32: Fatal

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— ¡Demonios! No noté que era tan ajustado —rezongó Mikasa, sintiéndose completamente incómoda mientras se observaba en el espejo.

El precioso vestido resaltaba sus curvas, pero sin lugar a duda le quedaba algo ajustado. Mikasa notó, con sospecha, que sus pechos resaltaban más que antes. La incomodidad la invadió y un suspiro se escapó de sus labios. La fatiga también la afectaba; se sentía agotada y con ganas de dormir.

—Creo que Pieck tenía razón, he estado comiendo demasiado —se quejó Mikasa antes de dejarse caer en la silla frente a su escritorio, sosteniendo el dije de su cadenita entre sus dedos.

Había hablado con su madre, y a pesar de que en un principio estuvo renuente, finalmente accedió a dejarla ir hasta Shinganshina para asistir al baile. Así que al día siguiente partiría, se quedaría con Sasha y luego volvería a Sina después del baile. La única condición que le había puesto su madre era que no se vería con los Jaeger. Eso la molestaba, ya que esperaba hablar con ellos; quizás sabían algo sobre Eren. Sus ojos se llenaron de tristeza al pensar en él; lo extrañaba tanto. Ir al baile de invierno sin Eren le parecía un sacrilegio. Un nudo en su garganta se formó mientras su pecho dolía. Con el dije entre sus dedos, no pudo evitar que las lágrimas empezaran a caer, lloraba en silencio deseando saber dónde estaba, si estaba bien, si todavía la amaba. La incertidumbre la atormentó por completo.

En ese momento, la puerta de su habitación se abrió abruptamente. Levi entró sin previo aviso y Mikasa lo miró con gesto molesto.

— ¿¡No puedes tocar antes de entrar, idiota!? —preguntó irritada—. ¿Qué haces aquí?

—Mamá dijo que irías a Shinganshina y yo te llevaré, no dejaré que te escapes de nuevo —dijo Levi con determinación. Mikasa resopló.

—No planeaba hacerlo, no te preocupes.

—Bien, no confío en ti —habló Levi con fastidio—. Y que te quede claro que no te perderé de vista, así no tendrás la oportunidad de encontrarte con los Jaeger.

—No planeaba hacerlo —repitió ella con agotamiento—. ¿Quieres largarte de mi habitación?

—Mikasa, ¿cuándo se te va a pasar el enojo?

—Nunca. Te odio —aseguró Mikasa, poniéndose en pie—. ¡Ahora lárgate!

Levi la miró con tristeza y se acercó lentamente. Mikasa retrocedió un paso, pero Levi no se detuvo; sus ojos reflejaban una mezcla de dolor y preocupación.

– ¡Mikasa, por favor, entiende que solo estoy tratando de protegerte! –Le gruñó Levi. Su voz intentaba ser suave, pero la determinación seguía presente en sus ojos oscuros.

Liberosis (EREMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora