Capítulo 48

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Un momento para recordar.

Narra Evangeline:

—No sé conducir una lancha.

Estábamos en el muelle, la única manera de salir de la Isla e ir al pueblo era en lancha, para la suerte de Mark, yo sí sabía cómo conducir una.

En la academia de policías nos entrenaron para manejar cualquier tipo de vehículo, se conducir autos, camiones, motocicletas, lanchas, barcos, veleros, motos de agua y helicópteros.

Me puse los lentes de sol y le entregué mi bolsa de playa a Mark.

—Dame las llaves.

Me las entregó y subimos a la lancha.

Encendí los motores y tomé el timón, Mark se sentó en el asiento de al lado y tomamos camino por el mar.

No pasaban de las diez de la mañana, así que el sol pegaba fuerte, seguramente terminaría bronceada, podría hacerle competencia a Hunter al regresar a Nueva York y ver quién está más moreno.

El camino para llegar a Santorini estaba trazado en el GPS, así que no fue difícil llegar, el camino estuvo tranquilo, el aire caliente chocaba contra mi piel y algunas gotas que salpicaban por la borda.

—¿Qué planes tenemos?

—No sé tú, pero yo quiero hacer compras... ¿Te parece bien o prefieres hacer otra cosa?

—No, por mí está bien, con tal de estar contigo.

Le di un vistazo de reojo, no pude ocultar mi sonrisa de enamorada, esas palabras, esos gestos tan pequeños e insignificantes, valían mucho para mí.

—Mañana podemos ir a otra isla, estuve investigando lugares y hay una pequeña cueva y una laguna con aguas cristalinas. En Google decía que también hay corales y gemas, es como una isla mágica— había emoción en su tono de voz, seguramente disfrutaríamos mucho de ese lugar.

—Me gusta eso de mágico.

—A mí me gustas tú.

Apreté los labios en una sonrisa al sentir mi rostro calentarse, probablemente tenía las mejillas coloradas, podía sentir las mariposas revolotear en mi estómago, el sentimiento de estar enamorada y ser correspondida era algo inigualable, quería llorar de la felicidad cada que miraba a Mark sonriéndome.

Ni el océano era tan grande como mi amor por ese hombre.

Las estrellas se volvían finitas si trataba de contarlas para expresar lo que sentía por él.

Mi corazón seguiría latiendo por él aun si yo muriera, porque siempre le perteneció, cada latido, cada suspiro, cada parte de mí... todo, absolutamente todo era de Mark.

—Creo que tú también me gustas, pero solo un poco.

—Me conformo con eso.

🍄

Caminábamos por las calles del pueblo cuando un pequeño local llamó mi atención, era una venta de collares artesanales, jalé a Mark de la mano para acercarnos y poder observar todo más de cerca, él comía un helado de mango que se había comprado una calle antes, de igual manera no reprochaba nada; si yo quería entrar a una tienda, él me seguía; si quería descansar, buscaba una banca para sentarnos los dos; si quería una foto, sacaba su celular y me la tomaba.

La reina de las constelaciones (bilogía corazón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora