Capítulo 20: Nunca listo

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Prem durmió hasta muy tarde.  Cuando Boun se fue tomó una ducha templada y disfrutó de la sensación del agua limpiándolo sin poder sin embargo acabar con el aroma persistente del alfa en su piel.

Nunca creyó que sería marcado, no de esa manera.  Una marca hecha por alguien que no era tu alma gemela era como una violación, una agresión física y mental.  El marcaje era algo exclusivo para aquellos que estaban predestinados, aunque algunos alfas abusivos marcaban a omegas sin que la corriente de energía fuese mutua.  En esos casos era doloroso y traumatizante.  Otros omegas se dejaban marcar pero no sentían que fuese su deseo.  Todos ellos eran la masa silenciosa marcada que creían que ya nunca podrían cruzarse con su alma gemela y reconocerla.

Pero ahora había sucedido, y era realmente inexplicable.  Salió de la ducha, se secó y aplicó un poco de crema y un apósito sobre la marca.  Con Boun lejos y tan reciente, la marca podía causarle molestias y los primeros días tenía que tener cuidado ya que no dejaba de ser una herida abierta.

Se ruborizó al recordar cuál era el mejor cicatrizante:  la saliva del alfa.

Volvió a la cama.  Cuando salió del baño envuelto en el albornoz, se encontró con una Lala sonriente llevándose las sábanas sucias y dejando tras ella una flamante cama limpia.

-Veo que Boun y tú habéis pasado una noche intensa.  Te subiré un plato de arroz con ginseng y una infusión.  Y luego descansa.

-Hace ya unos días que no voy al trabajo.

Pero no quería ir realmente ese día.  Estaba feliz pero cansado, somnoliento y la cama era apetecible.

Llamó para confirmar que no asistiría y que les pasaría las recomendaciones de su médico esa tarde y se metió en la cama desnudo.  Las sábanas olían a flores, un olor suave y dulce que le acunó. 

Cuando se despertó lo primero que le vino a la cabeza fue que echaba de menos a Boun.

Boun estaba absorto en dejar terminado el informe previo del proyecto para enviarla por correo antes de poder irse esa tarde.  Había pedido permiso ya en el trabajo.  Pronto tendría que comunicar de manera oficial que estaba comprometido y que su pareja esperaba un bebé.

Sabía que las empresas no aprobaban mucho que los alfas hiciesen uso de sus derechos en caso de paternidad, dando por hecho que eso era cosa de los omegas.  Al final, el mundo no había cambiado tanto.

Al fin cerró su portátil.  Alguien golpeó con los puños y abrió la puerta.

-Han venido a buscarle.  Creo que es el chico de la limpieza, aunque casi no le reconozco así vestido.

Boun recogió apresuradamente sus cosas agradeciéndole la información a la recepcionista.  Está alzó la voz.

-¿A dónde va con el chico de la limpieza? He oído decir que se ha quedado embarazado en una aventura de una noche.  Aunque tenga esa cara dulce, no es un omega de fiar.

Boun se contuvo.  Apretó los puños dentro de los bolsillos.

-No debería hacer casos a todo lo que se chismorrea.

-No son chismes.  Todo el edificio lo sabe.  Los alfas ejecutivos le evitan como a un resfriado.  Es amigo del señor Fluke y por eso sigue aquí, a pesar de que su moral sea cuestionable.

-Mañana hablamos.

Bajó por las escaleras y sonrió al ver que Prem se había puesto un conjunto de ropa de los tres que él había comprado en línea días atrás.

Era una camisa de algodón sin botones, de color gris y amplia para que sirviera durante las próximas semanas.  Los pantalones negros de tejido jean pero con elástico en la cintura disimulado por la camisa.  Llevaba un pañuelo suyo, el gris de seda que iba con el traje de Hugo Boss.  Prem no sabía cuánto costaba o no se lo habría puesto.

Pero a él le hacía feliz.  Ese trozo de seda cubría algo muy valioso.  La marca.

Fluke y él susurraban y al fin Prem se retiró un poco el pañuelo y su amigo ahogó un grito de alegría.

-¡A mi no me marcó hasta después de la boda!  Y un tiempo prudencial para el embarazo.  Todo muy clásico y formal.

-Todo lo contrario de nosotros.

La recepcionista había vuelto ya a su silla y Boun se aseguró de que viera cómo transgredían aún más la tradición.

Le sujetó y le besó profundamente, inclinándolo.  Tiró deliberadamente del pañuelo. Luego se lo colocó con ternura.

-¿Estás listo?

-Contigo nunca sé si lo estoy.

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