22. Debes agradecer.

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El agua cae sobre su cabello y su cuerpo estaba lleno de espuma cuando escucha el timbre de la casa, se queda un rato pasmada y sabe quién está tocando la puerta, sale del baño con una toalla y se pone una ropa cómoda, recoge la maleta que tiene lo necesario y la esconde debajo de la cama para que Franco no descubra que se va a escapar, Verónica no le a vuelto a buscar, suponía que estaba enojada y la comprendía, la buscaría y hablaría las cosas con ella, ya que tenía razón. Solo se estaba dejando hacer eso, por qué el único que la ayudo fue el. Sentía que seguía cayendo tan bajo como siempre. Sale de la habitación y baja la escalera, Franco había entrado y la voltea a mirar con mucha seriedad, algo poco común en el, ya que siempre tenía una mirada amable. Pero, había cambiado totalmente.

-¿Que hacías?- pregunta y Lana se queda en el mismo lugar- ¿Estabas con otro?

-Para nada, solo me estaba dando una ducha.

-Ahora me esperas bañada, excelente- Franco sonríe y se acerca a ella, con los brazos cruzados- quería darte una gran sorpresa, estoy seguro que te encantará.

En realidad a Lana, no le gustaba para nada las sorpresas de el, ya que se le veía la mala intención, quería escapar.. se sentía tan estúpida, que no podía ocultar sus nervios, desvía la mirada a otro lugar que no sean los ojos de el.

-¿Qué sorpresa?

-Iremos a una isla, donde estaremos totalmente solos y sin interrupciones..

-¿Que?

-Si, y no estoy preguntando si vas o no, irás. Debes agradecer con algo, especial.

-¿Agradecerte es entregarte mi cuerpo?

-Es una buena oferta, si así lo quieres por mi no hay problema.

-Solo te querías aprovechar de mi, eres tan falso.. ¡No iré contigo a ningún isla!

La agarra del mentón y la pega contra la pared con fuerza,  Franco estaba fuera de sus 5 sentidos al pensar que cada mañana se levanta y Mary no estaba a su lado, quería que Lana se convierta en Mary, por qué a pesar de que se sentía traicionado no cambiaría la idea de convertirla en otra mujer, que se parezca a Mary.

-Haras lo que yo te diga, no eres nadie sin mi, por tu miserable existencia me haz arruinado mi matrimonio, mi mujer se acuesta con otro hombre y tu, disfrutando de todo lo que te doy, lo mínimo que puedes hacer infeliz es brindarme total respeto.

La tira contra el suelo y Lana, lo mira detenidamente, con los ojos llorosos, estaba sorprendida. Intentaba comprender ciertas cosas, pero, nada le llegaba a la mente en esos momentos.

-Yo no fui quién le cayó atrás para que me ayudara, pensé que lo hacías con buen corazón.

-Si lo hacía con buen corazón, pero, al ver que te habías metido en mis pensamientos, arruinaste todo.

-¡No soy culpable de tus decisiones!

-¡Lo eres!- le devuelve el grito y la levanta del brazo, y la tira hacia el como si fuera una muñeca de porcelana- el viernes te quiero lista a las 5:00 de la mañana, no quiero peros por qué, la que va a hablar es mi puño.

La empuja otra vez y sube las escaleras, Lana se limpia las lágrimas y se dirige a la puerta, la trata de abrir pero, estaba con seguro. Por un momento, sentía que se libraría de el, pero, todo se arruinó. Escucha un ruido sordo y la maleta que tenía escondida se desliza por las escaleras y Franco se detiene en el último escalón, la mira con unos ojos que la dejaban horrorizada ya que le daba bastante miedo de lo que sea que el estuviera pensando en esos momentos, Franco suspira fuertemente y tira la maleta a unos metros de ella, que retrocede.

-¿Pretendías escapar de tu propia casa?

No sabe que decir y Franco se acerca, no hablo mucho ya que su mano se estrella contra la mejilla de Lana, volviéndola totalmente roja, la agarra del cabello y la obliga a mirarlo.

