Capítulo XV

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Hashirama Senju firmó el documento con su nombre y, posteriormente, lo selló con el símbolo de Konoha. Sopló suavemente para que la tinta se secase antes y lo enrolló antes de cedérselo a su ayudante, un adolescente que respondía al nombre de Hieru, para que lo enviase por halcón al daimyō del país.

Cuando Hieru abandonó la estancia, Hashirama se quedó solo en su despacho. Se frotó los ojos y se dejó recostar sobre la silla, sintiendo cómo se iban destensando los nudos de su espalda. Estaba agotado. Nunca hubiese imaginado que gobernar una villa iba a ser tan complicado. Si lo hubiese sabido antes, quizá no se lo habría propuesto a Madara.

Pero ahora ya era tarde para deshacer el entuerto. Konohagakure no Sato, también conocida como Konoha, llevaba siendo una realidad nueve años. Había costado muchísimo sacar el proyecto adelante, pero ahora, por fin, su esfuerzo estaba dando sus frutos. Las raíces de la villa estaban fuertemente asentadas en la tierra y no se arrancarían con facilidad.

Konoha fue ubicada en medio de la profundidad del bosque, haciendo gala a su nombre, protegida por el norte por una alta meseta que proporcionaba una salvaguarda natural. Gracias a su habilidad, Hashirama ayudó a crear la mayoría de estructuras principales siguiendo una ordenación mental, pero con el paso de los años, la villa fue creciendo sin planificación alguna.

Al principio, la aldea fue estructurada en forma de abanico, con un centro a los pies de las montañas del que partían seis ramificaciones principales –que serían las calles más grandes– donde se colocarían viviendas y edificios públicos. Pero pronto comenzaron a surgir callejuelas, atajos y desvíos que rompieron el diseño original.

Konoha era una villa curiosa. Había zonas densamente pobladas, especialmente cuanto más se acercaba a la montaña, pero también había extensas explanadas de prados y zonas arboladas que no habían sido reconvertidas. Como si el hecho de estar rodeados por la Naturaleza no fuera suficiente.

Hashirama Senju y Madara Uchiha habían tenido el privilegio de erigir la primera villa oculta conocida. Cuando los rumores cruzaron las fronteras de Hi no Kuni, otros clanes ninja decidieron imitarlos y agruparse en aldeas. Pero ninguna era tan grande ni tenía tanta población como Konoha.

Y ello se debía al hecho de que, al poco tiempo de comenzar su construcción, otros clanes del país se adhirieron al tratado de paz entre Senju y Uchiha y decidieron salvaguardarse bajo el nuevo paraguas ofrecido por Konoha. Primero llegaron los Sarutobi, otro de los clanes poderosísimos del país, y posteriormente se añadieron los Shimura, los Nara, los Aburame... La lista era cada vez mayor.

Se trataba de clanes grandes, con bastantes miembros, y la villa debía acogerlos a todos y cubrir sus necesidades. De ahí que empezara el descontrol urbanístico, porque cada clan escogía una parcela de tierra y ubicaba ahí su residencia. Los Hyūga, los Nara y los Uchiha habían creado verdaderos compendios urbanos dentro de Konoha.

Toda villa necesitaba un líder, al que habían bautizado como Hokage. En sus orígenes, cuando sólo estaban Senju y Uchiha, Hashirama propuso a Madara para ocupar este cargo. Se sometió a votación y acabó ganando él, recibiendo el apoyo de sus antiguos rivales. Ahora estaba en su mano el guiar a la gente a su cargo, darles el futuro que les había prometido.

Se decidió que el Hokage, como miembro representativo de la villa, tendría una residencia especial donde viviría con su familia. El edificio se creó justo a los pies de la montaña, en el centro de Konoha, de estructura circular y un llamativo color rojo para resaltar la importancia de la persona que allí residía. En el mismo complejo estaban sus oficinas, desde donde trabajaba.

Dispersos por toda la villa se encontraban otros edificios públicos. Se había construido un hospital en el que Hashirama también pasaba gran parte de su tiempo instruyendo; unas aguas termales a las afueras; unas enormes pistas de entrenamiento; una biblioteca. Y, por supuesto, diversos comercios decoraban las calles.

Mi niño de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora