Impresionados
Tres días fueron suficientes, para que Lana recapacitará y buscará trabajo por su cuenta. No quería seguir en la calle, aunque estaba pensando que esa es la mejor forma de vivir, prefirió levantarse del contenedor y animarse, la aceptaron como mesera en una discoteca, por las noches hay tantas personas que tenia que tener cuidado en no tropezar con las bebidas, con el poco dinero que recibe unos 5 dólares compra ropa y se va a dormir en casa de una chica que es muy amable con ella desde el primer día.
La discoteca está
abarrotada de personas, toman como si fuera agua y hay puros jóvenes en grupos, la música es electrónica y cómo bailan la dejaban entretenida, la tiene que sacar de su pensamientos para que siga trabajando como buena inexperta que era.-¡Hey!- un grupo de chicos le pitean y se acerca- 2 cervezas, una margarita y un refresco.
-¡Eres muy joven y guapa! ¿Que edad tienes?
Un chico rubio de ojos claros la escanea, reconociendo a Lana el día que la vio brincar por comida, aunque ahora estaba más cambiada.
-Yo te conozco- le dice, ya que estaba a su lado y voltea a mirarlo- ¿No te acuerdas que te dije, si querías comer?
Lana frunce las cejas y lo recuerda, se llena de vergüenza y niega anotando todo lo que pidieron.
-Aunque ahora, extrañamente eres mesera.
-No, no lo conozco- la miraba con una sonrisa- ¿Pedirá algo?
Se levanta y Lana tiene que retroceder, su cabello rubio castaño cae en su frente, viste de negro y es alto.
-Se que tienes vergüenza..- saca dinero de su billetera y lo desliza por los bolsillos traseros de ella- para que comas, no quiero nada.
Lana se queda sin decir nada, le tiraría el dinero en la cara pero prefirió no decir nada para evitar problemas, se aleja y camina directamente hacia la mesa dónde entregan la bebida, le da el papelito y Verónica lo lee, para poner todo en la bandeja de entrega.
-¿Que pasa?- le pregunta al verla incómoda- acostumbrate, cualquier hombre te dara dinero y hasta te invitaría a una noche de sueños.
-¿Que?- voltea a mirarla- somos meseras.
-¿Y?
Verónica se ríe divertida, le sorprendía como se vestía, utilizaba ropa demasiadas corta. Y se maquilla exageradamente, se fijaba en como los hombres le pagaban y se desaparecía, dejándole la casa sola. Lana, ignoraba cuando le ofrecían dinero y se lo terminaban entrando en los bolsillos de los pantalones de forma obligatoria, aunque estaba incómoda fue ella quien eligió ese trabajo y no pretendía irse, ahora que lo necesitaba y era lo único que sabe hacer, ser mesera.
-Que bueno que no te eligieron como bailarina- le dice con una sonrisa perversa- imagínate el montón de hombre que te pagarían.
Lana frunce las cejas entendiendo lo que dice, agarra la bandeja con cuidado y camina hacia el grupo otra vez, entrega y siente la mirada del chico sobre su existencia.
-¿Cómo te llamas?- le pregunta cauteloso- no te haré daño, ¿De acuerdo?
-Lana.
-Que rápido- se ríe y extiende su mano hacia ella con educación, a pesar del lugar que estaban- Cristofer.
Lana duda en darle la mano, asiente y Cristofer sonríe para agarrar el refresco para no tener la mano extendida.
-Bien, tengo que trabajar.
-De acuerdo..
Lana se va y sigue sirviendo a los demás grupos o personas solitarias, las bailarinas empiezan su trabajo y es lo que más llama la atención, Cristofer la sigue con la mirada un poco pensativo, pensó que nunca la volvería ver, además se alegraba de que saliera de la calle y se pusiera a trabajar, por lo menos empezó a utilizar el cerebro.
CITEȘTI
La Chica Del Contenedor
DragostePor casualidad de la vida Lana Winters una chica pordiosera come un sándwich dentro de un contenedor. Franco Cruz un joven casado, de corazón humilde a pesar de tener mucho dinero y ser el Alcalde de la ciudad, tira basura en ese contenedor y se la...