Capítulo 52

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Amor, amor, amor.

Narra Evangeline:

—Nena, ya me voy— la voz de Mark hablándome por lo bajo me despertó.

—No te vayas— le pedí aún con los ojos cerrados— tus alumnos pueden vivir sin ti.

—No daré clases hoy, pero tengo una reunión en el planetario.

—Los astrofísicos también pueden vivir sin ti— me di la vuelta y me acomodé sobre su regazo, Mark acarició mi espalda desnuda con su mano y solté un suspiro.

—Tengo que ir.

—No.

—Eva— abrí los ojos y levanté la mirada.

Cada mañana lo encontraba más guapo. Recién duchado, con los rulos largos, sus gafas y su sonrisa perfecta.

Además de que olía delicioso.

—Prepare el desayuno, avísame si sales y también cuando regreses.

—¿Vendrás a almorzar? — negó.

—Estaré de regreso a las seis.

—Está bien— se puso de pie y me acomodé de nuevo en la cama, Mark se inclinó sobre mí y dejó un cálido beso en mi mejilla como despedida.

—Te veo en la noche, te amo.

—Sabes que yo te amo más.

Y sin más, salió de su habitación, cuando vi que no pasaban de las siete de la mañana, volví a dormir, no tenía nada más que hacer además de ir al supermercado, pero eso lo haría antes del almuerzo.

Cuando la alarma sonó, ya eran las diez y media, así que era momento de levantarme.

Busqué una camisa larga de Mark con la cual poder cubrir mi cuerpo completamente desnudo y busque mis bragas en el suelo, caminé hasta la ventana y abrí las cortinas para que la claridad iluminara la habitación, recogí la ropa sucia y la dejé en el cesto junto a la puerta.

Amarré mi cabello en un moño, ahora que estaba largo ya podía recogerlo completo y salí a la cocina. En el desayunador había una notita que Mark dejó para mí, la cual decía:

"Los panqueques están en el horno y hay fruta en el refrigerador.
También hay café".

Y un corazón.

—Dios— me cubrí el rostro aún con la notita en la mano, esto era tan lindo.

Todavía no podía creerme por completo que esta era mi realidad, el hecho que Mark era mi novio, que hicimos el amor en su cama, que preparó el desayuno para mí y que dibujó un corazoncito chueco en una notita.

La guardaré para siempre y se la mostraré a nuestros hijos.

Mientras calentaba el café, regresé a la habitación para buscar mi celular y hacer una llamada.

Al regresar a la cocina lo puse en altavoz y escuché la voz de Crista Turner.

—¡Estás viva!

—Hola, amiga mía— reí y saqué el bowl de frutas.

—¿Qué diablos paso? Vi en las noticias que Mark huyó de su boda ¡no me lo podía creer!

—Yo sigo sin hacerlo.

¿Cómo fue? — me senté en el banco y tomé un trago de la taza de café.

—Una locura total; estaba a punto de salir de la recepción cuando gritó mi nombre y al darme la vuelta, se lanzó de rodillas y me tomó del vestido para empezar a decir que me amaba y estaba enamorado de mí.

La reina de las constelaciones (bilogía corazón)Where stories live. Discover now