

Prem dejó de momento la comida.

-Me molestó que mis padres no vinieran ayer.  Así que tomé el autobús para venir y pasar tiempo con ellos, decirles lo de la niña y decirles que me iba a casar y necesitaba que te dieran la dote.

A pesar de que todo el mundo se creía muy moderno aún era costumbre obligada aportar una dote, preferentemente económica, al alfa.  Cuanto más dinero, más orgullo.

-¿Y por qué estás aquí?

-Porque no había otro autobús hasta la tarde.

-No evites la pregunta.

-Nunca he estado muy apegado a mis padres. No les gustaba mi forma de ser, que no me comportase con decoro, consideraban que era ambicioso por ir a la Universidad y querer trabajar con alfas.  Pero bueno, mantenemos... manteníamos una buena relación.

-Hasta hoy.

-Sí.  Cuando entre en la casa miraron mi barriga con una expresión de desaprobación.  Les dije que ojalá hubiesen venido, que quería que os conocieran, que esperaba una niña.

-Pero no reaccionaron bien.

-No.  Me dijeron que volvía porque no había alfa ninguno.  Cuanto les mostré las fotos juntos, automáticamente pasaron de acusarme por haberte engañado, dijeron que había cazado a un millonario como siempre había querido, que a saber quién era el padre.

-Prem... Dios... iré y...

-No, no quiero que vayas.  Solo quiero desayunar e irnos.

-¿Por qué todos nos miran?

-Está muy extendido que yo era la puta del pueblo, aunque cuando vivía aquí no tuve nada, empezaron cuando me fui.  Cuando venía a ver a mis padres, todo eran miradas juzgándome.  Por eso deje de venir.  Hoy, cuando entre evitando la lluvia y con un embarazo avanzado, esas miradas fueron a peor.  Solo me calmé cuando llegaste.

-Siempre voy a estar para ti.

-Y yo para ti.  Boun... mis abuelos me habían dejado unos terrenos y un dinero para el momento de mi boda.  Mis padres dicen que cuando murió, ellos se hicieron cargo de mantener todo eso, pagar los impuestos... dicen que los vendieron por no poder mantenerlos y el dinero no responden.

-Que se metan la dote por el culo.

-Boun...

-Dime.

-Llévame a casa.

Boun se levantó.  Le alargó la mano y luego le tomó en brazos.

-Estas cansado.

Prem sabía que era un mensaje para todos los que miraban, pero no le importó.

Abrazó a su alfa y se dejó envolver por su protección.

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