23. En sus sueños.

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Tony le pone desinfectante y limpia la sangre con cuidado, sube las cejas al ver su rostro machucado y es obvio, que fueron puñetazos muy fuertes, mira a Franco que estaba afincado en la puerta en silencio, analizando lo que hizo, pero, la seguía culpando a ella en el fondo.

-¿Quien será el que la golpeó?- Franco sube los hombros despreocupado- debería estar en la cárcel, casi le rompe la nariz.

-Le dije que no saliera y lo hizo, es muy necia.

-Tu mujer sabe que estás con otra, que a mí parecer, es muy joven.

-Mary, solo es mi esposa por papeles, en realidad la única que no quiere dejarme es ella.

-Estas actuando como un niño- Tony se levanta de la silla y tira los algodones usados al zafacon- deberias, conversar con Mary más calmado.

Franco, lo mira con desdén y toma asiento en el mueble, cerca de la ventana, solo escuchaba los grillos y ve las luces de los autos pasar, suspira y mira a Lana, quería seguir evitando esa conversación sobre su relación con Mary, a pesar de que la amaba quería pretender ser orgulloso.

-No me gusta sacar a la luz, esa conversación de esa mujer.

-Me imagino que haz desperdiciado toda esa furia en el rostro de esta muchacha.

Se pone tenso y Tony se quita los guantes, tenía 75 años de edad, conocía perfectamente a franco ya que era como su segundo papá, le daba nostalgia recordar que desde pequeño lo cuido y lo sano de tantas cosas, estaba un poco decepcionado que, haya golpeado por primera vez a una mujer.

-Se lo merecía, me provoco y me conoces.. no soy de tenerle paciencia a ninguna mujer que me saque de quicio.

-Seguramente lo que te provocó que la golpeara fueron otras cosas.

-Tony, no sabes nada.

-No lo sé, por qué hace años haz dejado de contarme tus cosas y haz dejado de tratarme como un ser querido.

Franco se queda en silencio, recuerda esos días que le contaba todo con total confianza, pero, al dejar de ser adolescente solo las guarda para si mismo, se cruza de brazos.

-No tengo 17, Tony. Soy un adulto, se valerme por mi mismo, no tengo que correr detrás de alguien para desahogarme por cosas estúpidas.

-Si, lo sé- Tony acepta y asiente dándole la razón- pero, a veces es mejor decir las cosas, ya que, sea lo que sea que está pasando por tu mente no es correcto y lo sabes.

-Te aseguró que nada incorrecto, paso por mi mente, simplemente esa mujer que está ahí, se mereció eso.

-Bien, pero, a las mujeres no se les golpea- señala a Lana- ¿Que sucederá si se enteran que fuiste tú, quien le hizo esto?

-Si se enteran, ya sé dónde ir.

Tony lo estudia, lo ve un poco violento y prefiere morderse la lengua, para que, las cosas no salgan peor de la que el se imaginé. Se rasca el pelo lleno de canas y se acerca sin miedo a Franco, lo mira un buen rato pensando que decirle.

-Procura ser un buen hombre, y no vuelvas a dejarte llevar por tus impulsos- le da una palmada en el hombro- me iré, tengo que atender más clientes, espero que se mejore.

Tony sale de la habitación y Franco mira a Lana unos segundos, y sigue al doctor. Lana se remueve en la cama, deja caer unas cuantas lágrimas y se sienta, quería irse de esa casa, por qué sabe si lo hizo una vez, lo hará mil veces más. Además, de que le recordaba a cuando estaba en la calle y los hombres la golpeaban. Se acerca a la ventana, y la pretende abrir, ve un candado puesto y bufa. Pensó en todo lo que pasó, para llegar a tener un hogar y ahora, todo era un disfraz del mismo que la salvo. Temía de lo que sea que Franco tenía en la mente, con ella.

-¿Así que te haz mejorado o estás pensando en como escapar?- voltea al escuchar la voz de Franco- Mañana, iremos a la villa, quiero una maleta de ropa lista.

-No quiero ir.

-No te gobiernas ahora, y no me vas a decir lo contrario.

Franco agarra una maleta, y la abre en la cama. Lana, hace una mueca y se pega en la pared..

-¿Acaso, escapas de alguien?

Franco la mira fijamente, niega y abre el armario que estaba repleto de ropas con etiquetas, que Lana no sé a puesto y esta vez, no pretendía ponerse tampoco.

-No tengo que escapar de nadie- agarra perchas de vestidos, pantalones y blusas- tienes mucho valor para dirigirte a mi, como si nada hubiera pasado.

Lana solo sentía que no era tan importante y era un castigo esos golpes que el le dio, en realidad, lo tomaba como si lo mereciera, se preguntaba que hizo tan mal para que hasta el que la ayudo, tenga el valor de golpearla como si nada.

-Solo se que, eres un hipócrita.

-Me recuerdas tanto a Mary- tira la ropa en la cama y se dirige a ella- se parecen mucho, pero, Mary es más extravagante que tú.

-Oh, comprendo. Siempre quisiste golpear a Mary.

-Nunca, solo me da enojo cada palabra que dices, tu inmadurez, la pena que me generas es tan grande.

-Yo no soy culpable de generarle pena.

-Enserio, a veces se te olvida de dónde vienes, donde te encontré y como estabas ¿No?

Lana se queda en silencio, recordando esos días. Recuerda una conversación con el, donde mencionaba a sus padres y eso le daba melancolía.

-¿Donde estan mis padres?

Franco le da la espalda, y se dirige a la puerta de la habitación, para salir y no seguir manteniendo una conversación que puede llegar a más, si el no controlaba sus impulsos. Suspira y la voltea a mirar, en realidad, investigo tanto sobre ella que, se quedó sin palabras al final, al saber la verdad y quién era ella realmente, por eso la odiaba por qué sabe que puede hacer de el lo que quisiera, si ella pudiera saber la verdad y no estaba dispuesto a decirlo.

-Tus padres, siguen rodando en la calle.., si no quieres rodar otra vez a la calle y activar tus traumas, mejor haz lo que te digo y no me dirijas la palabra.

Cierra la puerta y Lana se derrumba en el suelo, llorando desconsolada. Se sentía mal, muy mal. No quería nada de eso, comparando su ahora con el de hace 10 meses, prefiere seguir en su pasado por qué a pesar de que, no tenía las comodidades, era libre. Mira la maleta y la ropa en la cama, tampoco quería ir a ningún lado que no fuera esta casa, no quería tener ningún contacto físico con Franco, pero, debía cumplir con lo que el dijera, ya que ella, estaba completamente sola y no se quería imaginar cosas peor, se limpia las lágrimas y se levanta forzando todo su cuerpo, se acerca a la cama y organiza la ropa sin ánimos, la puerta se abre y Franco la mira fijamente.

-Una maquillista profesional, vendra para ocultar esos golpes que fue por tu culpa, no te pongas difícil.

Lana no le responde y cierra la maleta, la baja al suelo.

-Y, saldremos a las 5 de la mañana, ponte algo que defina tu cuerpo y no te veas cómo una pordiosera, más.

Lana asiente y Franco la observa unos segundos, antes de cerrar la puerta, ella deja caer su espalda en la cama y intenta dormir, ya que la única vez que tiene tranquilidad es en su sueños.

La Chica Del Contenedor Where stories live. Discover now