— Buen día — saludó Robert a los demás pasajeros mientras entraba conmigo a dicho avión, yo miraba a las personas sentadas con semblante desganado, ¿y quién estaría emocionado por pasar ocho horas sentado sin hacer nada entre un montón de extraños?
— ¿Dónde vamos nosotros? — pregunté mirando los asientos en busca de los nuestros.
— Más adelante — dijo Robert apretando mi mano, arquee la ceja algo receloso, aunque rápidamente comprendí adónde íbamos.
Entramos a una parte mucho más lujosa y espaciosa, donde las personas tenían mantas, almohadas, y los asientos casi parecían camas, me quedé asombrado al ver todo eso, y sobra decir que mi lado pobre no dejaba de preguntarse cuánto costaban esos asientos tan lujosos.
— Señor Atwood — dijo Robert coquetamente mientras me indicaba dónde sentarme.
— Esto es bellísimo — dije sentándome del lado de la ventana, observando cómo una suave lluvia empezaba a caer sobre la ciudad nuevamente.
— ¿En verdad creíste que te haría viajar en clase turista? — preguntó sentándose junto a mí para empezar a besarme el cuello, sus besos erizaban mi piel totalmente — Ni loco iba a dejar que mi hermoso chico viaje incómodo.
— Robert — gimotee acariciando su cabello y echando la cabeza hacía atrás — Aquí no por favor.
— Déjame besarte un poco — dijo para tomarme del cuello y darme un hambriento beso al que no dudé en corresponder, sentía a Dawson mucho más impaciente de lo habitual — Ya quiero llegar a casa para cogerte como loco.
— Shh — susurré entre besos — No me hables así que me excito.
— Ay Taylor — dicho esto seguimos besándonos un largo rato, su lengua le hacía el amor a la mía, mientras pasaba su mano por mi cuerpo, explorándolo sin recato alguno, importándole poco que las azafatas pasaran y nos vieran de esa forma.
Repentinamente escuchamos una voz que decía que el avión estaba a punto de despegar, mientras yo me apartaba del cuerpo de Robert por falta de aire.
— ¿Qué sueles hacer para entretenerte al viajar? — pregunté mientras limpiaba un poco de saliva de mis labios.
— Juego Scrabble y leo, pero esta vez tenía ganas de pasar el vuelo entero besándote.
— ¿Ocho horas? — pregunté coquetamente arqueando una ceja.
— ¿Qué tiene de malo? — preguntó de forma incrédula alzando los hombros.
— Me vas a dejar sin sensación en los labios.
— Tan sensible como siempre — susurró empezando a acariciar mis labios con sus dedos — Va a encantarte mi casa.
— Ya quiero conocerla.
— ¿Conocerla? te voy a follar en cada rincón de ella.
KAMU SEDANG MEMBACA
Amor Y Prejuicio
RomansaEl amor no es siempre color de rosas como todo el mundo lo pinta, no es siempre un romance que tarda años en añejar hasta que se vuelve más puro que cualquier cosa que puedas imaginar; ese no fue mi caso, mi caso es cualquier cosa menos romántico o...