19: Gabi

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El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonalidades cálidas, mientras Mikasa y Eren se adentraban en el bosque a las afueras del oeste de Kanase. El motor rugía suavemente mientras la pareja avanzaba hacia lo desconocido. Eren apretó el volante con firmeza, continuando por el polvoriento sendero que serpenteaba por aquel imponente bosque. A su lado, Mikasa miraba con expresión decidida por la ventana.

—Mikasa, por favor, aún estamos a tiempo de volver —sugirió el chico frunciendo el ceño, no del todo convencido de la decisión de Mikasa sobre averiguar más sobre aquel empleo.

La mujer que había pegado el panfleto en el tablón le había parecido demasiado extraña, y no confiaba en ella en absoluto. Algo no estaba bien.

—Mikasa, no quiero que te pongas en peligro —señaló Eren, observando de reojo a su novia.

Mikasa tomó la mano de Eren y le plantó un suave beso.

—Eren, todo saldrá bien. Además, necesito este trabajo para comenzar nuestra vida juntos. Te prometo que, si hay algo extraño, nos iremos.

Eren suspiró resignado, sabiendo que no podía negarle a su novia la oportunidad de trabajar. Aunque desconfiaba de la situación, su amor por ella era más fuerte, y si ella realmente quería aquel trabajo, él no haría más que apoyarla.

El auto continuó su camino adentrándose más en el bosque. Las sombras de los árboles se cerraban sobre ellos, pero la determinación en los ojos grises de Mikasa y el apoyo silencioso de Eren hicieron que el resto del camino se hiciera más ameno.

Anduvieron unos minutos más en auto, cuando la vieron. Era simplemente increíble. La boca de los chicos se abrió formando una perfecta "O" mientras observaban la imponente mansión de lujo que se alzaba majestuosamente en medio del frondoso bosque, como un oasis de opulencia en armonía con la naturaleza circundante. Su diseño moderno y vanguardista destacaba con fuerza entre los árboles centenarios que la rodeaban, creando un contraste impresionante.

La fachada, impecablemente pintada de blanco, resplandecía bajo la luz que se filtraba entre las hojas. Grandes ventanales de cristal se extendían desde el suelo hasta el techo, permitiendo que la elegancia y sofisticación del interior se fusionaran con la belleza natural que rodeaba la propiedad. La luz reflejaba destellos en la superficie vidriada, añadiendo un toque de resplandor a la estructura.

Un extenso jardín delantero, meticulosamente cuidado, recibía a quienes llegaran con una exhibición exuberante de flores coloridas y arbustos podados con esmero. Un camino de piedra serpenteaba a través del jardín, conduciendo a una entrada principal impresionante. La entrada, flanqueada por columnas elegantes, daba la bienvenida con una puerta doble de madera tallada con intrincados detalles que evocaban un sentido de nobleza y refinamiento.

Liberosis (EREMIKA)Where stories live. Discover now