6. Impresionados

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Impresionados

Tres días fueron suficientes, para que Lana recapacitará y buscará trabajo por su cuenta. No quería seguir en la calle, aunque estaba pensando que esa es la mejor forma de vivir, prefirió levantarse del contenedor y animarse, la aceptaron como mesera en una discoteca, por las noches hay tantas personas que tenia que tener cuidado en no tropezar con las bebidas, con el poco dinero que recibe unos 5 dólares compra ropa y se va a dormir en casa de una chica que es muy amable con ella desde el primer día.

La discoteca  está
abarrotada de personas, toman como si fuera agua y hay puros jóvenes en grupos, la música es electrónica y cómo bailan la dejaban entretenida, la tiene que sacar de su pensamientos para que siga trabajando como buena inexperta que era.

-¡Hey!- un grupo de chicos le pitean y se acerca- 2 cervezas, una margarita y un refresco.

-¡Eres muy joven y guapa! ¿Que edad tienes?

Un chico rubio de ojos claros la escanea, reconociendo a Lana el día que la vio brincar por comida, aunque ahora estaba más cambiada.

-Yo te conozco- le dice, ya que estaba a su lado y voltea a mirarlo- ¿No te acuerdas que te dije, si querías comer?

Lana frunce las cejas y lo recuerda, se llena de vergüenza y niega anotando todo lo que pidieron.

-Aunque ahora, extrañamente eres mesera.

-No, no lo conozco- la miraba con una sonrisa- ¿Pedirá algo?

Se levanta y Lana tiene que retroceder, su cabello rubio castaño cae en su frente, viste de negro y es alto.

-Se que tienes vergüenza..- saca dinero de su billetera y lo desliza por los bolsillos traseros de ella- para que comas, no quiero nada.

Lana se queda sin decir nada, le tiraría el dinero en la cara pero prefirió no decir nada para evitar problemas, se aleja y camina directamente hacia la mesa dónde entregan la bebida, le da el papelito y Verónica lo lee, para poner todo en la bandeja de entrega.

-¿Que pasa?- le pregunta al verla incómoda- acostumbrate, cualquier hombre te dara dinero y hasta te invitaría a una noche de sueños.

-¿Que?- voltea a mirarla- somos meseras.

-¿Y?

Verónica se ríe divertida, le sorprendía como se vestía, utilizaba ropa demasiadas corta. Y se maquilla exageradamente, se fijaba en como los hombres le pagaban y se desaparecía, dejándole la casa sola. Lana, ignoraba cuando le ofrecían dinero y se lo terminaban entrando en los bolsillos de los pantalones de forma obligatoria, aunque estaba incómoda fue ella quien eligió ese trabajo y no pretendía irse, ahora que lo necesitaba y era lo único que sabe hacer, ser mesera.

-Que bueno que no te eligieron como bailarina- le dice con una sonrisa perversa- imagínate el montón de hombre que te pagarían.

Lana frunce las cejas entendiendo lo que dice, agarra la bandeja con cuidado y camina hacia el grupo otra vez, entrega y siente la mirada del chico sobre su existencia.

-¿Cómo te llamas?- le pregunta cauteloso- no te haré daño, ¿De acuerdo?

-Lana.

-Que rápido- se ríe y extiende su mano hacia ella con educación, a pesar del lugar que estaban- Cristofer.

Lana duda en darle la mano, asiente y Cristofer sonríe para agarrar el refresco para no tener la mano extendida.

-Bien, tengo que trabajar.

-De acuerdo..

Lana se va y sigue sirviendo a los demás grupos o personas solitarias, las bailarinas empiezan su trabajo y es lo que más llama la atención, Cristofer la sigue con la mirada un poco pensativo, pensó que nunca la volvería ver, además se alegraba de que saliera de la calle y se pusiera a trabajar, por lo menos empezó a utilizar el cerebro.

La Chica Del Contenedor Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum