Árbol de Navidad

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La nevada que había caído la noche anterior estaba haciendo la tarea algo complicada, las calles estaban repletas de nieve acumulada y el salir de la ciudad a la carretera para ir en búsqueda de un pino para tener algo de espíritu navideño estaba lejos de llegar a su meta, más cuando Armin se había resfriado por quedarse hasta tarde en el ayuntamiento y quedarse sin transporte. No sé que decirle "el pobre" o "el terco", caminó 40 minutos de vuelta a casa; Liberio que caracterizaba por ser de inviernos muy fríos, más con el cambio de ambiente luego del retumbar, todo se iba a los extremos. Por lo tanto, era de suponer que Armin llegase con los pies congelados, lleno de nieve y mojado hasta la ropa interior.

En el auto que casi nunca ocupábamos íbamos él y yo, él manejando y yo tratando de no hacerlo parar y quitarle el volante. Pero luego de casi 30 minutos discutiendo con él, ya me había dado por vencida; podía ver en su rostro lo incomodo que iba, sin embargo, sus palabras seguían resonando en mi consciente antes de salir de casa.

"Te prometí ir por el árbol... Yo cumplo mis promesas, además, es nuestro día libre..."

Y con ese par de ojos tan expresivos... ¿Quién no iba a decirle que no? Maldito manipulador.

Al llegar al aserradero, podíamos ver la fila de las personas que iban a consultar por los pinos ya puestos a la venta por la fecha estival. Armin estacionó el auto y apagó el motor.

-Mejor te quedas acá y voy yo a hacer la fila -Dije rápidamente al tiempo que me sacaba el cinturón de seguridad.

-No, estoy bien, solo es un refriado, puedo ir hacer la fila -Comentó abotonando su abrigo hasta el cuello, acomodó su bufanda y salió del auto antes que pudiera rebatirle.

Suspiré a mi pesar y salí del auto antes que aquel rubio terco se me escapara. Tomé las cuerdas que llevábamos para dejarlas a mano y así apenas pudiéramos obtener ese árbol, echarlo arriba del techo y llevarlo a casa.

Me apresuré a seguir a Armin cerrando mi abrigo y unos guantes que tenía en el bolsillo. En cualquier momento se ponía nuevamente a nevar.

-Qué terco que eres Arlert -Dije llegando a su lado mirándolo con mi mejor cara.- Yo no te sonaré la nariz en la noche cuando no puedas respirar.

El rubio me miró y sonrió ampliamente.

-Serás el mejor pañuelo con ese pijama rosa que te regalo Pieck -Dijo acercándose a mí para tomar mi brazo y pasarlo por alrededor del suyo.

Aproveché el frío del ambiente para que no se notara mi sonrojo, mi piel ya estaba rojiza por la temperatura tan helada. Apreté su brazo y apoyé levemente mi cuerpo con el suyo.

-Solo es rosa -Dije frunciendo un poco el ceño al tiempo que avanzábamos en la fila.

-Te ves bien con el rosa puesto... ¡Shht! -Un estornudo se hizo presente al terminar la frase.

-¿Estás bien? -Pregunté sacándome uno de los guantes que me había colocado para posar esta en su frente. Tenía algo de fiebre.- Armin...

-Ya, ya -Dijo rápidamente tomando aquella mano que había colocado en su frente para bajarla con un cuidado único, solo con esa delicadeza con la que él me trataba.- No nos tomará más de 20 minutos acá y nos vamos enseguida, ya entendí, solo que... Realmente quería salir contigo.

Me miró haciendo un pequeño puchero, muy leve, casi nada. Pero luego de tanto tiempo conociéndonos, sabía perfectamente leer sus expresiones.

-Pero si nos vemos todos los días...-Dije negando levemente, mirándolo fijamente a los ojos. En ese momento las luces exteriores del aserradero se encendieron, podrían ser las 16:00 pm, pero ya estaba oscureciendo.- Todos los días colocas tus manos debajo de ese pijama rosado.

Historias Únicas [AruAnnie]Where stories live. Discover now