-¡Como pretendes irte de la casa que te compre con tantos esfuerzos, eh! ¡Ahora eres tú quien decide si quedarse o no! ¡Se te olvida quien manda aquí y en ti, soy yo!

-¡Tu no eres mi dueño! ¡Tu solo eres un aprovechado!

-Nadie te va a ayudar nunca, haz nacido de la basura y vas a hacer basura por siempre ¿Que pretendes hacer, dar tu lastimado a los demás?

-¡No le daré lástima a nadie!

-A mi si me das lástima, no sabes la pena que me das ¡Estás sola en este mundo! ¡No tienes absolutamente a nadie!- tira del cabello de ella, haciéndola gritar- dependes de mi, solo de mi.

-¡Te juro que me voy a escapar! ¡No me volverás a ver nunca en tu vida!

-¿Ah si?

Le da un puñetazo tan fuerte en el rostro que la deja mareada, Franco se intentaba contener pero, la furia que sentía hizo que se hiciera el sordo a los gritos de auxilio de Lana, le dio tres golpes más con más intensidad y le choca la cabeza en el suelo. Cuando se recupera un poco y escucha su respiración agitada, se da cuenta de había desmayado a Lana, se levanta del suelo al verlo con sangre. Suspira y se lleva la mano a su cabeza, intentaba mantenerse tranquilo, la levanta y la acuesta en el mueble, escucha los quejidos de ella.

-Es tu culpa, te dije que no me provocaras, no me conoces... No me conoces.

Le dice y se dirige a la cocina, trae un trapeador, limpia la sangre, y lo vuelve a dejar en la cocina, se lava las manos y mira un buen rato por la ventana, pensando que lo hizo mal, se sentía tan culpable por golpear por primera vez a una mujer, pero, no se podía contener y dejar que dijera cosas que no le agradaban, sale de la cocina y Lana ni siquiera se quería mover por el dolor en su rostro, mantenía sus ojos cerrados.

-Un doctor vendrá, y no te hagas la víctima no te he golpeado tan fuerte.

-Idi..ota.

Dice Lana furiosa consigo misma, por todo, por nacer, por creer, por no quedarse ese día en la casa de aquel desconocido que se sentía tan segura y cómoda en los brazos de el,  en cambio por no dejar atrás a Franco por agradecimiento se encontró con la peor versión de el, después de aquella fiesta cambio extrañamente. Ve de reojo a Franco con el teléfono en la mano, se lo lleva a la oreja y la mira con seriedad.

-Buenas tardes, Tony. ¿Podrías venir..?- sonríe al recibir una respuesta afirmativa- sabes dónde estoy, te necesito rápido aquí.

Cuelga el teléfono y, centra su total atención en Lana, que estaba con los puños apretados a los lados. Y los ojos cerrados, su ojo estaba morado y sus mejillas estaba rojas, hinchadas y se ven lo suficiente lastimadas, intentaba buscar una excusa para que Tony, no hiciera más preguntas y solo hiciera su trabajo.

-Diras que había ido a la tienda, y un loco borracho te había golpeado.

-No diré absolutamente nada.

El se acerca y la agarra del cabello, escucha un quejido de parte de ella.

-Diras lo que yo dije, si dices una palabra que no dije.. te irá peor.

-Me ira peor como sea.

-Maldita mujer.. Tu padres- al pronunciar aquellas palabras, ve a Lana abrir los ojos y sonríe- sabes que están a la deriva, sufres por ellos y ellos, van a pagar cada mentira que digas sobre mi, sabes que soy capaz.

Lana siente como le pica su mejilla lastimada, al dejar que sus lágrimas se deslicen, las libera.

-¿Como puedes ser tan..?

-Solo di, lo que dije. Oh, tendremos serios problemas, Lana.

Se levanta y recoge la maleta, la mira detenidamente.

-No vas a escapar a ningún lado, tu casa es aquí y será aquí siempre - hace pausa- y, eso no me impedirá que te lleve a la isla privada.

Lana escucha la maleta chocar con fuerza en el escalón, escuchaba candados cerrando ventanas, puertas y por último se desmayó por los golpes, que cobraban factura.

La Chica Del Contenedor Where stories live. Discover now