🌙 | 23 | No Puedo Permitirlo

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Capítulo XXIII
No puedo permitirlo



—Que bonitas flores... —Quincy alabó la belleza de aquellas rosas y las llevo a su nariz para aspirar su aroma—. Huelen delicioso...

La Omega de ojos permanentemente rosados había llegado esa mañana aquella florería a las afueras de la manada Jung, buscando las flores perfectas, y al parecer, al fin las había encontrado. Aquellas rosas amarillas serían el obsequio ideal para Jung Hoseok, además... Eran de su color favorito.

La muchacha que cuidaba la florería notó por primera vez la presencia de Quincy y se sorprendió de ver a la futura Omega líder en su tienda.

—No puedo creerlo... —exclamó la chica llevándose una mano a la boca—. Usted es Bae Quincy, la futura esposa de nuestro Líder.

Futura esposa del Líder...

Ella ya no era eso. Había abandonado al Alfa que la hubiera convertido en la Omega Líder. Ahora era una Omega común y corriente, bueno, no tan común debido a su anomalía, pero si una más del montón.

¡Por estúpida! Te dije que no lo dejaras.

¡Ya cállate!

¿¡Por qué me mandas a callar cuando te digo la verdad!?

Quincy decidió ignorar a Bliss y se giró con normalidad hacía la otra Omega, sonriéndole amablemente mientras preguntaba:

—¿Cuánto por el ramo de rosas amarillas?

—Ehhh... —La chica no sabía que decir, aún estaba en shock, pero rápidamente se recompuso y agitó sus manos en negación—. ¡No, no! No me debe nada, son gratis.

—No lo creo... —Quincy frunció el ceño y miró a su alrededor—. Todas las flores tienen precio, excepto estas.

—¡Es porque son gratis! —Insistió la chica con nerviosismo y tomó la docena de rosas—. ¿Quiere que le recorte el tallo y le ate una cinta?

Quincy suspiró y simplemente asintió. La chica rápidamente se fue a hacer su labor, dejándola sola y ella aprovechó para quitarse las gafas oscuras. Eran un objeto inservible si todos allí podían reconocerla.

No sólo la florista había cambiado su forma de tratarla al verla, durante el trayecto, todos los habitantes de la manada la trataron con amabilidad y la ayudaron en todo lo posible.

Y eso era algo que Quincy agradecía mucho.

Casi todos en la manada Jung conocían su rostro gracias a Hoseok. Sabían de la peculiaridad de sus ojos y de su muy cuestionable origen, y aún así, todos allí la recibieron con los brazos abiertos. Nadie tuvo temor de ella, ni le hacían caras o despreciaban por ser el producto de la unión de dos Omegas, sino todo lo contrario. Allí todos parecían quererla y adorarla como algo único y por más que lo negara, Quincy debía admitir que esa sensación de calidez y de sentirse querida sería lo que más extrañaría de aquella gente.

No quería volver a sentir el odio o desprecio de nadie, pero ella era consciente de que no siempre sería así. Muchas veces, se encontraría personas que la maltratarían y la juzgarían sin darle una oportunidad.

Así era la vida.

Quincy miró al suelo y se agachó para recoger aquel papelito debajo de la repisa. Ella quiso reír al leer lo que era.

—¿No que eran gratis? —comentó divertida y colocó la etiqueta en su lugar correspondiente.

La etiqueta de las rosas amarillas mostraba que era una de las más caras de la tienda, pero la chica insistió en dejárselas sin cobrarle. En verdad tenía un buen e ingenuo corazón.

𝑷𝒔𝒆𝒖𝒅𝒐-𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 | ᴘᴊᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora