🌑 | 28 | Desvanecerse

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Capítulo XXVII
Desvanecerse


Bae Quincy suspiró fuertemente cuando al fin se detuvo bajo la sombra un árbol que estaba junto al camino de tierra.

La Omega había llegado a límite esa vez.

Sus rodillas golpearon la hierba y se arrastró como pudo hasta llegar a la base hasta recostar su espalda contra el tronco.

No dejaba de recriminarse a sí misma por haber tenido la pésima idea de irse a pie. Muchos le advirtieron que el camino era largo, pero la Omega se hizo la fuerte y les dijo que llegaría "en un saltito" a su destino.

Un "saltito" que le ha llevado más de cinco horas y que aún no veía el final del camino.

Había estado caminando todo el día, esperando encontrarse con algún viajero en la vía que la ayudara y le diera un aventón, pero la verdad es que desde que salió de la posada, no se había encontrado con absolutamente nadie.

Quincy debió imaginárselo.

Se encontraba en un pueblito cercano a la frontera de la manada Mangseok, y a menos que se tratara de comerciantes, era poco probable que la chica se encontrara con alguien que viniera saliendo de la manada Jung. Sí acaso, vendrían entrando a las tierras del Alfa de ojos cobre, y eso no era lo que quería la Omega.

La idea era alejarse, no volver sobre sus pasos.

Los pies le dolían un infierno, y estaba segura de que hasta tenía ampollas después de recorrer kilómetros y kilómetros. La piel de sus hombros y rostro ardían como si hubiera ido a la playa sin protección solar y su respiración era tan irregular que hasta había comenzado a respirar por la boca para tratar de ingresar aire a sus pulmones.

La mochila en su espalda se sentía mil veces más pesada de lo que era y la maleta que llevaba arrastrando había perdido una de sus rueditas en uno de los pueblos sin que se diera cuenta.

Todo iba de mal en peor, y como si fuera poco, comenzaba a quedarse sin agua y sin comida.

En verdad debió haberse quedado aunque sea a esperar un taxi para que la llevara...

Pero nooo~... —Le recriminó Bliss, haciendo su apareció nuevamente—. Tú querías probar que sí podríamos llegar sin ayuda de nadie.

—Lo sé, me equivoque...—murmuró sin aliento.

Con dificultad, la Omega abrió su botella de agua y la llevó hacia sus labios, bebiendo un gran trago antes tirar la poca que quedaba sobre su cabeza para refrescarse.

—Me pregunto sí la chica logró llegar ante Hobi... —Habló una vez aclarada su garganta y con la vista pérdida entre las ramas del árbol—. Espero... Espero que sí.

Yo espero que no. Los guardias debieron detenerla incluso antes de llegar a la mansión.

—Les ordené a los guardias que no lo hicieran...

Pero aunque las instrucciones de Quincy habían sido claras, eso no garantizaba que el encanto no se rompiera a mitad de camino.

Muchas cosas podían distraer la atención del objetivo y eso debilitaba el pobre comando que la Omega Purasangre podía ejercer sobre los demás. Sus habilidades eran limitadas, sin embargo, Quincy guardaba la esperanza de que todo hubiera ido como estaba planeado.

—Bliss...

¿Sí...?

—Cállate, ¿Quieres? Tú voz comienza a irritarme... —Lo menos que quería Quincy era discutir en aquellos momentos. Se sentía mal y sin fuerzas. Temía desmayarse en cualquier momento y tener a Bliss diciendo estupideces no la ayudaba en nada. Giró con cuidado su cabeza, tratando de ver si por el camino se aproximaba alguien, pero las lejanías se veían tan desoladas que sus ánimos decayeron como sus párpados.

𝑷𝒔𝒆𝒖𝒅𝒐-𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 | ᴘᴊᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora