Capítulo XIV

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Izuna Uchiha guardó los utensilios de escritura correctamente en su estuche. Aunque no había escrito nada, no había participado, se había preparado para la ocasión –para demostrar su motivación– y había traído todo su arsenal de caligrafía. A su lado, dos primos suyos también recogían sus notas.

La reunión con los Senju había llegado a su fin, e Izuna estaba exultante. Después de pedírselo a su hermano, Madara había aceptado y lo había traído a su siguiente encuentro con Hashirama en el hatago del daimyō. Y era una sensación estúpida, pero Izuna se sentía como un adulto entre tanta gente importante.

A pesar de las primeras negativas, el armisticio seguía en pie y cada vez ganaba adeptos. Por supuesto, los pesos pesados de cada clan se negaban a admitir tal realidad, pero los hechos estaban ahí. Su primo Hikaku era prueba de ello. Fiel instigador de la guerra contra los Senju, ahora parecía haber cambiado de opinión.

Por parte de los Senju también había reticencias, y era más notable la negativa a aceptar una paz –vista como un síntoma de debilidad. Toda la presión recaía sobre Hashirama, la cabeza directora de la operación que, pese a todo, rebosaba alegría y felicidad. Cada vez que Izuna lo escuchaba hablar, con esa mirada cálida y esas sonrisas valientes, se acordaba de Tobirama y de lo diferente que ambos hermanos eran.

Si Tobirama hubiese sido más parecido a Hashirama, ¿tal vez...?

–¿Por qué pospusiste la anterior reunión? –la pregunta de su hermano Madara lo sacó de su repentina ensoñación–. Enseguida hubo rumores de traición.

Después de cada reunión, Izuna había aprendido que algunos miembros –especialmente Madara y Hashirama– compartían un té en el hatago antes de partir. Un momento de esparcimiento después de tan arduo trabajo. Hoy no iba a ser diferente, aunque se habían sumado más participantes al refrigerio. Hashirama y Tōka por parte de los Senju, su hermano Madara y él de parte de los Uchiha.

–Fue por algo personal, nada que ver con el armisticio –el Senju se apresuró a decir, sonriente.

Después de un par de meses teniéndolo como médico, Izuna creía conocer un poco mejor a Hashirama. Y juraba que lo veía más contento que de costumbre. ¿Tendría que ver con su hermano?

–Si dices eso, suena exactamente a todo lo contrario –Tōka intervino, quitándole las palabras de la boca a Madara.

El Senju se quejó exageradamente, pidiéndole a su prima un poco de compasión mientras le preguntaba de qué lado estaba. Izuna esbozó una sonrisa –Hashirama no era un shinobi al uso, y eso le gustaba. A pesar de no conocerlo tan bien como su hermano, ni ser un miembro de su familia, sentía que podía contar con él y confiar en él para lo que necesitase.

Además del té, en la mesa se sirvió un pequeño tentempié de edamame y alga wakame, así como unas gambas fritas en salsa de soja que tenían muy buena pinta. Izuna, quizá por ser el más joven, fue el primero en romper el hielo.

–Creo que deberías contarlo –Tōka comentó, sorbiendo un poco de su té–. Ahora somos aliados, y ese tipo de información podría ser vista como un movimiento a espaldas del clan Uchiha y provocar una ruptura del armisticio.

El comentario llamó la atención de los Uchiha, por supuesto. ¿Qué tipo de información era esa? Debía ser muy jugosa, y de un cariz político importante.

–Lo sé... Sólo quería esperar un poco más, hasta que tuviéramos fecha... –el Senju suspiró, pero aceptó el consejo de su prima y se encaró con Madara–. La anterior reunión tuvo que posponerse porque estaba fuera del país. Viajé a Uzi no Kuni para conocer a mi prometida.

Mi niño de las floresTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon