Chisme

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-¿Nunca se te ha pasado por la mente?

-¿Qué cosa?

-No es por sembrar la semilla de la duda, pero...

Hubo un silencio, miré a la chica que me habían asignado para organizar la agenda del equipo y sus futuras juntas con los distintos representantes de los países que habían sobrevivido.

-Bueno, todos conocemos la historia detrás del poder del titán, aun recuerdo el pavor que se instauró la noche que mataron a Tybur en plena ceremonia...

Sin tomarle mucha importancia seguí mirando el calendario para anotar las fechas de las cartas que ella abría.

-Y sabiendo que estás casada con el "salvador de la humanidad"...

¿Por qué justo Reiner tenía que tomarse el día libre? Quería matarlo, ahora tenía que soportar a una chismosa al lado.

-Todos piensan que tu matrimonio se dio porque el antiguo portador del titán colosal era-...

-¿Puedes dejar de hablar y hacer tu trabajo? -No elevé la voz, no fruncí el ceño, no me alteré. Solo dejé de escribir y la miré fijamente, solo con eso bastó para que ella dejara de hablar.

Se notaba el temor, sabía perfectamente con quién estaba trabajando, no era que me enorgullece mi título anterior al de "embajadora", pero no estaba para soportar chismes ni calumnias.

-Perdón...-Dijo tomando otro sobre para abrirlo rápidamente y retirar la carta.- Pensé que mientras estábamos haciendo esto podíamos conversar...

Suspiré al escucharla, negué apenas para luego seguir anotando.

-Podemos, pero no tenemos la confianza para tocar esos temas que no son de tu incumbencia.  



-0-




Los autos iban y venían, el hielo de mi limonada ya estaba a medias y el calor era más insoportable que otros años, era la falta de árboles cerca de Liberio, la rápida industrialización o algo que provocaba que los primeros días del verano fueran una tortura, pero ya llegando a la mitad hasta podía ocupar un sweater delgado en las noches.

Sentí como una mano tibia me tocaba el hombro, elevé mi rostro y me encontré con aquellos ojos azules profundos que se iluminaban con el poco atardecer que quedaba.

-¿Estás bien? Desde que llegamos a casa que estás pensativa -Comentó Armin sentándose en la silla de al lado.

Se podía sentir una pequeña brisa fresca desde el quinto piso que estábamos, el departamento que optamos para hacer nuestro hogar quedaba en la parte diplomática de Liberio, todo muy lindo y con elegancia, los balcones eran grandes y se podía hasta hacer barbacoas.

Como estábamos en periodo de "vacaciones", podíamos respetar nuestro horario de 8 horas diarias y luego irnos juntos a casa. Verlo descalzo, con ropa de gente normal, una limonada en la mano y despertando de una pequeña siesta era muy gratificante.

-No, solo que el calor me pone un poco de mal humor, el intenso, sabes que igual disfruto del verano -Comenté apoyando mi espalda en el respaldo de la silla mirando la gran avenida que poco a poco se iluminaba con los faroles de las calles.

-¿Fue la asistente suplente? -Preguntó casi con gracia antes de llevarse el vaso a los labios.

-Chismosa como ella sola, Reiner me debe una -Dije encogiéndome de hombros.

-No es bueno que pases malos ratos -Dijo inclinándose para apoyarse en la mesita que complementaba la terraza.

Él me conocía mejor que nadie, no había persona que supiera lo que me pasa con tan solo una mirada.

Mi mirada se encontró con la de él, Armin sonreía suavemente, paciente, esperando que yo hablara. Mis mejillas se tiñeron más de rosa al armarme de valor y hablar.

-La gente habla por hablar, todos piensan que terminamos juntos por culpa de los sentimientos de una persona que ya no está con nosotros hace años. -Fui directo al grano.

Armin elevó sus cejas al escucharme.

-Sabes que no es verdad. -Dijo con calma, su semblante cambio, estábamos hablando de algo serio que desde que todo comenzó era un tema importante para nosotros.

-Obvio, lo sé muy bien, pero no quita que la mujer esta fuera de chismosa preguntando cosas que no debe o insinuando cuando no sabe. -Tomé mi vaso de limonada para darle una probada y refrescar un poco la boca y la mente.

-Creo que no podemos escapar de ese asunto -Pasó una de sus manos a su despeinado cabello para peinarlo hacia atrás.- A mi siempre me llamaste la atención, mucho antes siquiera de conocer bien a Bertholt -Hice una mueca al escuchar su nombre.

Fue un compañero de guerra, solo eso, apenas hablé con él, apenas supe de su existencia porque me pusieron en el mismo grupo, pero jamás le tomé la importancia a lo que pasaba por su mente o lo que él sentía, debía de ser sincera.

-Independiente de lo que ella piense o la gente en general, solo nosotros y tal vez Hitch y Mikasa saben lo que realmente sucedió -Agregué dejando el vaso en la mesa y me recliné hacia él. Sonreí con gusto, solo con él me sentía cómoda de mostrar ese lado personal.- A mi me gustaba escucharte incluso antes de estar encerrada esos años en el cristal, tenías tantas ideas asombrosas para ser un chico que siempre se mostraba valiente y por dentro dudaba hasta de su propia existencia.

Mi esposo sonrió, era una sonrisa algo melancólica, pero llena de recuerdos casi positivos.

-Siempre estabas pendiente de mí, incluso sabías perfectamente que yo te tenía mucha confianza, tu mirada de frustración cuando me descubrieron era de no querer creer y siempre con eso del dialogo primero. Fuiste el primero de todo el grupito que fue a hablarme por horas al sótano, cuando salí del cristal Hitch estaba histérica y solo recuerda que decía "Armin se va a desmayar..." -Mencioné mirando el paisaje que nos rodeaba.

Hubo un pequeño silencio antes que Armin hablara.

-Mis sentimientos son sinceros, yo estaba bien si decidías alejarte de la lucha y vivir en paz, sin embargo, quería tener una posibilidad de poder estar contigo en los últimos momentos, independiente de lo que paso al final del retumbar -Agregó estirando su mano para alcanzar la mía.

Era una invitación, una invitación que siempre aceptaba.

Me levanté de mi asiento tomando su mano, me senté en su regazo y pasé mi brazo por detrás de sus hombros a la vez que él me abrazaba por la cintura y elevaba su rostro para mirarme.

-Solo nosotros sabemos la conexión que tuvimos cuando recién empezamos como soldados y nada intervino en eso, nadie.

Incliné mi rostro mientras mi mano libre se posaba en su mejilla, uní nuestros labios en un suave beso, muy íntimo, cargado de sentimientos y gratitud. Sus cálidos labios correspondieron a los míos y un suspiro se hizo presente.

-Lo sé, señor embajador, lo sé muy bien, creo que he dicho esto ya más de tres veces el día de hoy -Comenté apoyando todo mi cuerpo en su pecho, acomodándome a su cuerpo.

-No debes pensarlo mucho, Annie. -Mencionó apoyando su cabeza ligeramente en mi hombro.

-Deben ser las hormonas que hacen que tomé más en cuenta a gente desconocida -Agregué con gracia, mis palabras provocaron una suave risa en él. Un beso llegó a mi hombro y el roce de su nariz en mi cuello.

-Señora embarazada.

Sonaba demasiado, raro, pero solo reí.

Nuestros sentimientos solo lo conocíamos nosotros, nuestra historia en particular solo la sabíamos nosotros, estábamos conscientes que los prejuicios iban a estar, pero nuestras historias se cruzaron. Decidimos confiar uno en el otro, luchamos uno al lado del otro y nuestros corazones siempre iban a estar conectados sin un tercero de por medio. 

Historias Únicas [AruAnnie]Where stories live. Discover now