EXTRA 2: Guerra

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La brisa suave de la tarde acariciaba el jardín trasero de la casa de la familia Jaeger, quienes se encontraban celebrando junto con la familia Ackerman el cumpleaños número catorce de Zeke. La parrilla estaba encendida y el delicioso aroma de los filetes asados llenaba el aire. Grisha y Axel, expertos en la parrilla, compartían risas mientras volteaban la carne con destreza. Mientras tanto, Carla y Bianca se encontraban sentadas en el porche, charlando animadamente sobre los últimos acontecimientos de la ciudad y recordando anécdotas de su juventud en la universidad. En la esquina del jardín, Levi estaba absorto en la lectura de un libro, ajeno al bullicio que lo rodeaba. Zeke se encontraba ocupado cuidando de los más pequeños, Mikasa y Eren, quienes con apenas seis años disfrutaban de la compañía del rubio mientras jugueteaban en el arenero.

Mikasa, con sus pequeñas manos expertas, construía un elaborado castillo de arena, concentrada al máximo y con un leve fruncimiento de ceño mientras intentaba perfeccionar los pequeños detalles de su construcción. Eren, por otro lado, se divertía jugando a los soldados, ignorando a la chica que se encontraba a su lado. Una vez que Mikasa terminó su castillo, gritó emocionada mientras corría hacia Zeke y tomaba su mano.

– ¡Mira, Zeke! –Gritó entusiasmada, señalando su castillo–. Lo hice para ti, por tu cumpleaños. Espero que te guste y que te haga muy fe...

No terminó la frase cuando Eren lanzó un rugido como el de un dragón y aplastó el castillo que la niña llevaba casi una hora construyendo. Los ojos de Mikasa se abrieron de golpe, completamente incrédula al ver su obra maestra completamente destruida.

Mikasa sintió una mezcla de furia y tristeza inundar su pecho. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba incrédula a Eren, quien se reía triunfante de su travesura. Sin pensar dos veces, Mikasa agarró la cubeta que había estado usando para moldear la arena y la lanzó con todas sus fuerzas hacia la cabeza de Eren. La cubeta impactó con un sonido sordo, haciendo que Eren se tambaleara un poco antes de hacer una mueca y sonreír triunfante.

–No me dolió –aseguró, aunque su rostro decía lo contrario.

– ¡¡Eres un tonto!! –Gritó Mikasa con la voz entrecortada por la rabia y la frustración.

Eren se frotó la cabeza y la miró con desdén.

– ¡Tú eres una niña llorona! –Exclamó con fastidio–. Además, ¿qué tiene de malo? Puedes volver a construirlo fácilmente.

Mikasa apretó los puños con fuerza, conteniendo las lágrimas que amenazaban con caer. Pero entonces algo llamó su atención. Notó algo que la dejó helada: sus muñecas, las preciosas muñecas que le había regalado su padre, estaban enterradas en la arena, de cabeza.

– ¡Mis muñecas! –Exclamó horrorizada mientras se arrodillaba y comenzaba a desenterrarlas frenéticamente.

Eren resopló.

Liberosis (EREMIKA)Where stories live. Discover now