Capítulo 33

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Estados Unidos 1 - Alemania 0

Narra Evangeline:

Stephan soltó a Honee y la empujó al frente, Hans la sostuvo en sus brazos antes de que cayera de rodillas al suelo.

Sonrió complacido, se acomodó el cabello con los dedos y comenzó a hablar.

—Necesito de su ayuda, sobre todo de la tuya, Evangeline.

—¿Para qué? ¿Y por qué debería ayudarte? Aún recuerdo lo que me hiciste... y lo que le hiciste a Hans, deberíamos asesinarte, Stephan, no aliarnos contigo.

—No busco nada a mi favor, tan solo deseo exterminar por completo a Eric y sé que los cuatro también quieren, incluso la pequeña ha de querer ver a su papi hecho mierda.

Honee jadeó asustada, estaba roja de tanto llorar y se aferraba al cuerpo de Hans para mantenerse a salvo.

—No quiero verme involucrada con nada que lleve a mi padre de por medio.

—¿Estás segura? ¿Ni siquiera por venganza? Él los envió conmigo.

—¡Y tú nos devolviste!— Hans apartó a Honee de él, avanzó hacia Stephan y se plantó enfrente. Ambos heridos, con rasguños y sangre, Stephan no se inmutó, Hans mucho menos lo haría.

—Creí que Mark ya les había contado la verdadera historia— di un respingo, mi hermano iba a enterarse del trato y de la peor manera—, pero al parecer le faltaron bolas para hacerlo. Mi querido Hans, para actualizarte, fue tu padre quien me envió por ustedes, tenía la orden de hacerles daño, en especial de dos cosas: dejar inválida a tu hermana y matarte.

Empalidecí por completo.

Mark jamás había mencionado lo de mis piernas...

—Pero no lo hice porque el viejo no cumpliría con su parte del trato.

—¿Tenías que matarme?— su voz salió áspera, rota; le di una ojeada a Honee quien veía la escena sin entender nada y sin dejar de llorar, Hunter recién se recuperaba en el sofá, apenas abriendo los ojos.

—Sí.

—Déjame decirte que lo hiciste, Stephan. El primer día lo hiciste, ese día y todos los que le siguieron... me mataste una y otra vez.

—Supéralo, por el amor de Dios.

—Como si fuera tan fácil.

—¡Vete!— Hunter gritó a nuestras espaldas— ¡Nadie te va a ayudar en nada! ¡Maldito!— quiso ponerse de pie, más no pudo gracias a que seguía demasiado débil, hice una seña con la mano para que se quedara quieto.

—Yo si lo haré— continuó Hans.

—¿Qué haces?— se volteó hacia mí y se encogió de hombros con una sonrisa triste.

—Él lo envió por nosotros, Evangeline, nos ha hecho daño.

—¡Stephan también!

—Es verdad. Eric no solo me envió por ustedes, también me envió por tu novio ¿Cómo era que se llamaba?... William, ah si, lo maté.

La reina de las constelaciones (bilogía corazón)Where stories live. Discover now